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¿Y las elecciones 2020?

En condiciones normales, este domingo 3 de mayo estaríamos votando en Bolivia en las nuevas elecciones generales, convocadas tras los fallidos comicios de octubre del año pasado. Hoy todas las agendas han quedado en segundo plano ante la pandemia del coronavirus y las medidas para enfrentarla. Ello ocurre con el proceso electoral, postergado sin fecha cierta. Hay debate al respecto.

En un escenario sombrío marcado por la crisis, polarización e incertidumbre derivadas de los hechos de octubre y noviembre de 2019, una de las pocas certezas compartidas era la realización de elecciones a fin de tener un gobierno elegido en las urnas. En principio, el régimen provisorio tenía noventa días para ese propósito. Considerando la necesidad de renovación total de vocales del organismo electoral, y algunos tiempos técnicos, se acordó que los comicios serían el primer semestre de este año.

Con el inesperado y letal arribo del coronavirus COVID-19, que en pocos meses se expandió a nivel global, los estados y las sociedades tuvieron que concentrarse en estrategias de contención y de mitigación. En ese marco se asumieron medidas drásticas como el aislamiento social. En Bolivia, el Gobierno provisorio decretó el 21 de marzo una cuarentena total, dos veces ampliada. En tales condiciones, el Tribunal Supremo Electoral dejó en suspenso las actividades del calendario electoral, postergando de hecho los comicios.

Si bien en medio del confinamiento es un despropósito pensar en la realización de comicios, ello no significa que el asunto deba archivarse ad infinitum. La propia gravedad de la emergencia sanitaria y, en especial, la dura e inminente crisis socioeconómica posterior que debe gestionarse, exigen poner en agenda la conformación pronta de un Gobierno cuya legitimidad provenga del voto popular y no de un hecho de fuerza. Esa legitimidad de origen es imprescindible. Y su condición ineludible son elecciones.

¿Cuándo será posible realizar una votación segura y participativa en el país? No lo sabemos de cierto. Algunas voces señalan algo de sentido común: debe ser “lo antes posible”. Por supuesto ello implica contar con todas las garantías requeridas para el efecto. Pero hay otras voces, con tentación de prórroga indefinida de mandatos, que parecen empeñadas en dilatar de manera indefinida la decisión sobre la fecha de elecciones. Y mejor si la nueva “normalidad” en el país es el estado de excepción.

Se podría decir, y hasta sonaría sensato, que los comicios debieran pensarse en el escenario de la pospandemia. Varios especialistas señalan que ello ocurrirá, vacuna incluida, en el segundo semestre del 2021. En Bolivia, con un Gobierno provisorio cuya gestión de la crisis tiene acento de campaña electoral, tal temporalidad resulta insostenible. La votación pendiente debe organizarse ni bien sea posible en el escenario de la poscuarentena. Es el imperativo democrático de este difícil momento histórico.