Los importantes resultados alcanzados en la lucha contra la malaria en Bolivia ponen en valor las acciones de prevención y atención de la enfermedad, cuya oportunidad y efectividad se traducen en importantes indicadores como la reducción en un 50% de la tasa de morbilidad, y el haber evitado la reintroducción de la malaria gracias al tratamiento p. falciparum.

En este sentido, el Día Mundial de la Malaria (que hoy se conmemora), es una ocasión para hacer un alto y reflexionar sobre los sostenidos esfuerzos que ha realizado el país desde diferentes instancias para erradicar la enfermedad, sobre todo hoy que vivimos un contexto nuevo y altamente desafiante marcado por la pandemia del COVID-19.

Esta emergencia sanitaria constituye un llamado urgente a no bajar la guardia en las acciones de prevención, diagnóstico y tratamiento de la malaria, el cual hoy enfrenta el doble desafío de sumar a las medidas tradicionales los estándares de bioseguridad definidos en los protocolos para la prevención y atención del COVID-19, los cuales deben ser guardados con rigurosidad.

La malaria en Bolivia afecta particularmente a poblaciones de la Amazonía, en Beni, Pando y el norte de La Paz, territorios donde se concentra el 98% de los casos. Ante la latencia de la enfermedad, el Estado ha tenido que impulsar medidas de contingencia y fortalecimiento de los resultados alcanzados en el marco del proyecto “Bolivia libre de malaria para vivir bien”, implementado por el Programa Nacional de Control de la Malaria, en alianza estratégica con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y con financiamiento del Fondo Mundial.

En la actualidad, Bolivia asume el doble desafío de mantener el ritmo y la intensidad de sus acciones encaminadas a erradicar la malaria, en medio de un complejo contexto epidemiológico que sin duda condicionará rever estrategias, roles y responsabilidades en todos los niveles del Estado, y al mismo tiempo debe fortalecer el sistema sanitario en procura de evitar la expansión del COVID-19.

Para el 2020, el proyecto “Bolivia libre de malaria para vivir bien” ha garantizado la entrega de más de 88.000 mosquiteros impregnados con insecticida para poblaciones vulnerables y en riesgo. Las estrategias de distribución priorizarán acciones de mínima exposición al COVID-19, a tiempo de asegurar medidas de protección para la no transmisión de la malaria.

Simultáneamente, la distribución de pruebas rápidas, realizada de forma masiva durante la presente gestión, ha sido fundamental para garantizar el diagnóstico oportuno de casos de malaria en zonas endémicas. En este sentido, y en el marco establecido por la cuarentena nacional, con apoyo de colaboradores, voluntarios y personal de salud, se masificará el uso de estas pruebas, dado que las medidas de distanciamiento social limitan el uso del servicio de microscopios para el diagnóstico. De igual forma se garantizará el acceso gratuito a medicamentos para el tratamiento de los casos confirmados.

Cuanto más efectivas sean las medidas de diagnóstico y tratamiento de la malaria menor será la presión sobre el uso de recursos médicos, que podrán ser liberados para combatir al COVID-19, minimizando por ejemplo los factores de confusión en el diagnóstico. Por esta razón, resulta imperativo mantener el ritmo del trabajo sanitario en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la malaria en tiempos del COVID-19.

Percy Calderón, asesor en salud del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Bolivia