Las fábricas no trabajan. Los trabajadores están en cuarentena. En algunos puertos, los productos se amontonan, mientras que en otras partes los barcos cargueros navegan vacíos. Los granjeros tiran la leche de sus vacas, pero los pasillos de papel higiénico en la tienda lucen vacíos. La propagación del coronavirus COVID-19 ha afectado las cadenas de suministro mundiales, lo cual ha conducido a escasez y aumentos de precio graduales desde las fábricas hasta los puertos, las tiendas minoristas y los consumidores. Mientras las fábricas en China han comenzado a regresar a la actividad poco a poco a medida que la epidemia se desvanece en dicho país, muchos fabricantes en India, Estados Unidos y Europa están cerrando o funcionan de manera parcial.

Estas perturbaciones del comercio mundial podrían hacerse más notorias en los próximos meses, a medida que los consumidores acaparen productos y los países limiten las exportaciones de suministros médicos e incluso de alimentos. Los compradores podrían ver más escasez de productos inesperados, como computadoras portátiles, papel higiénico y medicamentos. Algunas empresas podrían no contar con materias primas y componentes, lo que resultaría en mayores problemas financieros.

El 10 de marzo, el Presidente de EEUU dijo que iba a destinar al menos $us 16.000 millones a los agricultores, ganaderos y productores agrícolas estadounidenses para mantener estable el suministro de alimentos en ese país. “En estos tiempos de crisis debemos mantener nuestras cadenas de suministro en movimiento desde el principio, de principio a fin”, aseveró Trump. El 8 de abril, Estados Unidos estableció restricciones a la exportación de suministros médicos necesarios para combatir el coronavirus, emulando con ello las prohibiciones en Europa, India, Turquía y otros lugares que, según los críticos, podrían dejar a algunas partes del mundo sin suministros.

En declaraciones recientes, el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevedo, dijo que la contracción del comercio mundial este año se iba a poner “fea”, ya que sería la mayor caída del comercio internacional en una generación. La OMC prevé que el volumen del comercio mundial podría disminuir entre un 13% y un 32%, o incluso más en comparación con el año anterior.

El crecimiento del comercio mundial ya se había desacelerado el año pasado a su nivel más bajo desde la crisis financiera, empantanado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y la desaceleración de las economías de Europa y Asia. Sin embargo, la pandemia ha frenado varios segmentos del comercio mundial. El volumen de contenedores en Shanghái, el puerto más activo del mundo, cayó un 20% en comparación con febrero del año anterior; mientras que el volumen de carga disminuyó un 23% en el puerto de Los Ángeles en el mismo periodo.

A principios de este año, gran parte de ese colapso se debió a las perturbaciones en las mercancías procedentes de China, donde cerraron muchas fábricas. Esto ha afectado especialmente a industrias como la electrónica y la maquinaria industrial, que dependen en gran medida de las fábricas del país asiático para impulsar las cadenas de suministro mundiales. Por ejemplo, las exportaciones chinas de computadoras portátiles a Estados Unidos se han desplomado, al mismo tiempo que la demanda aumenta, porque las empresas están cambiando al trabajo a distancia y los estudiantes también tienen que tomar clases a distancia.

Pero al igual que el COVID-19, que se propagó desde China al resto del mundo, también lo harán las perturbaciones económicas, que probablemente se intensificarán en los próximos meses. Para las empresas y los consumidores que confían en la capacidad de enviar productos rápidamente y sin problemas a todo el mundo, las perturbaciones podrían ser una sorpresa. “China nos ha demostrado lo extrema que puede ser la caída de la actividad industrial”, dijo Chris Rogers, analista de comercio y logística mundial de Panjiva. También comentó que los envíos marítimos de China a EEUU disminuyeron un 45% en las dos primeras semanas de marzo en comparación con el mismo período del año anterior.

Durante los últimos meses, las fábricas en China han estado volviendo lentamente a la vida, aunque muchas siguen operando a capacidad parcial y podrían cerrar si el coronavirus reaparece. Sin embargo, mientras las fábricas chinas se recuperan, la demanda de muchos productos se está hundiendo en otros lugares. Por ejemplo en Estados Unidos y Europa, donde la demanda de bienes y servicios está disminuyendo a medida que los trabajadores pierden sus puestos de trabajo y recortan gastos, lo que deja a las empresas estadounidenses luchando por cancelar los pedidos de China.

En todo el mundo las fábricas están cerrando por diversos motivos. Los trabajadores están en cuarentena o se quedan en casa para cuidar de sus hijos que no van a la escuela, mientras que algunas fábricas carecen de componentes y materias primas. Otras simplemente no tienen necesidad de fabricar productos porque nadie les compra. Los fabricantes de automóviles y otros productores importantes como Volkswagen, Peugeot, Ford y General Motors paralizaron sus fábricas en Estados Unidos y Europa a mediados de marzo; lo que a su vez reduce la demanda de acero, electrónicos y otros componentes.

Estas tendencias han sembrado el caos y la confusión en los mercados mundiales de transporte marítimo. Los productos se han estado amontonando en las terminales de contenedores de China, mientras que algunos buques que zarpan de Estados Unidos están navegando vacíos, con el propósito de recoger las mercancías en otro puerto. Los expertos en cadenas de suministro afirman que, a largo plazo, la crisis puede conducir a una reestructuración, en la que las empresas del sector de la confección, la electrónica y la industria farmacéutica replanteen sus cadenas de suministro, para asegurarse de que estén diversificadas a nivel mundial y sean menos dependientes de un solo lugar, como China.

Pero, por el momento, la crisis se está desarrollando tan rápidamente que muchas empresas son incapaces de anticiparse a lo que está sucediendo. “En este momento, las empresas están tratando de averiguar si van a continuar en el negocio en los próximos meses”, explicó Jon Gold, vicepresidente de la cadena de suministro y política aduanera de la Federación Nacional de Minoristas. “Están reevaluando por completo cómo van a funcionar las cadenas de suministro, cuál va a ser la confianza de los consumidores y qué es lo que están comprando”, agregó.

Hasta ahora, buena parte de la escasez de productos en Estados Unidos y Europa no se debe a una falta real de mercancías, sino más bien a una demanda creciente de consumidores nerviosos, que están almacenando cloro, papel higiénico, pañales y frijoles secos. “Digamos que no hay escasez de productos disponibles, pero están empaquetados en el tamaño equivocado”, dijo Rogers.

Las empresas que venden barriles de cerveza a los restaurantes y grandes rollos de papel higiénico comercial a los aeropuertos y escuelas no pueden volver a empaquetar y redistribuir sus productos de la noche a la mañana. Para las industrias con productos perecederos, este ha sido un gran problema. Los productores se han visto obligados a tirar la leche que no pueden hacer llegar a los consumidores o a considerar el sacrificio de sus rebaños.

Matt Herrick, vicepresidente de la Asociación Internacional de Alimentos Lácteos, dijo que en la industria láctea no hay ninguna escasez en la producción. A diferencia de otros sectores de la economía, los granjeros no pueden cerrar, sus vacas siguen produciendo leche. Pero a diferencia de la carne o los cereales, la leche no se puede congelar ni almacenar durante largos periodos de tiempo. Las regiones necesitaban coordinarse para asegurarse de que todos los eslabones de la cadena de suministro de alimentos permanezcan abiertos y sigan funcionando. “No se trata solo de las fábricas, sino también de las granjas, las compañías de transporte y distribución.

En todo el mundo, otros cierres podrían presagiar una escasez de metales y medicinas. En Sudáfrica, el cierre de emergencia ha dejado inactivas a las principales minas de platino y paladio del mundo. En la India, que suministra el 40% de medicamentos genéricos de Estados Unidos, así como muchos de los ingredientes farmacéuticos activos que se utilizan para fabricar medicinas, las órdenes de quedarse en casa podrían interrumpir el suministro de productos farmacéuticos a otros países.

India prohibió las exportaciones de algunos medicamentos clave el mes pasado, pero revirtió las restricciones esta semana bajo la intensa presión de Estados Unidos. La cuarentena en todo el país podría complicar todavía más el proceso de fabricación y distribución de medicamentos básicos, comentó Yanzhong Huang, un investigador de alto nivel de la salud mundial en el Consejo de Relaciones Exteriores.

Para mediados de abril, 75 gobiernos ya habían implementado límites a las exportaciones de suministros médicos, de acuerdo con el seguimiento realizado por Simon Evenett, profesor de Comercio Internacional de la Universidad de San Galo, en Suiza. Organizaciones como el Banco Mundial y la OMC han instado a los países a que se abstengan de imponer nuevas restricciones a la exportación, en especial de productos médicos, y a que diseñen una respuesta coordinada para aumentar la producción. “Ningún país es autosuficiente, sin importar cuán poderoso o avanzado pueda ser”, afirmó Azevedo en un video publicado en el sitio de la OMC en marzo. “Mantener el comercio abierto y las inversiones fluyendo será fundamental para mantener los estantes llenos y los precios asequibles”.

Ana Swanson, periodista, escribe sobre comercio y economía internacional para The New York. ©The New York Times Company, 2020.