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Una fotografía en tiempos de tormenta

La crisis, polarización e incertidumbre es la marca de nuestro tiempo. Y más aún para los actores políticos que están viviendo lo que Fernando Mayorga caracteriza como “el tiempo de la kamanchaca”, en referencia a la palabra quechua-aimara usada por Fernando Calderón para referirse al momento en que “la niebla baja y no deja ver”. Pero el kamanchaca no es cualquier bruma, es una niebla viva en la que si te mueves puedes tener serios problemas, pero, si no te mueves, también. Es el tiempo en que no solo se vive intensamente la incertidumbre, sino también cuando “los espíritus gozan con el riesgo de la gente”.

Y en este tiempo nada mejor que la investigación para iluminar, así sea parcialmente, la sensibilidad política sobre la que actuamos. Por ello, celebramos que la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) presente su primer informe de análisis prospectivo sobre la situación política del país. Se trata de la primera ronda de la encuesta Delphi realizada a 126 líderes de opinión pública boliviana (dirigentes políticos, analistas, periodistas y especialistas en distintos ámbitos), que nos presenta un estado de la percepción pública en este momento de emergencia sanitaria, crisis económica y suspenso electoral, que podría desencadenar una crisis social catastrófica.

¿Qué alertas podemos identificar en el informe? El primero tiene que ver con una sensación mayoritaria de pesimismo sobre la situación actual y el porvenir en el país. Casi dos tercios de los consultados creen que el país va por mal camino; y cuatro de cada cinco consultados asume un escenario de crisis de representación política. A este clima de pesimismo y miedo se suma la irresuelta disputa de narrativas sobre los hechos de octubre y noviembre de 2019.

En igual proporción se presentan quienes consideran que la renuncia de Evo Morales se debió al fraude y la movilización de los 21 días, y quienes defienden que fue resultado de un plan golpista con intervención cívico-militar-policial e intervención externa. Esta división de criterios respecto a la verdad histórica de los hechos incluso admite lecturas mixtas; es decir, quienes sostienen que pudo haber movilización ante el fraude, pero también golpe. En lo que existe consenso es en el reconocimiento de que se produjo una “fractura social”, y que se mantiene latente un alto potencial de violencia y enfrentamiento que puede resurgir en cualquier momento.

La buena noticia es que hay una mayor confianza en el Tribunal Supremo Electoral (TSE), y ha disminuido la sensación de que “habrá fraude”. Pero es preocupante la opinión mayoritaria en sentido de que no se reconocerá el resultado de la votación de las próximas elecciones y que ello generará conflicto poselectoral. Se contrapone a esta idea un apoyo casi unánime a favor de un compromiso público de los candidatos para respetar el resultado, así como apoyo amplio a posibles acuerdos en la Asamblea Legislativa, guiados por un liderazgo concertador.

En este estudio la gestión del gobierno de Jeanine Áñez tiene nota de reprobación (3,6 sobre 10), aunque en general se registra un apoyo moderado (4,2 sobre 10) a la respuesta ante la emergencia sanitaria por el coronavirus. Es significativo que el 81% de los líderes consultados considere que hay persecución política en el presente y exprese su desaprobación mayoritaria de los hechos de violencia en Sacaba y Senkata por parte de la fuerza pública.

Más allá de esta percepción, lo evidente es que todos reconocen que la pandemia tendrá fuertes efectos económicos, políticos y electorales. Cerca del 90% de líderes consultados prevé que la emergencia sanitaria derivará en una nueva crisis política y económica, lo que genera una expectativa de ampliación de la conflictividad. En todo caso, es evidente que el curso de la emergencia sanitaria por el coronavirus en el país, y las medidas para mitigar los impactos en los próximos meses, tendrán efectos en la administración del proceso electoral, en las preferencias de voto e incluso en el resultado.

En síntesis, esta primera ronda de la encuesta Delphi muestra una fotografía interesante de este tiempo de tormenta, acerca de las percepciones desde la voz de los liderazgos de la opinión pública. Sin duda la señal positiva es la reafirmación de la necesidad de diálogo, acuerdos y participación para encaminar una nueva agenda de reformas en el escenario poselectoral. En tanto que la señal preocupante tiene que ver nuevamente con el no reconocimiento del resultado de las elecciones y el muy probable escenario de conflicto, violencia y enfrentamiento que los actores esperan del proceso poselectoral.

Lourdes Montero, cientista social.