Litio, ¿qué viene ahora? (III)
Hay reservas de litio en muchas partes del mundo y este factor no es definitorio.
El proyecto de litio del Salar de Uyuni nació al calor de pasiones políticas, y los problemas que debe enfrentar son muchos. No hay una estrategia para concretarlo, el nivel de inversión es tan alto que las alternativas de continuar son pocas, y no cabe ningún retroceso sin arrastrar consecuencias políticas y sociales muy serias para los que pretendan hacerlo. Los mitos sobre el tamaño de las reservas como factor preponderante no son reales. Hay reservas de litio en muchas partes del mundo y este factor no es definitorio. En cambio, la calidad de las reservas sí cuenta, y en este caso también cojeamos, pues nuestras sales no son precisamente las mejores; solo las del Salar de Pastos Grandes tienen contenidos de litio mayores a las 1.000 partes por millón (ppm).
La tecnología de extracción sí cuenta, por los costos finales de extracción. Nuestro proyecto trabajó en el pilotaje con tecnología similar a la de los años 70, y los resultados son claros. La planta piloto de carbonato tiene una recuperación muy baja (18%), frente a tecnologías que hoy pueden lograr recuperaciones mayores al 90%. La solución de usar las salmueras residuales de la planta de carbonato para alimentar una planta que obtendría hidróxido de litio (YLB-ACI Systems), que se supone tendría recuperaciones mayores y costos más bajos, abre una posibilidad, que habría que estudiarla adecuadamente en sus vertientes tecnológicas y las referidas a la prohibición constitucional y de la ley sectorial de asociaciones con empresas de ultramar en etapas de química básica como esta. Pero la posibilidad cuenta, pese a todo.
Quedan dos cuestiones pendientes de análisis, mercados y productos: ¿a quién vamos a vender?, y ¿qué vamos a vender? El proyecto con ACI Systems preveía vender productos finales en el mercado alemán. Entretanto, el plan de YLB preveía producir en la fase de industrialización y en asociación con empresas de ultramar materiales catódicos, baterías y sales de potasio, magnesio, boro y precursores (YLB presentación del proyecto en el Club de Minería). Para 2025, el mercado de baterías de litio en Europa prevé tener capacidad para producir más de 300 giga watts hora (GWh) con un complejo de 12 mega factorías, de las cuales Alemania tendrá 24 GWh en 2023 y 8 GWh adicionales en los años posteriores, según los planes de SVOLT, Terra y BMZ (Roland Zenn Nov. 2019). Si todo sale bien, deberíamos competir en ese mercado con nuestra planta de 8 GWh. ¿Se podrá?
Las sales básicas (carbonato e hidróxido de litio) están en sobreoferta en los mercados, y en algunos casos hay oligopolios y monopolios que los controlan. Albemarle, Ganfeng, SQM y Tianqui son los mayores productores de litio (LCE) y controlan más del 60% del mercado. Y en el caso del hidróxido de litio, estas cuatro empresas tienen una capacidad instalada que puede controlar más del 62% del mercado. En 2019 llegaron a controlar el 69% de la oferta.
La posición distal de nuestro proyecto supone altos costos de transporte para llegar a los mercados. Competir en sales básicas para mercados lejanos parece inviable; y ensamblar baterías sin fuentes propias de componentes y sin infraestructura adecuada parece una locura en las condiciones actuales. Queda, pues, encarar una reingeniería total del proyecto, llegar a estudios de valoración económica preliminar (PEA) para cada etapa, y armar un estudio de factibilidad global que considere dos aspectos alternativos sugeridos anteriormente (06.07.2019) en esta columna: 1) mercados regionales y 2) productos intermedios, que parecen ser variantes de viabilidad para nuestro intento de integrarnos al circuito global de industrialización.
Dionisio J. Garzón M., ingeniero geólogo, ex ministro de Minería y Metalurgia.