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Cuidando los detalles

Los resultados de las políticas públicas dependen de una eficaz y oportuna resolución de problemas operativos prácticos. Si no hay capacidad para encararlos, las decisiones se pueden quedar en el papel. Ahora que se inicia el periodo de “cuarentena dinámica”, urge que las autoridades presten atención a las cuestiones prácticas que tendrían que viabilizar su aplicación.

Un refrán popular afirma que el “diablo está en los detalles”; es decir, que muchas buenas intenciones pueden frustrarse por una ejecución desprolija, desordenada o distraída. Detrás de grandes decisiones hay una multiplicidad de pequeños procesos, tareas burocráticas y cambios de comportamientos que permiten que las ideas se concreticen. No basta con lanzar una medida, también se deber saber con claridad cómo implementarla, evaluarla y ajustarla de ser necesario.

Recién cuando se intenta aplicar alguna iniciativa en un determinado contexto se suele descubrir limitaciones o incluso potencialidades no previstas. Por esta razón, los hacedores de política pública deben estar siempre abiertos al aprendizaje y tener la capacidad y voluntad de adaptar sus decisiones a la realidad. Persistir en acciones que no son viables puede ser muy riesgoso.

Ahora que el país está entrando a una fase compleja de aislamiento social, denominada “cuarentena dinámica”, en la que se precisan una sólida coordinación entre los tres niveles de gobierno, un monitoreo constante de la evolución de la pandemia en cientos de territorios y la apertura de actividades económicas y sociales, es necesario prestar mayor atención a la arquitectura de los protocolos, espacios de coordinación e instrumentos que permitirán gestionarlo eficazmente. A primera vista, no parece una tarea fácil ni automática.

Por ejemplo, desde la siguiente semana, el Gobierno central, las gobernaciones y municipios deberán hacer cumplir normas de bioseguridad en las empresas y actividades que empezarán a trabajar; y también deberán aprobar autorizaciones de tránsito para vehículos ligados a esas tareas y verificar su cumplimiento. No es posible iniciar una apertura sin resolver e informar con precisión detalles de esta naturaleza, pues se pueden generar nuevas incertidumbres. Además, existe el riesgo de que una flexibilización desordenada incremente la tasa de contagios.

Esta preocupación surge a raíz de algunas experiencias que se presentaron durante la cuarentena total, en la que algunos procedimientos burocráticos complicaron el trabajo de empresas dedicadas a la producción de bienes básicos, o algunas autoridades mostraron inflexibilidades innecesarias cuando era evidente que había que ajustar ciertos protocolos rápidamente. Luego de estas experiencias, en este nueva fase se esperaría más pragmatismo, practicidad y cuidado por los detalles, de tal manera que se alcance el éxito que todos deseamos.