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Entre Nietzsche y lo políticos bolivianos

“Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti”. En 1886, Friedrich Nietzsche público el texto Más allá del bien y el mal, donde figura esta cita, que advierte sobre el riesgo de transformarse en lo que uno odia y sentirse atraído por la perdición (simplificando el pensamiento del filósofo alemán); algo que se aplica con mucha pertinencia a la situación que el país viene desde el 2006.

Las revelaciones sobre el mal uso de los bienes del Estado por parte una diputada allegada a la presidenta, Jeanine Áñez, incendió las redes sociales, con discusiones acaloradas entre los partidarios del Gobierno de transición, los del anterior gobierno y quienes no están con ninguno de estos dos bandos. Más allá de algunos memes creativos, la mayor parte de los encuentros verbales le dieron la razón a Nietzsche. Por ejemplo, quienes defienden a la Presidenta utilizan los mismos argumentos que los seguidores del anterior mandatario: “pero los del anterior Gobierno robaban más”.

Sí, la corrupción es un mal endémico en el aparato estatal boliviano. Sí, durante los 14 años de gobierno del MAS se dieron casos obscenos de corrupción como el desfalco al Fondo Indígena, el caso Zapata, los camiones con productos de contrabando supuestamente auspiciados por el exministro Juan Ramón Quintana… Pero eso no significa que debamos aceptar que una funcionaria pública utilice a los aviones de las Fuerza Aérea Boliviana como taxis. Así como tampoco se puede aceptar que allegados al líder del MAS justifiquen el fraude de las pasadas elecciones de octubre asegurando que eran “el Gobierno del cambio”; algo que se demostró que no era verdad.

Ninguno de los lados escucharon a Nietzsche, y se convirtieron en el monstruo que decían luchar: el MAS propició un repunte del racismo en todos los grupos nacionales; entretanto, las amenazas del ministro de Gobierno, Arturo Murillo, cada vez recuerdan más a los exabruptos de Quintana, terriblemente parecidos a los de Luis Arce Gómez. Tampoco se puede permitir que la polarización política nacional continúe. Escenario en la que la idea del “si no estás conmigo, estás contra mí” se asume como una norma; pensamiento que en lugar de ayudarnos a encontrar una salida nos hundirá cada vez más en el abismo.

Jorge Soruco Ruiz, periodista de La Razón