Conexión en tiempos del COVID-19
Este es un momento clave para que las instituciones y empresas renueven la manera en la que gestionan sus recursos humanos.
La pandemia desatada por el COVID-19 ha sacudido al mundo, y estamos enfrentando una realidad que hasta hace pocos meses solo existía en la cabeza de Soderbergh y demás cineastas. Esta no es la primera pandemia que vive el mundo, pero sí es la primera que enfrentamos en un mundo hiperconectado.
Esta hiperconexión nos ha permitido saber de la existencia del nuevo coronavirus mucho antes de tener que usar barbijos, y nos permite conocer casi en tiempo real el número de casos positivos en lugares que quizás no lleguemos a visitar nunca. Y es ese mismo nivel de conexión el que permite que miles de empresas en el mundo sigan operando y brindando servicios, mientras miles de organizaciones, como el PNUD Bolivia, sigan trabajando para responder a esta crisis a través del teletrabajo, cosa impensada décadas atrás.
En un contexto sin crisis el teletrabajo presenta desafíos: desde los más básicos como contar con una banda ancha apropiada de internet para poder sostener teleconferencias, o tener un smartphone para poder contestar correos electrónicos. Y más importante aún, la capacidad de encontrar un equilibrio entre el trabajo, el espacio personal y la vida familiar.
Casi todas las personas que cuentan con correos electrónicos corporativos pueden acceder a éstos en sus celulares, y es muy probable que lo hagan fuera de horarios de oficina, aún sin ser urgente. Sumado a esto, aplicaciones como WhatsApp son usadas cada vez más para atender asuntos relacionados con el trabajo. En otras palabras, el teletrabajo es algo que veníamos haciendo mucho antes de la pandemia, pero hoy el confinamiento nos debe llevar a pensar que la conciliación entre el trabajo y vida familiar, cuando ambos transcurren bajo el mismo techo y de manera simultánea, desata nuevos desafíos para las organizaciones.
¿Cómo asegurarnos que se está alcanzando un equilibrio? La respuesta es: la conexión. Para poder alcanzarla, es clave conocer cuáles son los elementos centrales de la concatenación. Es decir, conocer las condiciones en las que cada uno de los funcionarios viven, sus realidades familiares, si tienen una condición de base o tienen a su cargo bebés, niños, personas con discapacidad o de la tercera edad.
Solo así podremos diseñar estrategias integrales para seguir operando. Estrategias que tomen en cuenta las realidades diversas de todo el personal. Por ejemplo, al momento de colocar plazos para entregas de productos es clave conocer cuál es el horario de mayor productividad de cada uno de los miembros del equipo. De igual manera resulta central medir la efectividad del número de teleconferencias que estamos agendando y en los horarios que lo estamos haciendo. Conectar con el personal es vital para medir los niveles de estrés, que hoy son mucho más elevados, con hijos que no asisten a la escuela, días de abastecimiento signados por largas filas y, por supuesto, el tiempo extra que dedicamos a medidas de bioseguridad en nuestras propias casas.
Hoy más que nunca se debe hacer un llamado a las organizaciones a visibilizar y reconocer las tareas domésticas y de cuidado, que por patrones culturales recaen mayoritariamente en las mujeres. Es necesario hacer una radiografía para identificar cuáles son los incentivos y las flexibilidades que estamos dando al personal, con el fin de promover la corresponsabilidad en la crianza de los hijos y en las tareas domésticas, para asegurar un equilibrio entre el trabajo y la familia para que miles de mujeres que han decidido continuar con su vida profesional fuera de casa puedan hacerlo sin trabas.
Toda crisis debe llevarnos a transitar hacia una nueva y mejorada manera de hacer las cosas, innovando para encarar lo que en poco tiempo será un nuevo normal. Este es un momento clave para que las organizaciones, empresas e instituciones, sin importar su rubro o tamaño, renueven su modo de operar y de gestionar sus recursos humanos. De esta manera tendremos a personas conectadas con las visiones y misiones organizacionales durante y después de la pandemia.
Nabilia L. Rivero, comunicadora estratégica del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Bolivia.