Así estamos
La implementación de los centros de salud no se cumplió en la medida de la promesa
Más de 60 días en cuarentena, saliendo una vez a la semana según la terminación del número de carnet. Sin transporte público, sin escuela para los niños, sin universidad para los estudiantes, sin teatros, cines, sin exposiciones, ni museos abiertos. Sin periódicos impresos en las esquinas. Con las construcciones paradas, los negocios detenidos, Sin viajes, ni paseos. Afanados en adoptar la costumbre del barbijo, dejar los zapatos en la puerta, saludos sin mano ni beso. Anoticiados de los casos de violencia entre las parejas, sin cambiar la costumbre de ser las mujeres las principales víctimas. Violencia de madres y padres contra sus pequeños hijos. Acostumbrados a esperar por las noches los reportes de contagiados y muertos. Así la población ha cumplido el encierro, con algunas excepciones, como siempre, como en todo.
El objetivo de la cuarentena era evitar un gran número de contagios al mismo tiempo para que no colapse el sistema de salud. Un sistema que en el caso boliviano es casi inexistente. En el ideal esto permitiría implementar hospitales, y asegurar que el personal médico y paramédico esté dotado de material de bioseguridad que garantice su salud y la efectividad de su trabajo; es decir, ganar tiempo.
A fines de febrero cuando solo se tenía atisbos de lo que significaba el COVID-19, las autoridades de salud de entonces decían que estábamos preparados. Se hablaba de las medidas que se estaban tomando en los aeropuertos para detectar los pasajeros que ser importadores del virus. Pero la verdad es que en ese entonces no se tenía idea de los alcances de la pandemia que ha encerrado al mundo.
A partir de la segunda quincena de marzo, el temor comenzó a mostrar sus primeros tentáculos. Junto a la prohibición de viajes, salidas, reuniones, asistencia a lugares públicos; también llegaron los bonos y las promesas para aumentar la cantidad de pruebas, la implementación de hospitales especiales, camas de terapia intensiva y respiradores. La gente se enclaustró, unos más que otros, pero la implementación de los centros de salud no se cumplió en la medida de la promesa.
Llega el tiempo de salir, ¿qué pasará? ¿Se dispararán las cifras de infectados? ¿La de los fallecidos? No hay cura para la enfermedad y solo estaremos a salvo cuando exista y se aplique una vacuna. Los expertos dicen que para probarla y ver sus efectos en seres humanos deberá pasar al menos seis meses y otros seis para producirla. Para distribuirla y aplicarla a todo el mundo el tiempo bien podría duplicarse. Siendo optimistas, podremos librarnos de este virus en dos años como tiempo récord. Mientras tanto, en Bolivia estamos expuestos a enfermarnos, con sistemas de salud que no responden, ni a la promesa ni a la demanda. ¿Qué nos queda?.
Lucía Sauma, periodista.