¿Nos quedamos en casa?
‘En tiempos de contagio, somos un solo organismo, una sola comunidad’ (Paolo Giordano).
Hoy iniciamos una nueva etapa en la crisis sanitaria. Vamos a comprobar si la “cuarentena dinámica”, que apela a la responsabilidad de las personas, mantiene el contagio bajo control o, como muchos temen, provocará la explosión de una bomba que termine matándonos a todos. A partir de hoy, la Policía y el Ejército no estarán tomándonos presos o imponiendo multas, y muchas personas se verán obligadas a salir diariamente a la calle para asegurar su sustento diario o evitar el quiebre de sus negocios. Los menos, privilegiados con el teletrabajo o que no requieren salir, ¿se quedarán en sus casas por responsabilidad o solo por miedo?
Confiar en la responsabilidad ciudadana ha dado algunos resultados positivos y otros desastrosos. Por ejemplo, Los Países Bajos ha optado por un confinamiento selectivo, en el que pequeños negocios de comercio y servicios se mantuvieron abiertos, atendiendo con guantes quirúrgicos, letreros sobre medidas de seguridad y cinta adhesiva en el piso para animar al distanciamiento entre las personas. Solo las escuelas, guarderías y universidades estuvieron cerradas, además de las empresas donde se requiere tocar a los clientes, como las peluquerías y los famosos burdeles de la zona roja.
Ayuda que los holandeses cumplen disciplinadamente lo que se les pide: una encuesta apuntó que el 99% de las personas mantuvieron distancia de otras y el 93% se quedó en casa todo lo posible. Al responder a las críticas sobre estas medidas que parecen de alto riesgo, el Primer Ministro sostuvo “la gente en Holanda está contenta de que los traten como adultos, no como niños”. El otro caso extremo, como ejemplo negativo de la confianza en la responsabilidad ciudadana, esta EEUU, que no logra bajar sus índices de contagio y mortalidad.
Y es cierto, confiar en que la contención de la pandemia debería ser resultado de una ciudadanía responsable y bien informada sobre medidas de bioseguridad. Algo mucho más eficaz y sostenible que andar haciendo de niñera, como rezongó el ministro de Defensa, Fernando López. Pero esa responsabilidad ciudadana requiere también de un Gobierno responsable, cuyas acciones generen confianza. Si una autoridad considera que las personas están en las calles porque “no les da la gana de cuidarse”, es una prueba de que necesitamos con urgencia que asesoren al gabinete, más que exmilitares, buenos científicos sociales.
Hoy día, al inicio del proceso de desescalada de la cuarentena, quienes nos quedamos en casa lo hacemos más por miedo que por responsabilidad. Y es que, con la información disponible, no sabemos a ciencia cierta si todo el esfuerzo económico y social del aislamiento ha tenido las consecuencias positivas que nos anunciaron. Nuestra desconfianza se basa en que no tenemos convicción de que los datos oficiales sean fidedignos; no contamos con suficientes pruebas y celeridad en las mismas para atender el avance del contagio; dos meses después, nuestro sistema de salud no se ha fortalecido e incluso dudamos que el personal a cargo de esta pandemia esté capacitado en protocolos certeros para no hace más daño que bien. Salir hoy a la calle infunde más miedo que al inicio de la cuarentena sobre todo por la constatación de una absoluta falta de coordinación entre las autoridades nacionales, departamentales y municipales, lo que debería ser el pilar que sostiene nuestra respuesta a la crisis.
En esas condiciones, tengo la certeza de que los bolivianos que nos quedaremos en casa lo haremos más por miedo que por responsabilidad. El propio Ministro de Defensa revela que la gente no entendió hasta el momento todas las medidas de bioseguridad que deben mantener al salir a la calle. Mi duda es: ¿tuvimos en Bolivia una estrategia de comunicación seria y sostenida que permitiera a los ciudadanos hacerse cargo de su cuidado? En los próximos días muchos tendremos retumbando en la mente el autoritario eslogan mexicano: “Quédate en casa. Quédate vivo”; pero también es momento de respirar hondo y apelar a nuestra sensatez, sobre todo pensando en lo que sostiene Paolo Giordano: “en tiempos de contagio, somos un solo organismo, una sola comunidad”.
Lourdes Montero, cientista social