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Cuarentena: Antes y después

“Vuelvo en 10 minutos”,  se puede leer en la puerta de vidrio de una tienda de ropa femenina. 70 días después de ese aviso, se ven en el piso los empolvados recibos de agua y luz que el tiempo de la cuarentena dejó acumular. Así se adormecieron todos los lugares que no fueran de expendio de alimentos, de medicamentos o bancos. Todo lo demás quedó bajo el régimen del letargo con la consigna de encerrarse para no morir. Fueron pasando los días, unos más animados que otros. Se inventó de todo para entretener a chicos y grandes. Las familias jugaron a reencontrarse, unas lo hicieron  y otras se perdieron en el intento. La soledad mostró su verdadero encanto a unos y su enorme peso a otros.

En la vida de las personas habrá un antes y un después de esta cuarentena. En ese entendido es posible preguntar ¿Que había antes de la cuarentena? Surge la respuesta de urgencia, antes de la cuarentena había mucha violencia en las familias. Había poca tolerancia entre padres e hijos. Mucho trabajo informal.  Gran daño al medioambiente. Mucha comida chatarra, en fin, podríamos hacer una lista interminable.

¿Qué cambió durante  la cuarentena? Si hacemos un recuento de lo que sucedió en esos 70 días de encierro los datos no hablan de cambios, sino más de constataciones. 15 feminicidios, 6 infanticidios, 44 violaciones y 1.282 casos de violencia a menores durante la cuarentena, confirman que el lugar más peligroso para niños y mujeres es el hogar, su casa. Estos días sin movimiento económico significaron jornadas de inactividad, pero quienes se buscan la vida día a día volcaron toda su iniciativa en la hechura de barbijos, máscaras, trajes de bioseguridad, como lo hacen siempre. Si es época de clases venden material escolar, si es Carnaval se dedican a llenar su carretilla con disfraces y en tiempo de tunas las venden con cáscara o peladas. Es el trabajo al que se dedica el 70 % de la población, es decir, la informalidad.  El medio ambiente se benefició con menos polución, sin el aire viciado por tanto automóvil.

Seguramente estos días sin escuela, sin clases en las aulas universitarias, cobrarán su costo en ignorancia y mediocridad.  Seguramente ya no seremos los mismos al terminar de verdad la cuarentena. Lo que no está claro es cuán mejores o peores seremos. ¿Para qué nos hemos preparado cuando sentíamos que nos ganaba el aburrimiento? ¿Con qué humor estará quien ha constatado que a nadie le importa? Pese a estas interrogantes aún prevalece la esperanza y estoy convencida de que la mayoría saldremos felices, con ganas de reinventarnos, con la certeza de haber entendido que me cuido para cuidar al otro porque somos una comunidad.

Lucía Sauma, periodista