Si no es inocuo, no es alimento. Los alimentos contaminados con bacterias, virus, pesticidas o residuos químicos pueden causar enfermedades graves, incluso la muerte. Ante la amenaza sin precedentes causada por la COVID-19, debemos hacer todos los esfuerzos para mantener no sólo el flujo de los alimentos a lo largo de la cadena de producción, sino también para administrar los riesgos de inocuidad alimentaria y prevenir la contaminación de los alimentos.

El 7 de junio se conmemoró el Día Mundial de la Inocuidad Alimentaria, una oportunidad para reconocer la labor de las personas que contribuyen a velar por esta acción, tanto si cultiva, elabora, transporta, almacena, distribuye, vende, prepara, sirve o consume alimentos. Cada uno desempeña una función para mantener la inocuidad de los alimentos, como plantea el lema de este año: “Inocuidad de los alimentos, un asunto de todos”.

Esta perspectiva se amplía aún más en momentos de pandemia, lo que refuerza el compromiso asumido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS) que, con sus mandatos complementarios, se ocupan de respaldar la inocuidad alimentaria a escala mundial y proteger la salud de los consumidores.  

En Bolivia se estima que cada año enferman 111 mil personas por consumir alimentos contaminados, existiendo un subregistro que no se reporta porque no concurren a los servicios de salud. La OMS/OPS coopera en el país con el Ministerio de Salud, SENASAG, productores, comercializadores y consumidores en la formación de capacidades técnicas para lograr la inocuidad de los alimentos, aplicando las buenas prácticas de manufactura en toda la cadena alimentaria, para obtener alimentos inocuos.

Por su parte, la FAO trabaja con diferentes ministerios y coordina con los productores de alimentos —agricultores y pecuarios—, para que sigan buenas prácticas agrícolas y de higiene que maximicen la inocuidad. Las pautas de buenas prácticas agrícolas brindan a los productores herramientas básicas que no solo mantienen la inocuidad de los alimentos, sino que también les permiten acceder a los mercados y reducir la pobreza.

Y es que mantener los alimentos inocuos es un proceso complejo, que comienza en el campo y termina con el consumidor. En todos estos eslabones se debe aplicar buenas prácticas de higiene, limpieza y desinfección, zonificación de áreas de procesamiento, control de proveedores, almacenamiento, distribución y transporte, higiene del personal y aptitud para trabajar.

Sin embargo, la responsabilidad es de todos. Aunque los consumidores de todo el mundo tienen derecho a esperar que los alimentos que compran y consumen sean inocuos y de buena calidad, en casa todos debemos asegurarnos de que lo que comemos sigue siendo seguro.

Por nuestra parte, FAO y OMS/OPS seguiremos impulsando la revisión y actualización de la legislación alimentaria, la formulación de políticas coherentes basadas en evidencias y el desarrollo de mejoras en la gestión y contención de brotes mediante el muestreo y análisis de los productos afectados.

Theodor Friedrich, Representante de FAO en Bolivia

Alfonso Tenorio, Represenante de OMS/OPS en Bolivia