Icono del sitio La Razón

Supervivencia e imaginación

Vivimos momentos en los que la realidad no solo nos demuestra la necesidad de cambios en la vida de las ciudades del planeta, sino que estos vienen cargados de una ruptura en la proyección de su futuro, son planes que estuvieron programados desde las últimas décadas del siglo XX. Sin embargo, todo demuestra que gracias a la vivencia de estos últimos meses hoy existe una nueva visión del vivir del habitante, quien comienza a comprender el valor de la existencia, lo que debiera invitar a repensar la nueva dirección de las ciudades a futuro.

Un virar que conlleva una transformación desafiante no solo para la supervivencia física del habitante, sino también para la proyección a futuro de las urbes, su economía y su cultura. Esto último referido, por ejemplo, a la proyección de aquellas grandes obras arquitectónicas con las que cuentan las ciudades y que hoy ya incorporan cambios no solo para mantener en vigencia su prestigio, sino para atraer a los nuevos visitantes que llegarán posiblemente en dos años.

La historia de la imaginación, según escritos, se inicia con Aristóteles en una de sus obras, Tratado del alma, en la que analiza la necesidad del descubrimiento de la imaginación a través de dos ideas totalmente distintas. “La primera, la imaginación en sí, y la segunda, la imaginación imitativa, reproductiva y combinatoria”. Esta última  —a nuestro entender— se muestra como la más usual en este tiempo.

De esa manera, ciertas ciudades (por ejemplo, de Europa) cuyo prestigio hasta hace pocos meses atraía a cientos de visitantes de otros países gracias a sus magníficas obras arquitectónicas y de arte en general —lo que les generaba altos ingresos por el turismo—, hoy están redescubriéndose y reinventándose rápidamente.

Para ello, uno de sus primeros pasos fue la implementación de la tecnología y su lanzamiento al mundo. Un ejemplo de esto son los videos que se produjeron, en los cuales las obras pareciesen tener vida propia gracias a la dinámica que les dio la informática.

Asimismo, se hicieron intervenciones en el exterior de esos museos, con nuevas propuestas referidas a la iluminación externa, la cual si bien ya existe hace muchos años, se nutre ahora con una variedad de sonidos que dan como resultado tonos por de más híbridos y cuya estridencia no deja de sorprender. Esto por la variación de los niveles de los sonidos, con los que parecieran trasladar a los nuevos tiempos a esas grandes y bellas reliquias históricas.

Así, esa propuesta seguramente logrará atraer al visitante no en estos momentos, sino en un futuro esperemos no lejano. Esas ciudades ya conciben los nuevos caminos por donde transitarán en el futuro para reconquistar a un turismo que es de vital importancia para las arcas de esas naciones.

A nuestra sociedad no se le deben negar los valores creativos innatos de quienes con gran esfuerzo e incluso limitaciones económicas son capaces de crear o imitar obras para su subsistencia, un mérito que nadie puede desmerecer.

Un ejemplo interesante de aquello, y que demuestra la habilidad manual, son algunas mujeres de la provincia Murillo (La Paz) que elaboran barbijos pero con telas típicas y bordados en altorrelieve.

Con ese trabajo, esa comunidad rural logró pedidos hasta de exportación, lo que denota que la supervivencia en tiempos duros como los actuales puede ser afrontada gracias a la creatividad basada en algo ya existente, un hecho que redunda en ingresos económicos para algunas familias de esa región. 

Pero no debemos dejar de valorar otro tipo de trabajos como los de abastecimiento en la época de cuarentena, cuando camiones subían desde Mecapaca cargados de verduras para distribuirlas a medianoche (mercado Rodríguez) a los vendedores minoristas. O en su caso, otra parte de nuestra sociedad que hoy ha reinventado su labor, convirtiendo su negocio en móvil gracias al envío de diferentes productos a domicilio.

Es evidente que son momentos difíciles que vive el mundo no solo porque han limitado nuestra libertad de movimiento, sino de producir economía. Sin embargo, esa realidad —dentro de una mirada positiva— ha sido la artífice para que se aproveche la situación, fundamentándola en la “phantasía aristotélica”, que es elevar un desafío acompañado de la “imaginación imitativa, reproductiva y combinatoria” que propuso hace siglos ese filósofo.

Patricia Vargas, arquitecta