Vivimos tiempos difíciles en los que la lucha por la vida, la sobrevivencia y la salud son problemáticas de interés transcendental. Nos hemos dado cuenta de que no atendimos la globalidad de la actividad del ser humano vinculada a su quehacer físico que se desencadenan en deporte y la recreación. Ahora con la pandemia de la COVID-19, más que nunca debemos preocuparnos por nuestra salud y el estado físico.

Seguro nos queda el resabio de una inadecuada administración de recursos en campos deportivos innecesarios frente a hospitales de primer, segundo y tercer nivel, pero eso no significa que el deporte, que es parte de la vida y la salud, pase a segundo plano cuando vemos que es sustancial para generar mecanismos de defensa del organismo y prevenir las enfermedades, para así tener mayores posibilidades de lucha contra este flagelo sanitario.

Ante el cierre del Ministerio del Deporte debo recordar que esta instancia no solo tiene una independencia funcional en lo público, sino que asume una representatividad por la jerarquía de cartera con sus pares internacionales. Revisemos nuestro entorno: Argentina, Chile, Colombia y Ecuador cuentan con rango de Ministerio y Brasil lo tuvo hasta muy recientemente. La experiencia internacional demuestra que los Ministerios de Deportes generan mejores frutos.

Esta jerarquía administrativa permite, por ejemplo, que el Ministro de Deportes pueda entrevistarse con primeros mandatarios de otros países como establece el protocolo internacional. Debo recordar que cuando se realizó en 1995 y 1996 la defensa de la práctica del fútbol en La Paz ante el pretendido veto de la FIFA y pese al excelente trabajo que hizo el entonces Secretario de Deportes, Guido Meruvia, hubiese sido aún más efectivo si teníamos la jerarquía administrativa de un Ministro de Estado.

La defensa permanente de la altura, una política de Estado de Bolivia, no es la única justificación, porque un Ministerio ayuda estratégicamente a conseguir que el país organice Juegos Panamericanos, Odesur y Bolivarianos, tal cual enseña la experiencia en otros países. Tenemos que lograr como país ser una “tierra de campeones” y tener a varios como el gran tenista Hugo Dellien. En eso ayuda mucho tener un Ministerio de Deportes.

El deporte es uno de los grandes motivadores para la humanidad, es capaz de unir esfuerzos de todos los sectores e ideologías políticas con un gran objetivo: disfrutar del talento, la capacidad física y mental de los grandes deportistas de Bolivia. Sus beneficios para la sociedad boliviana son indiscutibles.

Cierro preguntando: Si Deportes va a depender de la Cartera de Educación ¿No será que estamos dando a ese Ministerio una actividad adicional que distraiga las múltiples tareas que debe llevar adelante en la actual coyuntura?

Mauricio González Sfeir fue dirigente deportivo por más de 30 años