1.- IDENTIFICAR. El primer paso es identificar áreas posibles de mejora en productos, personas o procesos a nivel macro (gobiernos, economías de países, instituciones, empresas, etc.) o a nivel micro (familias, empresas pequeñas, individuos, etc.). También se pueden identificar factores que no están siendo utilizados a su pleno potencial o que han sido descartados por no ser útiles en cierto contexto.

2.- INVESTIGAR. Una vez identificadas las variables en las que se pueden realizar mejoras o cambios para enfrentar una crisis mediante la innovación a bajo costo, es crucial que se realice una investigación de cada alternativa para determinar el nivel de factibilidad de poder ser implementada utilizando los recursos disponibles. El proceso de investigación debería ser profundo pero no tan extenso debido a que hay que equilibrar esta tarea con la capacidad de tomar una decisión de forma rápida por el impacto negativo que tiene el paso del tiempo frente a la respuesta ante una crisis.

3.- ITERAR. Luego de identificar las variables “xyz” para realizar ajustes y haber investigado la factibilidad de ser implementadas para responder a la crisis, se procede a iterar o repetir el procedimiento de combinar las mismas múltiples veces para ver cómo funcionan mejor. Tomar en cuenta que estas variables pueden representar personas o equipos y sus funciones o habilidades, pueden representar pasos de un proceso o pueden ser productos de cualquier tamaño. En ese caso tenemos varias posibilidades de combinar las variables y obtenemos resultados como “zyx”, “yxz”, etc. En algunas ocasiones la combinación menos probable puede dar origen a una idea nueva, creativa y disruptiva en el mercado, por lo que es importante considerar que al no tratarse de una crisis inusual, el comportamiento de las personas puede verse afectado de formas nunca antes registradas.

4.- IMPLEMENTAR. Es crucial el pasar ágilmente de las ideas y planes a la acción, sin dejarse paralizar ante limitaciones como la falta de experiencia de la empresa, el miedo a fallar o hacer el ridículo cuando se trata de un individuo que debe trabajar en algo totalmente diferente para mantener a su familia o las consecuencias de una decisión no muy popular para un gobierno, a pesar de que ésta puede ser beneficiosa al finalizar la crisis.

Es interesante recorrer la historia y encontrar figuras como Isaac Newton que desarrollaron teorías revolucionarias en tiempos de confinamiento, gobiernos que cuentan con un sistema de salud débil y que enfrentan la pandemia actual como pueden, empresas constructoras que adaptan las casas que construyen con detalles que preparan a las familias para enfrentar la escasez de alimentos, empresas que venden bebidas alcohólicas que deciden utilizar insumos para fabricar alcohol en gel, familias que fabrican artefactos para que las personas se desinfecten al ingresar a un hogar o personas de bajos recursos que encuentran maneras de fabricar sistemas de desinfección portátiles y salen a las calles como los “cazafantasmas” a vender un servicio de desinfección ambulante. También es importante destacar a cerrajeros de El Alto que usaron sus habilidades y materiales propios para diseñar cámaras de desinfección para el ingreso a mercados.

Se detecta un patrón en todos los anteriores casos. Las circunstancias extremas han empujado y empujan a las personas o equipos a explotar su potencial creativo al máximo y encontrar formas de combinar recursos disponibles (en algunos casos bastante limitados) e ideas sin realizar gastos adicionales para encontrar vías para vender un producto de otra forma nunca antes implementada o para ajustar un proceso de manera tal que se hace un gran descubrimiento o se reducen costos de manera significativa. Me basé en lo anterior al desarrollar las 4 I de la Innovación Justa.

Carlos Rojas
es ingeniero, especialista en control de procesos (Amazon)-MBA