La teoría matemática del Caos plantea una metáfora a la que denominó “efecto mariposa”. Esta metáfora explica que el simple aleteo de una mariposa en el desierto del Sahara africano puede desencadenar un huracán al otro lado del planeta. Y si de una cosa estamos seguros es que el aleteo de la mariposa en el caso de la pandemia del COVID-19 fue el paciente cero en Wuhan, China, que adquirió el coronavirus y que desató la pandemia mundial en la que hoy estamos sumergidos. Los efectos y consecuencias de ese aleteo son incalculables en términos de salud, economía, trabajo, etc. Pero uno de los tantos efectos que ha generado el aleteo de la mariposa de Wuhan es un sinfín de problemas psicológicos en la población a causa de la cuarentena generalizada y la incertidumbre hacia el futuro próximo.

Los efectos psicológicos en esta cuarentena son muy variados, desde problemas de convivencia, de adaptación al encierro, pasando por trastornos del sueño como insomnios y estados de alerta sostenidos, siguiendo con trastornos afectivos más comunes como la depresión y ansiedad, hasta brotes psicóticos y suicidios.

Los problemas más comunes que se ven en el consultorio psicológico durante estos casi tres meses de encierro son en su mayoría trastornos de ansiedad, pero no cualquiera: son trastornos muy específicos, como el trastorno de ansiedad por ataque de pánico. Este ha llenado las emergencias de los hospitales con falsos positivos de COVID-19, debido a que la persona empieza a sentir que no puede respirar, lo que detona un pensamiento o idea catastrófica sesgada: “no puedo respirar, por lo tanto tengo COVID-19” y este pánico activa el miedo o angustia a la muerte, lo que hace que se tensione y agite contrayendo los músculos del tórax, lo que le dificulta la respiración y ello incrementa el estado de pánico inicial y genera una falsa confirmación de  falta de oxígeno.

Otro efecto psicológico común durante esta cuarentena son las ideas obsesivas o hipocondríacas, que hacen que la persona desarrolle comportamientos compulsivos de limpieza ante la sospecha de estar posiblemente infectado con el virus. Ello ha generado que muchos pacientes hagan un uso exagerado de químicos de limpieza como el cloro, a tal punto de intoxicarse, luego de lavar con lavandina los tomates, por ejemplo.

En los niños el incremento de pesadillas y ansiedad se han vuelto comunes, debido al grado de incertidumbre ante el enemigo invisible. Muchos menores han desarrollado miedo a la muerte y miedo a separarse o a perder a sus progenitores, activando alarmas de ansiedad. La pérdida de horarios y cambios de rutina ha generado desesperación.

Los casos más graves y de mayor costo social son las personas que desarrollan brotes psicóticos a raíz de esta pandemia. Los pacientes psicóticos son las personas del sistema más sensibles a los cambios en el statu quo de la vida cotidiana, en otras palabras, son más vulnerables ante el estrés. Siempre que hay convulsión social o una sociedad entra en crisis, como una guerra, revolución o carencias. Es muy común que pacientes psiquiátricos y no psiquiátricos puedan generar brotes psicóticos más a menudo, la cuarentena actual no es la excepción.     

Y así como Superman tiene una debilidad con la Kriptonita que lo vuelve más vulnerable, la de los seres humanos se llama estrés. Nuestro cerebro es vulnerable al estrés y cuando un factor estresante es muy intenso puede sobrepasar nuestros mecanismos de afrontamiento y defensas psicológicas, así es que se empieza a fracturar nuestra salud mental.

La situación de la cuarentena por la pandemia del COVID–19, es una variable altamente estresante para todos, aunque afecta de forma diferente a cada persona, debido a que ello depende de los recursos psicológicos y apoyos emocionales, los vínculos de apego y el tiempo que estamos expuestos a la variable estresante.

Los efectos psicológicos de la cuarentena van a repercutir en la salud mental de los bolivianos por mucho tiempo. Es difícil poder establecer la magnitud del problema emocional generado y por desencadenarse  a causa del aleteo de la mariposa de Wuhan.

Oscar Urzagasti es psicólogo