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Mirar el pasado para repensar la ciudad

Los problemas de salud pública fueron los que hicieron repensar la ciudad, porque las enfermedades afligían tanto a los ricos como a los pobres, dijo Richard Sennett en su libro Construir y Habitar: Ética para la ciudad, y Bolivia, al igual que muchas ciudades del mundo, sufren nuevamente de una nueva pandemia, una nueva catástrofe sanitaria mundial de gran impacto urbano. Millones de personas han muerto a raíz de estas enfermedades infecciosas a lo largo del tiempo y muchas de ellas han cambiado el curso de la historia, afectando a la gran mayoría de las ciudades del mundo.

Recordemos las predicciones de Michel de Notre-Dame, en Les Propheties donde predijo las grandes enfermedades infecciosas del siglo XX como las pandemias gripales o el ébola, y para el siglo XXI se halla entre sus cuartetos una nueva peste que traerá consigo penuria y hambre, y a pesar que ese “fin del mundo” aún es lejano, el siglo XXI se vino cargado de muchas catástrofes para la humanidad e indudablemente para nuestros centros urbanos, porque son las áreas que aglomeran grandes cantidades poblacionales y varios sectores vulnerables.

Por otro lado, tampoco podemos ignorar al mundo cinematográfico para comprender mejor la idea de las consecuencias y los posibles cambios de la humanidad en zonas urbanas como en 12 Monkeys, Outbreak, I Am Legend y World War Z, entre otras. En este género de películas de enfermedades y contagios se puede apreciar una mezcla de drama, miedo, tragedia, fantasía y ciencia ficción que revive nuestra situación actual y en muchos de los films la destrucción, abandono o cambios surgidos en las formas de habitar las ciudades donde se desa-rrollaron las epidemias.

Estos cambios surgidos en los planteamientos urbanos que conocemos hasta el día de hoy son efecto de las guerras y de las grandes pestes surgidas a través del tiempo, desde lo que fue la peste de Atenas en la gran metrópoli del mundo griego antiguo durante la guerra del Peloponeso en el año 430 a.C. y que fue catastrófica para este imperio; o la peste Antonina en la que murieron más de cinco millones de personas en el año 165 d.C. en el Imperio Romano y propagada en las tropas militares por falta de higiene, gran concentración de población, y es cuando el emperador instruye a todos los ciudadanos usar tapabocas; la peste negra o peste bubónica en la Edad Media en el continente europeo en la que murieron dos terceras partes de la población y fue asociada a la sobrepoblación, hacinamiento y falta de higiene; la gripe española que fue una de las más mortíferas de toda la historia con la pérdida de cinco veces más habitantes que durante la Primera Guerra Mundial.

Hoy convivimos con el coronavirus, por el que todas las ciudades del mundo han entrado en cuarentena o aislamiento físico. El virus hasta la fecha ha matado a más de 440.000 habitantes, afectando principalmente a zonas urbanas y es donde una vez más se demuestran las deficientes condiciones en cuanto a infraestructura y servicios, en cuanto a pobreza y desigualdad, en cuanto a planificación y crecimiento de las ciudades.

Llámese como se llame —en la antigüedad se le nombró “castigo de la divinidad”, pues no fue pura casualidad que las pestes existieran precisamente cuando había guerras, catástrofes o crisis de la humanidad. Los cristianos le denominaron “el día del juicio final” y desde el punto de vista del budismo es un “proceso evolutivo necesario”—, ahora podemos aseverar que el verdadero virus del planeta es el hombre, estamos pasando por un proceso de regeneración de la Tierra que nos brinda la oportunidad de reinventarnos y regenerarnos para ser dignos huéspedes de ella.

Sergio Vargas Montero
es arquitecto, docente e investigador.
Especialista en Planificación, Gestión y Políticas Públicas.