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Petroquímica

La semana pasada, el Gobierno anunció un ambicioso plan para reactivar la economía, especialmente en los sectores más afectados por la pandemia y posterior cuarentena provocada por el COVID-19; el conjunto de medidas sería financiado a través de varias fuentes, entre ellas el dinero presupuestado, pero no ejecutado, para la construcción de una planta de petroquímica en el Chaco.

El solo anuncio de que los recursos, en total Bs 13.880 millones, otorgados a YPFB en 2016 en forma de crédito del Banco Central de Bolivia (BCB) serían desviados de su propósito original activó alarmas en el Chaco, especialmente entre organizaciones cívicas y sociales, además de algunos gobiernos locales. El Gobierno, además, sabía que para lograr tal propósito necesitaría una ley expresa, probablemente difícil de aprobar en una Asamblea Legislativa controlada por el MAS.

Así, el Ministro de Desarrollo Productivo más tardó en anunciar esa fuente de financiamiento que en retirar la iniciativa, manifestando que esa cifra será recaudada a través de la emisión de bonos y créditos externos, ambas eficaces medidas para obtener dinero, pero también para incrementar la deuda externa del país.

La polémica tanto como resistida iniciativa tiene entre sus antecedentes inmediatos el hecho de que autoridades del Gobierno transitorio, apoyadas en opiniones de expertos, ya pusieron reparos al proceso de estudios previos a la contratación de los servicios de diseño y construcción de la planta destinada a producir plásticos a partir de los líquidos obtenidos del gas natural en la planta de Gran Chaco.

Antes de eso, el anterior gobierno había iniciado en agosto dicho trámite, luego de que en 2017 el proceso hubiese quedado trunco debido a “errores administrativos” en la convocatoria, selección y contratación de una empresa italiana interesada en el trabajo de diseño y construcción. Es posible que algunos de esos errores hubiese tenido que ver con brechas legales y técnicas que hubiesen posibilitado actos corruptos.

Al final del día, el resultado es que el gobierno que hizo de su bandera la promesa de industrialización endógena de los recursos naturales que hasta hoy siguen siendo exportados en calidad de materia prima, no logró cumplir esa promesa en muchos casos. En aquellos que sí, el Gobierno transitorio parece decidido a demostrar que no son viables o rentables, en vieja y conocida receta para luego recomendar su privatización, a fin de que “la mano invisible” los conduzca a su éxito.

Queda mucho por decir acerca de los otros aspectos del plan gubernamental, que se anuncia a menos de tres meses de las elecciones que podrían sacar a las actuales autoridades del poder antes de fin de año; así como permanece la idea de que las y los chaqueños evitaron la desaparición de un proyecto muy caro a sus anhelos, pero que sigue siendo nada más que una promesa en espera de voluntad y capacidad para hacerlo realidad, así como de condiciones para su éxito.