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Ilo: un puerto, no una playa turística

Hace unos días, pese a la pandemia, atracaron por separado en el puerto de Ilo, dos naves trayendo miles de toneladas de cargamento con destino a Bolivia. El año pasado fue sin duda el despeje del uso de este atracadero administrado por la Empresa Nacional de Puertos (Enapu) del Perú para nuestro comercio exterior. El volumen de carga alcanzó entonces un inédito, creciente e importante volumen, y aunque pequeño en relación al que se mueve por los puertos chilenos, mostraba una alternativa para importadores y exportadores muchas veces atascados en Arica.

Podría suponerse que esta beneficiosa situación, que seguramente cobrará nuevos bríos, una vez que las rutas comerciales se liberen del todo, es el resultado directo de los acuerdos suscritos en 1992 entre los presidentes de Perú, Alberto Fujimori, y Bolivia, Jaime Paz, precisamente en Ilo. La difundida idea que Bolivia obtuvo entonces acceso al mar por esta vía, no tiene en rigor de verdad asidero ni legal ni diplomático. “Bolivia Mar” no fue una concesión de una franja de playa con el objetivo de que Bolivia pudiera obtener un puerto que le permitiera conectarse con el océano Pacífico y el mundo. Por el contrario los convenios de 1992, estipulan que su función, mediante un comodato, debía limitarse estrictamente a fines turísticos. Si algún atracadero podía erigirse allí solo serviría para atar las cuerdas de una motoacuática o un esplendoroso yate.  Además se estipuló que la administración estaría a cargo de una empresa binacional integrada por un consorcio privado peruano-boliviano. De hecho en los inicios del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada se hizo una convocatoria pública, pero las empresas que ganaron y adjudicaron la concesión no movieron un grano de arena ni levantaron un solo ladrillo. Y así no emergieron rutilantes malecones, hoteles modernos, casinos de juego o departamentos con vista al océano. “Bolivia Mar” quedó abandonada y solo el fuerte oleaje y un herrumbrado monumento recuerdan los abrazos de 1992.

Fue más bien durante el gobierno del presidente Evo Morales, principalmente luego de la celebración en junio de 2015 del primer “Encuentro Presidencial y Gabinete Binacional”, realizado en Puno, que comenzó un cambio de estrategia. “Bolivia Mar” y sus planes turísticos y de diversión mundana, quedaron atrás y se empezó a establecerse las bases para una mayor integración económica y de infraestructura del sur peruano con Bolivia. En esta óptica el puerto de Ilo, bajo administración y soberanía del Perú, fue visto como una alternativa para el comercio exterior de Bolivia. En los sucesivos encuentros binacionales, de los cuales se celebraron cinco, el último en 2019, y no casualmente, en Ilo, se fueron perfilando acuerdos que facilitaran nuestro acceso a este puerto. Entre sus resultados, se pueden contar la inauguración en abril de 2018 del moderno y amplio Centro Binacional Integrado de Atención de Frontera (Cebaf) en Desaguadero, los importantes avances en la construcción de la carretera La Paz-Tacna y el mejoramiento de la infraestructura y las de facilidades del uso del puerto de Ilo para la carga boliviana, por ejemplo tarifas rebajadas, formaron parte de los acuerdos binacionales, que desde Perú fueron impulsados por su actual presidente Martín Vizcarra.

Los convenios y el arribo de naves al puerto colaboró a que la población de Ilo, que miraba con cierta desconfianza las ofertas de Bolivia, se convenciera de que había ahora un proyecto estructurado y con resultados tangibles. De este modo, organizaciones cívicas, empresariales y la propia universidad pública se convirtieron en actores que defendían e impulsaban la presencia boliviana, conscientes de que la política desarrollada por el presidente Evo Morales desde 2015 mostró la viabilidad del puerto de Ilo para nuestros exportadores e importadores.

*Es historiador