Bolton: Memorioso de bigote
La obra de Bolton es insoslayable para comprender el proceso de toma de decisiones en la Casa Blanca
Su figura de abuelo con ostentosos bigotes blancos es familiar en los altos círculos de poder del mundo y cobró mayor relieve cuando DonaldTrump lo llevó a su lado como Consejero de Seguridad Nacional desde abril de 2018 hasta que lo echó en septiembre de 2019. Como la venganza es un plato que se come frío, el ofendido tardó pocos meses para contar en 290 páginas sus recuerdos, en un libro publicado por Simon & Schuster titulado El cuarto donde éso pasó (The Room where it Happened). En realidad, son solo 204 fojas sustantivas, más 20 que ofrecen fotos de momentos estelares, 22 con notas de pie de página y 40 que registran un copioso índice onomástico de los protagonistas citados en sus 15 capítulos.
Los avances publicitarios y los críticos apresurados solo resaltan ciertos pasajes anecdóticos donde se detecta la ignorancia geográfica del mandatario (¿“Finlandia, es satélite o parte de Rusia?”) o sus agrias opiniones acerca de sus homólogos, (“Todo lo que toca Macron, lo convierte en mierda”, página 173) así como su marcada hostilidad hacia Angela Merkel o Justin Trudeau, el desprecio a sus subalternos o a países que detesta. Sin embargo, las memorias de Bolton son algo más, mucho más. En primer término, nos retrata al presidente en calzoncillos, tal como es cotidianamente: improvisador impenitente, grosero en el trato humano, vulgar en su léxico diario, manipulador por excelencia, presa de una obsesión enfermiza por conservar el poder, con un ego que le atrofió la inteligencia, candidato a su reelección dispuesto a rifarlos más caros intereses nacionales a cambio de votos electorales. Avaro con los fondos fiscales, presto a sacrificar avances geopolíticos con tal de ahorrar unos miles de dólares.
Bolton, odiosamente ultraderechista, es además un académico riguroso y todos sus juicios están respaldados por fuentes seguras, con datos de relojería impecable, descripción de lugares y situaciones irrefutables. El memorioso funcionario anotaba con pasión de contador, sus charlas con Trump y los diálogos de éste con dignatarios extranjeros. Mementos de sabrosa tertulia son aquellos en que se preparaban planes de contingencia para cumbres o reuniones programadas para negociaciones bilaterales, en las cuales los cocineros principales aparte del autor, eran el secretario de Estado Mike Pompeo, el de Defensa, el del Tesoro, y otros adláteres que se juntaban en la famosa oficina oval para decidirla suerte del planeta:territorios escogidos a ser invadidos, bombardeos de puntos neurálgicos, sanciones económicas o simples intrigas diplomáticas. La enorme concentración de poder en manos de un solo hombre impredecible y cambiante ponía frecuentemente en aprietos a sus leales colaboradores que lo detestaban en silencio y soportaban humillaciones con estoico patriotismo.
Una condicionante recurrente del humor presidencial era y son sus tuits que por imprudentes e inesperados echaban por la borda arduas preparaciones en el frente externo. Las críticas de los medios y en las redes sociales eran pesadillas insoportables para Trump que provocaban sus estallidos temperamentales con interjecciones escatológicas como “holly shit” (mierda sagrada) o cuando evocaba la crisis en Afghanistan “we’re going to blow their fucking country into million pieces” (volaremos su maldito país en millones de pedazos).
Suafánde figurar en primera plana, lo lleva a promover encuentros con detestables autócratas, aun a costa de la seguridad nacional como con el norcoreano Kim Jong un, el turco Erdogan o con los talibanes a quienes estaba dispuesto a recibir en la Casa Blanca.
América Latina es casi inexistente en el universo geográfico de Trump, aparte de su promesa electoral de erigir aquel muro en la frontera con México o el fiasco de la elevación de Juan Guaidó a la presidencia de Venezuela, ni siquiera la relación con Cuba le preocupa. Eso sí, los votos hispanos en la Florida o en California están en su lista de seducciones.
En suma, la obra de Bolton es insoslayable para comprender el proceso de toma de decisiones en la Casa Blanca y conocer la singular personalidad de su actual inquilino.
*Es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia