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Cómplices

La violencia contra las mujeres es uno de los instrumentos de control del sistema dominante, que tiene el objetivo de paralizar con el miedo a la mitad de la humanidad. Es claro que es parte de una violencia estructural, del sistema económico, político y cultural. Esta violencia sistémica se manifiesta, en primera instancia, a través de los comportamientos machistas y violentos de los hombres cercanos, familiares, hacia las mujeres. Esta claridad es el aporte teórico político del proceso de cambio, con las leyes 243 y 348, que, aunque con vacíos, expresan el caminar de las organizaciones de mujeres en Bolivia: La violencia de los hombres hacia las mujeres está formando parte de la base que sustenta un sistema de dominación.

Es decir, el hombre indígena y trabajador, que también es explotado y discriminado, se hace cómplice del sistema, golpeando, discriminando, matando a las mujeres de su familia. Para que después el sistema de dominación patriarcal explote el doble o triple a las mujeres, les pague menos por igual trabajo, las venda y subaste en los prostíbulos y la trata y tráfico, no les permita la participación política, las discrimine imponiendo modelos estéticos y culturales, y demás elementos que hacen a una violencia estructural que es capitalista, colonialista y depredadora de la madre naturaleza.

O sea que luchar contra la violencia de los hombres hacia las mujeres es la primera tarea de un revolucionario y de una revolucionaria; es el punto de partida para creer que queremos de verdad una sociedad del “Vivir bien”. No pueden ser revolucionarios en la calle y torturadores en su casa. No podemos seguirnos matando entre nosotros, las mujeres somos la mitad revolucionaria de nuestro pueblo, la muerte de nuestras compañeras y hermanas es la muerte de nosotros y nosotras mismas. ¡Paremos los feminicidios!

Las mujeres del proceso de cambio desenmascaramos a un feminismo neoliberal y liberal, un feminismo oenegero que es cómplice del capitalismo, del racismo colonialista y del golpe autoritario a la democracia del pueblo. Mujeres de derecha fascista, que le sirvieron a los anteriores gobiernos de derecha y le siguen sirviendo hoy desde las plataformas ciudadanas y racistas. Son serviles a los dictámenes de Estados Unidos, el FMI. La tenemos clara, las mujeres no somos iguales, las mujeres del pueblo tenemos posición política y propuestas de futuro. Somos valientes defensoras de la vida, de todas las vidas. Valientes luchadoras contra el capitalismo y el racismo colonialista, recuperaremos la democracia para construir el Vivir bien.

Estas otras mujeres oportunistas, oenegeras y derechistas nunca levantaron la voz ante un sistema de muerte, máximo negociaron en los lobbys, leyes como la 1674, que no le hizo ni pellizco al sistema y más bien sirvió para fortalecer el machismo a través de la conciliación, conciliaciones que la mayoría de las veces fueron en contra de las mujeres. Desde el proceso de cambio se hicieron las mejores leyes para las mujeres, pero la ley no cambia las conductas y esa es nuestra tarea, acabar con la violencia hacia las mujeres, acabar con los femicidios, eso es parte de nuestras luchas para recuperar el proceso de cambio, y es una lucha de mujeres y hombres revolucionarios.

Julieta Paredes es feminista comunitaria.