Mucho por hacer
¿Es posible salirse del cerco que el coronavirus ha construido alrededor de la vida? La primera respuesta es que no. Pero el instinto de sobrevivencia nos lleva a pensar en el año pasado cuando éramos libres de la pandemia y los planes iban por otros rumbos. Por ejemplo, La Razón nos había planteado a algunos columnistas hablar sobre el futuro del periódico impreso. En ese momento no había duda en creer que el periódico en papel aún tenía larga vida y aunque todavía esa idea está vigente, también está claro que se debe agregar el verbo reinventar donde coexistan el impreso y el periódico digital convertido en multimedia. Todos estos son soportes y herramientas que no condicionan ni someten el contenido de la noticia, o a la convicción de los periodistas. En julio de 2019 era imposible imaginar que el periódico impreso ya no estaría todos los días a las 06.00 junto con el desayuno y que desaparecería la impresión dominical. Tampoco era posible proyectar que la ausencia se daría por algo totalmente ajeno a los cambios tecnológicos, que sería un enemigo invisible el que asolaría con todo y nos sumergiría en un cuento de ciencia ficción demasiado real, del que todavía no se conoce el final.
La radio era otro tema para cuestionar su vigencia, su capacidad para captar la imaginación de las generaciones actuales. ¿Por qué los radialistas creen que las redes sociales les ganan la batalla? Dan esa impresión cuando se remiten a leer mensajes que les llega al WhatsApp o el Facebook sin importar la pertinencia, la veracidad o el respeto que deberían guardar. La radio en general también tiene que reinventarse. ¿Dónde está la maga capaz de hacer imaginar otros mundos, otras épocas, otros sueños? ¿Dónde se fue la compañera de los más solos a la hora en la que la soledad duele más? La gente aún necesita de voces amigas que le hablen al oído, que la tranquilicen, que le narren cuentos. Todos tienen sed de aprender y valoran a quien les ayuda a descubrir conocimiento, a quien les muestra lo diverso que es el mundo, sus habitantes, sus historias y sus formas diarias de hacer la vida.
A pesar de las cuarentenas, rígidas, dinámicas o las que sean y por duros que sean los golpes, aún están las ganas de inventar, de construir otras historias, de seguir adelante con las viejas y las nuevas herramientas comunicacionales. La sociedad aún necesita que el periódico, impreso o digital, le proporcione información contrastada, que le oriente. Todavía el ser humano necesita que le hablen desde una radio, que se convierta en una amiga provocadora con la suficiente inteligencia para hacer imaginar las formas de mejorar nuestro mundo, de remozarlo, de humanizarlo. Hay mucho camino por andar y mucha vida por gastar.
Lucía Sauma es periodista.