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‘Mise en abyme’

Mise en abyme o caída en abismo es un artificio literario de múltiples aplicaciones, Lucien Dällenbach señala que se trata de un espejo interno en que se refleja el conjunto del relato por reduplicación simple, repetida y especiosa. Lo que tenemos cuando el texto trae consigo un mise en abyme son múltiples relatos en un relato, lo cual disemina el «un» a una pluralidad, a una diferencia.  Pero la caída en abismo no trata en sí de la unidad del relato sino de la multiplicidad del mismo, a las capas de relato que lo habitan, aunque es evidente que puede ser fundamental para la interpretación nunca acabada de una obra.

Veamos un ejemplo en la pintura, el llamado Retrato de Giovanni Arnolfi y su esposa de Jan van Eyck, o Las meninas de Diego Velázquez, la mise en abyme recae en el espejo, en lo que Foucault también ha llamado «heterotopia», en el otro lugar que refleja el espejo, en el afuera que la pintura misma muestra, que afecta la unidad y realiza a la vez una especie de paralaje que, más que distorsionar el objeto, lo abre a su multiplicidad que lo constituye. La caída en abismo también permite ver los fantasmas que recorren la obra.

La existencia de esta figura no trata de explicar mejor la obra, tampoco trata de ser una función distractora, el artificio muestra en sí la condición crítica de la obra, en tanto el espejo o la narración especular (si abandonamos la pintura y regresamos al texto) se reconfigura como un palimpsesto múltiple. Entonces, se trata de recuperar la idea de que todo texto es siempre un borrador, que hay un afuera que lo complementa, pero no en busca de la unidad, sino en busca de cuestionar justamente esa unidad. Se trata, a mi modo de entender, de una posibilidad, que existe en todo texto, de deconstrucción.

La interpretación de un texto precisa de una lectura atenta, pues la caída en abismo aflora de manera sutil e ingeniosa. El texto se encuentra en una constante deconstrucción nos dice Derrida, y la interpretación es una manera de sacar a la superficie un conjunto de posibilidades del texto, nunca todas, pero las suficientes para dejar la unidad en cuestionamiento y mirar de frente la singularidad de nuestra interpretación.

¿No hay una mise en abyme en el texto constitucional, cuando en el artículo 196, parágrafo II cuando señala que, en su función interpretativa, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) aplicará como criterio de interpretación, con preferencia, la voluntad del constituyente, de acuerdo con sus documentos, actas y resoluciones? ¿No es este el espejo de la obra? Y la caída en abismo es más compleja pues cada sentencia del TCP provoca una reconfiguración de la pretendida unidad del texto.

La mise en abyme nos enseña que no hay lecturas simples, sino lectores simplones.

Farit Rojas T. es abogado y filósofo.