Amazonía en la poscuarentena
A principios de agosto, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) publicó los datos sobre las exportaciones e importaciones del periodo 2005-2019, incluyendo la información registrada hasta junio de este año. Todo apunta a que el impacto que tendremos por la emergencia sanitaria del COVID-19 se visibilizará con una reducción tanto en las importaciones como en las exportaciones, confirmando la tendencia al bajo crecimiento porcentual en el Producto Interno Bruto (PIB) que venimos experimentando desde 2015. Las grandes preguntas siguen siendo cómo se reactivará la economía luego de la cuarentena y cuál será el impacto de esta reactivación en los recursos naturales que alberga nuestro país, en especial la Amazonía.
Los departamentos que más aportan al PIB nacional son Santa Cruz y La Paz, sumando juntos cerca del 30%. Son también los departamentos con mayor crecimiento, con 4,2% y 3,2%, respectivamente. En el caso cruceño, los principales productos exportados en lo que va del año fueron el gas natural y la soya, mientras que en el paceño, el oro en bruto. Casos distintos son los de Pando y Beni, que tienen a la castaña con y sin cáscara como uno de sus principales productos de exportación. No es un dato nuevo, sin embargo, los $us 54 millones por exportación de castaña que suman ambos departamentos apuntan a que el valor anual de exportación de este producto estará por debajo de sus valores históricos (encima de los $us 100 millones desde 2015). Por otra parte, en ambas regiones la exportación de oro en bruto fue alta, llegando a $us 167 millones.
Los bajos volúmenes de exportación de castaña confirman el escenario de vulnerabilidad que se anticipaba como resultado de la baja demanda internacional del producto, mermando la economía de miles de familias campesinas e indígenas que dependen de este recurso. El caso del oro parece ser una respuesta al incremento de la demanda internacional que alcanzó un valor histórico a principios de agosto ($us 2.067 la onza) y que ha experimentado una disminución en las últimas semanas. En el caso de Pando, Beni y el norte de La Paz, la minería aurífera combina actividades formales e informales con impactos socioambientales que aún desconocemos, que podrían acentuarse en la poscuarentena.
En este escenario, el esquema de entrega de bonos decretados por el Gobierno no será suficiente para reactivar la economía de la región amazónica. Fortalecer los espacios de articulación entre productores, empresarios, academia y sociedad civil sigue siendo clave, a la par de promover e implementar estrategias colaborativas de negociación y venta de frutos u otros productos de la Amazonía (asaí, por ejemplo), que podrían ser una solución, pero no la única. Las cadenas de suministro, producción y distribución han sido afectadas por la emergencia sanitaria y su recuperación implica inversiones que podrían darse en un marco de incentivos que aún no existe. El desafío es grande y no deja de ser incierto.
Daniel M. Larrea es es doctor en Ecología Tropical, investigador de la ACEAA.