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El porvenir del pasado

La ciudadanía en la actualidad aún se siente impactada hoy por lo que atravesó en estos meses, no solo porque la pandemia ha logrado prescribirnos ciertas pautas de vida diferente, sino porque fue una amenaza sobre su porvenir, empero, lo más lamentable es que es una experiencia que quedará marcada en la memoria viva de toda la población.

Esa realidad (COVID-19) todavía no fue controlada por completo, sin embargo está claro que el mundo no se quedará estancado, todo lo contrario, requerirá de grandes e importantes cambios en beneficio de la humanidad. Una situación que demuestra que en el siglo XXI se cometio una infinidad de errores, proyectando un desarrollo que dejó de lado al ser humano como el personaje más importante del planeta. Es preciso entender que la vida del pasado (modernidad) tuvo otra visión metafísica, ahistórica. En cambio, los tiempos actuales tienen un porvenir ya proyectado, que exige otra visión de nuevos horizontes, pues la realidad (coronavirus) ha demostrado la necesidad de darle un significado al futuro. Sobre todo, porque ese virus llegó para quedarse y debemos aprender a vivir con él. Sin embargo, no debe limitarnos a dar grandes saltos que exige el nuevo siglo, especialmente a las naciones menos desarrolladas.

No cabe duda que para el país son tiempos de nuevas realidades antes inimaginables y menos vivibles. Ahora los problemas económicos no solo aquejan a Bolivia sino al mundo entero. De cualquier manera, la realidad actual convirtió a la población en más creativa y al ciudadano en un ser reflexivo con miras a ser más independiente y reforzar sus conocimientos para las nuevas formas de lucha por la sobrevivencia. Una especie de reminiscencia del pasado por un porvenir renovador.

Esa verdad nos alienta a enfrentar con creatividad cualquier presente desolador, y eso lo comprobamos en los siguientes años. Si bien hoy existe un mayor número de desocupados y vendedores en la calle, su actitud frente a la vida ha cambiado. Algunos comerciantes, por ejemplo, se convirtieron en productores de distintos elementos de bioseguridad. Así los nuevos rumbos de supervivencia incentivaron a que algunos ciudadanos entiendan que son capaces de cambiar el rumbo de sus vidas con metas distintas a ser solo vendedores callejeros.

Confiemos en que esta realidad dejará atrás el hecho de que únicamente seamos oyentes o espectadores pasivos del desarrollo del país, y, por el contrario, seamos capaces de enfrentar nuestro crecimiento personal.

Otro hecho prioritario es comprender que vivimos una época que exige el involucramiento profundo en lo digital y que lo fundamental es crear institutos especializados obviamente de forma gratis y a cargo del Gobierno, que tiene como principal responsabilidad la educación. Empero ello no significa alejarnos de nuestra identidad cultural y participación ciudadana, sino comprender que es imperioso que las urbes pasen de lo local a lo global.

Tampoco se debe olvidar el ingreso de la población a otro tipo de vida y para ello quienes dirigen la ciudad deben comprender que aquélla necesita la cualificación de los espacios verdes, jardines, parques, bosquecillos, para recuperar su vida sana, ya que el encierro de tantos meses lastimó emocionalmente y en muchos casos la enfermó

Así, se trata de que caminen hacia un porvenir prometedor sin abandonar el pasado. “Mirar un porvenir como una especie de polifonía ideal del entrecruzamiento de la vida informacional, lo virtualmente infinito y la identidad sin nostalgia alguna”. Con ello, llevar al porvenir al ciudadano, dejando un pasado limitativo.

Patricia Vargas es arquitecta.