Ampliar el debate a la sociedad civil
Las elecciones del próximo 18 de octubre constituyen una bisagra entre el final de un ciclo político hegemonizado por el MAS, que durante 14 años dispuso de condiciones excepcionales para gobernar a lo largo de tres periodos presidenciales, y el inicio de un nuevo ciclo político caracterizado por complejas circunstancias internas y externas, que demandan una nueva gobernanza, nuevos acomodos institucionales y un nuevo estilo de liderazgos dispuestos a negociar y establecer acuerdos transparentes con miras a responder a los diversos desafíos que ya se pueden identificar con cierta certeza.
La crisis nacional, alimentada desde varios ámbitos de la realidad nacional, adquiere nuevas perspectivas cuando el análisis toma en cuenta la recesión internacional de larga duración en la economía mundial, la fragmentación de las relaciones económicas en varias zonas económicas, la reorganización de las corrientes comerciales y los impactos del cambio climático, así como las fuerzas políticas centrífugas que se han instalado en América Latina, lo que ha ocasionado que la región latinoamericana sea en términos comparativos la más afectada por el COVID-19, la caída del crecimiento, el aumento del desempleo y el retroceso en los indicadores sociales básicos.
Traigo a colación esta suerte de catálogo de desafíos emergentes a fin de contrastarlos con la situación imperante en nuestro escenario electoral, puesto que las próximas elecciones se llevarán a cabo en una atmósfera de dualidad de poderes, ostensibles debilidades institucionales, así como de una aguda polarización política, que en conjunto impiden la realización de debates sobre temas sustantivos, idóneos para dotar a los electores de algún grado de certidumbre sobre la predisposición y las capacidades de los diferentes candidatos para establecer acuerdos y consensos significativos respecto de asuntos primordiales del país.
La polarización política y la ausencia de debates verdaderos a que hago referencia, determinan que la ciudadanía carezca de criterios y argumentos sólidos a la hora de emitir su voto por el candidato que muestre mejores atributos para enfrentar con pertinencia, equidad y eficacia las diversas crisis en que se debate el país.
Como tareas imprescindibles de la próxima gestión de gobierno hay que mencionar el establecimiento de una gobernabilidad democrática, el fortalecimiento del sistema de salud y la reactivación económica, en primer lugar, sin descuidar las cuestiones más complejas de la reforma de la Justicia, la readecuación del modelo productivo, la reforma tributaria y el pacto fiscal.
Cada uno de estos temas se puede abordar desde diversas posiciones ideológicas y expresiones concretas de intereses sectoriales y regionales, que se traducen luego en opciones diferentes de gobierno.
Entre los temas que demandarán negociaciones y compromisos difíciles cabe mencionar sin duda la definición de las políticas públicas que requieren la conducción por parte del Estado, por un lado, y aquellas otras que pueden llevar a cabo diferentes agentes privados a partir de las señales que proporcionan los mercados, por otra. No se trata de un cotejo académico abstracto, sino de la necesidad concreta de resolver situaciones urgentes relacionadas, por ejemplo, con el fortalecimiento efectivo del sistema de salud, así como de la instalación de la infraestructura tecnológica imprescindible para la educación escolar mediante reuniones no presenciales, bajo condiciones de severa estrechez fiscal y dificultades de acceso a fuentes internacionales de financiamiento.
Ante la ausencia de debates sobre estos temas entre los candidatos, sería de gran utilidad que ilustrados académicos y organizaciones de la sociedad civil proporcionen opciones y propuestas macizas sobre estas materias y otras equivalentes.
Horst Grebe es economista.