Voces

Monday 27 Nov 2023 | Actualizado a 09:15 AM

Voto útil, pero a la inversa

/ 28 de septiembre de 2020 / 03:04

La cruzada conspirativa previa al golpe de Estado, el 10 de noviembre de 2019, fue consecuencia de un conjunto de acontecimientos que respondían a una misma lógica desestabilizadora. En esa estrategia, Carlos Mesa, candidato presidencial de Comunidad Ciudadana (CC), fue una pieza clave del complot y momentáneamente se convirtió en el candidato de la oligarquía cruceña que, al carecer de un candidato propio, hizo campaña por él para que derrote a Evo Morales. Así, nació el discurso del “voto útil” a favor del candidato de CC, pero, a la vez, le convirtió en un peón movido por el entonces presidente del Comité Pro Santa Cruz (CPSC), Luis Fernando Camacho.

La noche de las elecciones, sin saber exactamente los resultados oficiales, Mesa salió a la palestra mediática para proclamar la segunda vuelta y convocó a la población a “cuidar el voto” que desembocó en la quema de tribunales electorales. Días después, esgrimió el discurso del fraude electoral y se alineó a las directrices del CPSC. Consiguientemente, Mesa devino en “rehén” de otros. 

Cuando Mesa asumió una postura moderada, ya era tarde. En el decurso de los acontecimientos, la postura maximalista fue arrastrando peligrosamente a la moderada. Mesa nunca tuvo iniciativa y tampoco asumió para él los votos conseguidos quizás porque consideraba “votos prestados”, especialmente los de Santa Cruz. Así, se engendró el complejo del “alquiler de votos”. Como en el pasado, una vez más, Mesa quedó atrapado, en los tentáculos de Camacho. Perdió su liderazgo de opositor conseguido amén a las elecciones de 2019. Mientras, Camacho convocaba a los propios adherentes de Mesa a manifestaciones “cívicas” con un discurso antipartidario.  O sea, el candidato de CC tenía la gran oportunidad de salir como ganador de ese entuerto político, entre otras cosas, si hubiese aceptado la segunda vuelta que le hubiera beneficiado, más aún en un ambiente signado por el discurso de la supuesta trampa electoral que salpicaba al gobierno de Morales. Pero, Camacho le asustó y Mesa se arrinconó.

Era un escenario trazado por Camacho. A él no le interesaba el informe de auditoría de la OEA, simplemente por dos razones: si el informe decía que no hubo fraude, Morales tenía el camino expedito para su cuarto mandato, pero dijo que existió irregularidades en las elecciones, entonces se abrió la posibilidad de una segunda vuelta. En ese escenario, Mesa sería el gran beneficiado amén a esta movilización que puso en vilo al gobierno del MAS. En suma, a Camacho no le convenía ninguna de esas opciones: Morales o Mesa. Por eso insistió en nuevas elecciones quizás porque en esos comicios ya “no prestaría” votos a nadie. Así, Mesa quedó descolocado. Con el distanciamiento entre Camacho y Mesa se reforzó la postura radical que apostó al “todo o nada”, a la salida que conducía a la ruptura constitucional, en la cual Mesa paradójicamente fue parte del engranaje golpista. ¿Camacho, a quién puso a jaque? A nadie, simplemente pateó el tablero. Allí no solo Morales o Mesa perdieron, sino la democracia.

Un año después, ante la declinación de la presidenta transitoria, Jeanine Áñez, al ruedo electoral, esos votos no irán automáticamente a reforzar el caudal de votos de Mesa, sino de Camacho, hoy candidato, especialmente en Santa Cruz y el Beni. Además, la oligarquía cruceña nunca vio al expresidente como su opción, hoy apuestan que el voto útil sea para Camacho. Entonces, en este escenario quizás el gran perdedor sea Mesa.

Yuri Tórrez es sociólogo.

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40 años de anticolonialismo del THOA

/ 26 de noviembre de 2023 / 00:35

El pasado 13 de noviembre, el Taller de Historia Oral Andina (THOA) celebró 40 años de vida ininterrumpida de comunidad de intelectuales- investigadores aymaras, quechuas y urus. Se gestó, creó y dio sus primeros pasos en la carrera de sociología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), en la ciudad de La Paz.

Desde sus inicios, el THOA planteó y proyecta alternativas epistémicas de convivencia intercultural de carácter holístico en el conocimiento y la otra investigación en las ciencias sociales y humanísticas. Apostó y apuesta a la producción del pensamiento propio, crítico y anticolonial, basada en la re-valoración y la recuperación de la memoria colectiva de las civilizaciones andinas, amazónicas y del Chaco boliviano, reconociendo la importancia de preservar la historia y la cultura para construir una identidad propia y promover el respeto a la diversidad cultural.

Las cuatro décadas están marcadas de múltiples actividades, como la otra investigación histórica social, con fuerte énfasis en los movimientos indígenas, campesinos y obreros del pasado y el presente. La reconstitución y el fortalecimiento de los ayllus y comunidades aymaras, quechuas y urus. El THOA apoyó decisivamente a la conformación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq), en sus niveles regionales y nacional, que fue cristalizada en 1997.

También apostó por una producción de radionovelas y teatro en lenguas ancestrales. Una de las producciones más exitosas es la radionovela en aymara Santos Marka T’ula, en 1987. También fueron producidos otras como Qullasuy markan sarnaqawipa (1988) y Tuturani, en 1991. La elaboración de videos es otra de sus acciones. Uno de los trabajos de rescate documental más importante es la teatralización comunal El sueño de Waylla wisa, que se efectuó — y aún se efectúa— en Caracollo, en el departamento de Oruro. Trata del encontronazo de los Inka con los españoles. La apuesta por una editorial bilingüe y propia es otra de sus experiencias. La editorial Aruwiyiri (El que incendia o esparce fuego con la voz) y luego Samiri (acción de respirar) son espacios de difusión de sus trabajos.

En 2006 el THOA fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanas, en la categoría Contribución Institucional para el Desarrollo de la Investigación Científica, otorgado por el Programa para la Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB). También recibió la Condecoración Prócer Pedro Domingo Murillo en 2016, por el Gobierno Municipal Autónomo de La Paz.

La semana aniversario del THOA, del 13 al 17 del presente, estuvo marcada de un nutrido programa de exposición de fotografías, afiches, videos documentales y libros producidos. Los dos primeros días se desarrolló la transmisión generacional de testimonios, de cómo fueron los grandes momentos del THOA, desde la voz de los fundadores, como Silvia Rivera, Vitaliano Soria y Esteban Ticona. En posteriores días, estas actividades fueron profundizadas con integrantes e invitados extranjeros, sea vía virtual o presencial. Destacamos la ponencia de Mamoru Fujita desde Japón y desde Estados Unidos participaron Sinclair Thomson, Waskar Ari y Beng Dang. Para esta ocasión celebratoria, hubo la visita de dos investigadoras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Berenice Ortega y Selene Figueroa. Entre las nacionales recibimos la grata participación de Alejandra Carranza, a quien conocimos en un momento de combate cultural. Ella tuvo el gran gesto de compartir su pequeño espacio en la Feria del Libro de La Paz, en agosto del presente, cuando fuimos “raleados” o discriminados por los organizadores del evento. Además, se presentaron ocho publicaciones recientes de las tres generaciones que conforman actualmente la comunidad THOA.

En un medio cultural del show y el espectáculo, recibimos muy poco apoyo a nuestras actividades. Excepto la FES Bolivia, que se sumó al festejo de las cuatro décadas publicando un libro con cuatros obras pioneras del THOA. Finalmente, es importante recordar a algunos cofundadores y protagonistas de la comunidad que ya no están físicamente, como Ramón Conde, Felipe Santos, Ruth Flores, Roberto Santos y Demetrio Marca. Pusi tunka marawa amtasiwayata THOA sutini irnaqirinakaxa. Qhip nayr uñtasis sarnaqapxañani. Jallalla THOA!!!

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo. 

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Argentina-Bolivia: previsibles complicaciones

/ 26 de noviembre de 2023 / 00:33

Después de todo el “fenómeno Milei” no es tan nuevo como aparenta. Lo únicamente novedoso serían sus poses recalcitrantes, sus insultos desaforados y racistas, aspectos que terminaron cautivando a las desencantadas clases medias, sobre todo gracias a la complicidad de muchos medios de difusión que le festejaban sus exabruptos. Sin embargo, lo esencial de sus propuestas es sobradamente conocido: ajuste estructural, alza de tarifas de los servicios, privatización de las empresas del Estado, apertura irrestricta a la inversión externa a cambio de la entrega del control de los recursos naturales, despidos masivos, rebaja de impuestos a las grandes corporaciones. En fin, con algunos matices propios, se trata ni más ni menos del modelo neoliberal que contra viento y marea se ha intentado aplicar, sin éxito, en varios de nuestros países; en la propia Argentina con Menem (el peronismo da para todo), en el Chile de Pinochet, así como también en la Bolivia del último Paz Estenssoro y de Sánchez de Lozada. A pesar de la democracia vigente, aquí necesitaron un gigantesco cerco militar en Kalamarka acompañado de un estado de sitio para dispersar la Marcha por la Vida de los mineros y luego arrojar a la calle a más de 25.000 de ellos (1986). También volvieron a utilizar la matanza de trabadores para “pacificar” y dar garantías a inversionistas y comercializadores de minerales (Amayapampa y Capasirca, 1996).

Regresando al sur, tarde o temprano, los argentinos tendrán que admitir que no aprendieron las lecciones del pasado reciente, que tropezaron con la misma piedra y cayeron otra vez con estrépito. Pero, es imposible minimizar el impacto que en diferentes planos tendrá este cambio inimaginable hace poco tiempo atrás. De hecho, ya hay varios políticos que traman remedar las groseras gesticulaciones de Milei y copiar sus extravagantes planteamientos. El contexto regional latinoamericano sufrirá alteraciones tangibles y nuevos realineamientos, con la adhesión aparentemente incondicional del nuevo gobierno argentino al hegemonismo estadounidense, que se suma a Novoa del Ecuador y a la latente amenaza de regresión en Chile. Se debilita el bloque progresista que propugna una relación multipolar y de respeto a la soberanía de las naciones.

En el plano bilateral el panorama es aún más complejo. A la confrontación de ideas, se añade la presencia de varios cientos de miles de bolivianos residentes en Argentina (otros dan por sentado que pasamos de un millón), las sacudidas del intercambio económico (desde el próximo año dejaremos de venderle gas y quizás tendremos más bien que comprarle energéticos; el flujo comercial ilegal alimentado por el contrabando y las diferencias cambiarias, etc).

Ciertamente, la representación boliviana en el país vecino necesita ahora, más que nunca, diplomáticos sumamente capacitados y habilidosos para sortear las dificultades que se avizoran en el camino, lo mismo que un manejo cuidadoso y proactivo desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y desde la Presidencia. Ojalá que, por lo menos en este caso, la improvisación y el cuoteo prebendal de los cargos sean efectivamente desterrados. La sustitución del titular de esa cartera, que debe procesarse estos días dado que Rogelio Mayta asume otras funciones, es una oportunidad inmejorable para proceder a esos cambios que se caen de maduros.

Carlos Soria Galvarro es periodista. 

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¿Por qué las feministas odiamos a Milei?

/ 26 de noviembre de 2023 / 00:29

El ensayo distópico por el que las argentinas y argentinos han optado en las elecciones del pasado domingo, nos ha llevado a contener la respiración y reflexionar en torno a la pulsión social que lleva al país de los pañuelos verdes a votar por un fascismo de mercado. Entre las múltiples razones para preocuparse por este personaje (propuestas insensatas, una personalidad agresiva, intolerancia a distintos puntos de vista, entre otras), quisiera enfocarme en un aspecto en particular: las múltiples amenazas que Milei, siendo candidato, se ha despachado en contra de los derechos de las mujeres.

La periodista argentina Agustina Paz sostiene con propiedad que, a pesar de las apariencias, Milei no es un loco sino un liberal, y uno absolutamente consistente con el neoliberalismo. Y es un claro ejemplo de esa combinación de “libertario” en lo económico, pero profundamente conservador en lo social. Un hijo sano del patriarcado y el capitalismo.

Cuando habla de economía, Milei suele ser incomprensible, excepto por su pulsión por poner a la venta todo. Es muy conocida su posición en torno a la venta de órganos, o la privatización de los ríos, y cuando se le pregunta ¿y la venta de hijos e hijas? Su respuesta es por demás ambigua: “depende en qué términos estés pensando”. Tal vez él no pensó que su respuesta normaliza, por ejemplo, la venta de niñas como esposas de hombres adultos, una práctica que viola cualquier principio de la libertad individual que él exalta.

Al plantearse la venta de órganos, Milei se pregunta: «¿Por qué no puedo decidir sobre mi cuerpo? ¿Cuál es el problema? Mi primera propiedad es mi cuerpo». Esta irrestricta libertad es legítima, excepto si eres mujer. Cuando se trata del derecho de las mujeres a decidir sobre un embarazo no deseado, el argumento cambia: «La mujer puede elegir sobre su cuerpo, pero lo que tiene dentro del vientre no es su cuerpo, es otro individuo», opina.

Otra de las propuestas del candidato libertario es eliminar la Educación Sexual Integral (ESI) de las escuelas públicas, por ser un mecanismo para “deformarle la cabeza a la gente”. Y esta posición fue “complementada” por Lilia Lemoine, candidata a diputada por el partido de Milei, quien impulsa una ley para que los padres varones puedan renunciar a la paternidad. “No me parece justo que un hombre tenga que hacerse cargo económicamente de una criatura cuando no lo quiso tener», indicó la libertaria.

Por último, en Milei, el negacionismo del cambio climático corre en paralelo con su rechazo del concepto de feminicidio, patriarcado y discriminación de género. Ante una pregunta de la periodista María O’Donnell sobre la brecha salarial, afirmó: «Si las mujeres ganaran menos que los hombres, las empresas estarían llenas de ellas». Una afirmación que pone en entredicho, por ejemplo, 50 años de investigación de la premio Nobel de Economía Claudia Goldin.

Uno de los elementos comunes a todas las nuevas derechas es el antifeminismo y el discurso antigénero. Ya lo advirtió Nancy Fraser al referirse a los votantes de Trump: los hombres blancos trabajadores heterosexuales estaban hartos de que los derechos fueran para las mujeres, población LGBT, minorías étnicas, comunidades migrantes… todos menos para ellos. Y, como seguramente les gusta afirmar a muchos, “ la culpa de todo la tienen las feministas”. Y parece que algunos argentinos también sienten vulnerados sus privilegios. Una tuitera lo resumió de esta manera, “el backlash es tal que las víctimas del feminismo van a ganar las elecciones”.

Es lógico, entonces, que Milei odie al feminismo y que las feministas seamos recíprocas en ese sentimiento.

Lourdes Montero es cientista social. 

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Pacto, esa mala palabra

/ 26 de noviembre de 2023 / 00:25

La palabra pacto, en Bolivia, es hija de la palabra gobernabilidad. Y se consagró con presuntuoso nombre: “democracia pactada”. La palabra gobernabilidad, ya se sabe, además de larga, es sospechosa y fea. La palabra pacto, en tanto, que gozaba de gran prestigio, ahora es una mala palabra. Con sus coaliciones promiscuas y contra natura, la democracia (im)pactada degradó tanto el pacto, que lo convirtió en sinónimo de corrupción política. Hoy quienes pactan son vendidos y “traidores”.

Más allá de las etiquetas y sus temporalidades, el pacto es bueno cuando se necesita; pareciera una perversión, en cambio, si resulta prescindible. Entre 1985 y 2003, con partidos minoritarios, el pacto fue condición de estabilidad política. Había que garantizar mayoría aritmética oficialista en el Congreso para ahuyentar el “trauma de ingobernabilidad”. De 2005 a 2019, con gobierno monocolor, no había obligación ni incentivos para pactar. Hoy el pacto ha vuelto a ser necesario.

¿Cómo recuperar la cualidad democrática del pacto? Habría que trenzar pactos de nuevo tipo. Para ello, la premisa es quebrar la persistente asociación del pacto con la lógica/memoria de las coaliciones multipartidistas del “Bolivia se nos muere”, el “entronque histórico” cruzando ríos de sangre, el pacto por la cerveza, las megacoaliciones con exdictador, en fin, el “qué difícil es amar a Bolivia”. Hay que descontaminar las razones y las prácticas del pacto político.

Dado el estigma del pacto, quizás sea más sano cambiar el alcance y la palabra. Algo más sencillo y expedito, menos intoxicado: el acuerdo. ¿Es posible que los actores políticos relevantes, esos que cuentan por su potencial de gobierno, de coalición o de chantaje, logren acuerdos mínimos? No hablo de acuerdos sustantivos ni programáticos, sino solo procedimentales. Acuerdos puntuales de estabilidad. Tampoco se trata de tejer una endeble “democracia acordada”.

Y no pienso solo en el actual escenario de gobierno dividido, con un oficialismo minoritario en la Asamblea y el riesgo comprobado de parálisis decisoria y bloqueo institucional (por mano de arcistas, evistas y opositores). Diviso en especial el horizonte poselectoral 2025: lejos tanto del MAS-IPSP predominante, en un extremo, como de la atomización, en el otro. Quizás más bien con un sistema de partidos de pluralismo polarizado, esto es, con necesidad de acuerdos.

Acuerdos de nuevo tipo, entonces. ¿Son acaso posibles? Acuerdos asentados en principios y valores antes que en cuoteo, prebenda, intereses particulares, amenazas, cerco, imposición, veto. Parece demasiado. La palabra acuerdo será hija del ejercicio del acuerdo o no será.

 FadoCracia fraudulenta

1. Tres días antes del balotaje en Argentina, los apoderados de Milei denunciaron que, en la primera vuelta, hubo “fraude colosal”. 2. Tardaron 24 horas en desdecirse: “no presentamos pruebas, no fue una denuncia, solo un pedido para que se extremen recaudos” (sic). 3. Se trataba, en realidad, de una colosal acusación preventiva: si gana Massa, gritamos fraude. ¿Suena conocido? 4. Ganó Milei, Massa no denunció fraude libertario y que viva la democracia. 5. El problema es cuando los derrotados en las urnas no aceptan el resultado y, sin pruebas, cantan fraude. Hay antecedentes: “fraude monumental” (Carlos Diego, elecciones 2019 en Bolivia), “fraude generalizado” (Donald, elecciones 2020 en Estados Unidos), “fraude sistemático” (Keiko, elecciones 2021 en Perú), “fraude escandaloso” (Jair, elecciones 2022 en Brasil). 6. Colosal, monumental, generalizado, sistemático, escandaloso… Hay un patrón fraudulento en quienes proclaman fraude por anticipado y, luego, lo agitan como bandera. 7. Están también los que, en nombre del “fraude”, tocan las puertas de los cuarteles. La democracia merece mejores perdedores.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Mambrú y la guerra

/ 26 de noviembre de 2023 / 00:21

Las canciones infantiles que aprendimos, al verlas a la luz crítica, son toda una descubierta de los mecanismos controladores y perversos del sistema patriarcal. Desde pequeñas y pequeños vamos a naturalizar la violencia en todas sus formas. En la escuela, como niñas y niños inocentemente hemos cantado: “Botón colorado mató a su mujer, con un cuchillito de punta alfiler…”, “Mambrú se fue a la guerra, chirivín chirivín chin chin…”, “Arroz con leche me quiero casar, con una señorita de San Nicolás, que sepa cocer, que sepa bordar…” Toda una serie de letras altamente violentas, destinadas a naturalizar — desde el lenguaje y la música— la violencia, la sumisión y el machismo, entre otros males.

La guerra es un invento patriarcal donde principalmente los hombres van a construir la concepción de ejército. El ejército, deliberadamente, se organiza y prepara para combatir. Aclarar que una cosa muy diferente es organizarse para la defensa ante un ataque, otra cosa es atacar sin que haya habido un ataque previo. Ese es el meollo de la discusión. Cuando te defiendes, la organización de la defensa tiene una fecha de vencimiento, es una organización de corto plazo.

La permanencia de los ejércitos siempre ha estado ligada a la construcción del poder en un territorio. Son los Estados-nación que hoy se declaran con el poder de usar la llamada violencia legal. Son los Estados que tienen el permiso social y dan el dinero fruto del trabajo de los pueblos para mantener los ejércitos, que siempre están preparados para la guerra.

Las guerras en este siglo son televisadas como si fueran cine y ¡no son cine, miles de hombres y mujeres de todas las edades están muriendo de verdad! La guerra en Palestina, que comienza con la ocupación del territorio palestino por parte de un invento del país llamado Israel. La legítima defensa del pueblo palestino defiende su territorio. Desde entonces, Israel es un país de militares guerreros, todos y todas son soldados a los que después de servir en el ejército les dan un dinero para que viajen y se diviertan. Son esos soldados que vienen a Bolivia de civiles y hacen todo tipo de abusos y escándalos denunciados en diferentes medios.

El estremecimiento de mi cuerpo al ver cómo wawitas y mujeres palestinas son asesinadas, hombres civiles ancianos son asesinados por cuidar sus casas, su territorio. Ver a niñas y niños que, vestidos de blanco, salieron a protestar y reclamar por sus vidas. ¿Se imaginan?, las wawas denunciando, gritando en las calles que las están matando y pidiendo que no las maten. La impotencia me nubla los ojos y me cuestiono cuán efectiva —de nuestra parte— son las luchas por la justicia y el “vivir bien”, ese summa qhamaña —que no es solo para Bolivia— que construimos y soñamos desde el proceso de cambios. Estamos hundiéndonos en peleas mezquinas, aquí en Bolivia. Por ese camino, nuestros Mambrús seguirán muriendo en guerras de hermanos contra hermanos.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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