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Inconsciencia

El mundo en llamas es uno de tantos titulares que preponderó en las últimas semanas por la prensa nacional e internacional. Pues sí, nuestra Madre Tierra arde por nuestra negligencia; el cambio climático desde hace dos siglos indica que la temperatura del planeta entró en estado de fiebre y que con el pasar de los años se está haciendo más aguda, sin embargo, seguimos echando más leña al fuego.

Ante toda la evidencia científica, prepondera la inconsciencia. Los glaciares y hielo en las zonas polares cumplen la función de regular la temperatura global y mantener en equilibrio la acidez y alcalinidad de los mares, hoy están en el punto de no retorno. El hielo de la Antártida se derrite hasta seis veces más rápido que hace 40 años.

La humanidad alteró el 75% de la superficie terrestre, según informe del IPBES y la biodiversidad está en un punto crítico: el 84% de especies acuáticas disminuyeron. La Amazonía, el pulmón y reservorio de agua dulce presenta síntomas de pérdida de funcionalidad en sus ecosistemas. Un estudio de RAISG (Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada) indica que su capacidad de almacenamiento de carbono disminuyó no solo por deforestación, sino que casi la mitad es por degradación de los bosques; este dato debe alarmarnos, los bosques se degradan por los incendios y las sequías cada vez más extremas.

La intolerancia y el creernos especie superior que puede modificar la genética pasando parámetros de ética a título de combatir plagas, enfermedades y mejorar rendimiento en la producción, hoy nos cobran factura. La salud de los ecosistemas está en fase de deterioro, así lo demuestra el sitio Ramsar Laguna Concepción, un humedal clave para la producción está en agonía, miles de peces y fauna acuática perecieron porque la escasa lámina de agua está contaminada y sedimentada por la deforestación de casi todo su entorno.

Impotencia es lo que se siente ante casos de crueldad sucedidos con el tucán Tuki Tuki, la osa hormiguera Valentina, y cientos de animales que mueren en silencio y quedan invisibles porque no avanzamos en racionalidad. Mientras sociedades más avanzadas buscan revertir el daño, muchos apoyan el desarrollo enfocado en eliminar bosque para el agronegocio; es equivocado pensar que el bosque en pie es tierra floja.

Estamos al límite de tiempo, las acciones deben ser acertadas para salvar el planeta. En época electoral es crucial analizar y evaluar propuestas ambientales que vislumbren el cuidado de nuestra naturaleza como la base del desarrollo. Planeta sano, debe ser la premisa de la política ambiental. Cuanto más sigamos fracturando la naturaleza y no frenemos el comercio ilegal de vida silvestre, es probable que surja otra pandemia. Nos enfrentamos a una crisis ambiental sin precedentes. Es tiempo de actuar con racionalidad y consciencia ambiental.

Marlene Quintanilla es directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la Fundación Amigos de la Naturaleza.