Política y emociones
“Toda etapa de elecciones es un tiempo nuevo, una especie de práctica de estrategias orientadas a obtener propuestas e interacciones que colaboren en conformar y dirigir un país y mucho más motiven a los políticos a presentar nuevas visiones del futuro de sus naciones”.
Palabras que nos demuestran que son tiempos en que el planeta exige evolución tanto en las estrategias destinadas a construir un país con nuevas visiones de futuro, como en las propuestas que respondan verdaderamente a las necesidades de la población. El inicio de la reconstrucción de un futuro distinto comienza en 2020 y éste debiera estar acompañado de una perspectiva clara sobre ese mañana.
Lo singular es que son tiempos en que se requiere todo tipo de planteamientos: desde cómo funcionará el próximo gobierno, las cualidades que lo respaldarán, cómo se entenderá a partir de hoy a la ciudadanía. Todo dentro de una visión de país más transparente, en la que desaparezcan aquellas realidades inestables o vagamente comprendidas por una consciencia supraindividual.
A pesar de todo ello, es importante recordar que hay nuevas exigencias en Bolivia, las cuales demandan una mirada evolucionada, que no deje de atender aspectos resueltos como el de la información a la población sobre los planes y programas con propaganda política que exponga y dé a conocer los valores y perspectivas de los candidatos de forma abierta y reiterada, si es posible.
Y para aquello no solo deben estar los debates, sino la comunicación de los candidatos con la población, sin olvidar que su propaganda debe ser hoy más diversa que nunca tanto en lo real como en lo virtual; ambos sistemas organizados con una mirada al futuro.
En lo que se refiere a las grandes e impactantes concentraciones ciudadanas que antes producían una eclosión de efervescentes pasiones en el espacio público durante la época de elecciones gubernamentales, hoy aquellas han disminuido por las circunstancias actuales y las exigencias de bioseguridad. Sin embargo, esto no quiere decir que la riqueza de la expresión corporal que acostumbraban recibir esos importantes espacios políticos haya desaparecido, sino que su densidad mermó.
En cuanto a las campañas políticas virtuales tienen una amplia difusión en las ciudades. Su dinamismo no deja de asombrar y menos evidenciar que la virtualización no es una desrealización de la propaganda electoral del pasado mediato, sino la transmisión de una propuesta en un conjunto de posibles.
Así, lo que se observa y escucha son videos, entrevistas, comentarios juego de pensamientos, ataques a los adversarios, y múltiples y nuevas formas de exponer las cualidades de las fuerzas partidarias.
De esa manera, la propaganda política virtual logró dejar atrás la forma tradicional de hacer proselitismo, aunque su eficacia simbólica nunca se comparará, por ejemplo, con las multitudinarias concentraciones en la plaza San Francisco, un espacio político útil para los discursos y cierres de campaña. Empero, lo virtual tiene la cualidad de una velocidad de difusión tan grande, que su transmisión es casi instantánea.
Es evidente que 2020 nos ha llevado a tiempos nada sencillos, en los que se necesita mayor creatividad y celeridad para lanzar propuestas de corte virtual o real, que sean capaces de dirigir las ideas e ideales hacia la dinamización de las fuerzas con miras al mañana. Un camino virtual hacia la esperanza que ofrecen los distintos partidos a la población en tiempos de cálculo político.
“No cabe duda que son momentos en que renace la subjetividad, el requisito innegable de la política”.
Patricia Vargas es arquitecta