Repensar nuestro feminismo
En enero de este año publiqué en este espacio un artículo denominado Fue por el feminismo, su contenido nació en el intento de hacer un paralelismo del actual Gobierno transitorio con el que encabezó Rodríguez Veltzé hace 15 años. A medida que recorría el ejercicio de sucesión presidencial de 2005 con el de 2019 se hizo evidente una importante diferencia que radicaba en la presencia de mujeres en la línea de sucesión constitucional, esto como producto de los esfuerzos que históricamente se han realizado desde algunos feminismos cuya lucha pone buena parte de sus esfuerzos en la participación política de la mujer teniendo como horizonte la democracia paritaria. De alguna manera esa variable (junto a otras) viabilizó que, luego de la renuncia de Morales y una suerte de reacomodo político el país quedara a la cabeza de Áñez y Copa. Así también nació el título que le puse a esa nota de opinión.
Aunque la manera en que este gobierno llegó al poder fue —por decir lo menos— anómala y los sucesos de noviembre de 2019 aún continúan sobre la mesa de debate nacional e internacional, el haber transitado estos largos meses pandémicos en medio de una crisis política ha permitido sacar a flote complejas problemáticas estructurales que datan de la época colonial y republicana, que no solo no pudieron ser resueltas durante el último largo gobierno de Evo Morales sino que varias habían sido puestas “bajo la alfombra” para darle paso a una puesta en escena estatal que, primero, poco a poco fue ralentizando la implementación de un verdadero Estado Plurinacional para luego, en dirección opuesta, dar cabida a un proceso de desconstitucionalización. Y que hoy simplemente ha desaparecido de los horizontes institucionales nacionales producto del momento de transición irresuelto que vivimos.
Por varias décadas las diferencias entre los diversos feminismos han estado sobre la mesa, aunque con los años éstas se han hecho más visibles ante gran parte de nuestra sociedad. Y aunque se registran importantes avances sobre los que no hay que permitir retrocesos también es importante identificar los riesgos que se han instalado dentro de éstos. Concretamente, tras lo que hemos presenciado se hace crucial para algunos feminismos instalar un debate en torno a la calidad de la representación y participación política de las mujeres que llegan a cargos de poder, pues no debiera ocurrir que una causa tan justa como la inclusión política rinda solo resultados cuantitativos y no cualitativos. Si algún feminismo no puede transformar el contenido de la política patriarcal sino solo su apariencia, algo está fallando. De ello quedará —como objeto de amplia reflexión histórica— el recuerdo de una mujer que, de manera azarosa, accedió a una presidencia transitoria que fue ejercida de la manera más patriarcal y traumática, tanto para nuestras causas compartidas como para nuestra democracia.
Lo más probable es que entre las consecuencias de todo este opaco tiempo se materialice el ingreso por la vía democrática de corrientes reaccionarias y fundamentalistas (es decir, fascistas) a los espacios legítimos e institucionales del poder político, poniéndonos a tono con lo que ocurre regional y globalmente.
Los antídotos ante esta arremetida vendrán en clave de feminismo junto al enorme desafío de repensarlo en sus mayores aciertos y errores, como única manera de fortalecer los feminismos que tenemos. Y también en clave de autocrítica propia por la mirada acrítica o el silencio, como mejor manera de construir a las feministas que queremos ser.
Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka