La pandemia de coronavirus ha obligado a millones de los niños más pobres del mundo a suspender su educación e ir a trabajar para ayudar a mantener a sus familias, ya que las escuelas han cerrado y los ingresos de los padres han disminuido o han desaparecido. Gran parte de sus empleos son ilegales. A continuación presentamos algunos hallazgos clave del informe de The New York Times sobre las condiciones de estos niños pobres.

El trabajo es a menudo peligroso e ilegal. Exalumnos han sido obligados a realizar labores manuales pesadas en sitios de construcción o demolición, buscar entre la basura, efectuar trabajo sexual, participar en la minería de arena o trabajar en fábricas en la elaboración de cigarrillos o pirotecnia. Los trabajos conllevan riesgos de lesiones, o peores consecuencias, y los peligros son especialmente graves para los niños —más aún cuando carecen de equipo protector o incluso zapatos—.

India posee la mayor población en edad escolar del mundo y el número de casos de coronavirus de más rápido ascenso. Las leyes del país prohíben que cualquier menor de 14 años trabaje en la mayoría de las circunstancias, pero su pobreza indica que tenía un gran mercado de trabajo infantil ilegal incluso antes de la pandemia. El aumento del trabajo infantil genera otras amenazas para los niños resultantes de la recesión global. El hambre ahora amenaza a muchas más personas en el mundo en comparación con hace un año. También ha habido incrementos en matrimonios obligados, embarazos adolescentes y tráfico de menores.

Es probable que millones de niños no regresen a la escuela. Entre más tiempo permanezcan los niños sin ir a la escuela, y conforme más desesperadas sean sus circunstancias familiares, es menos probable que regresen. Las Naciones Unidas estiman que 24 millones de niños han abandonado para siempre la escuela debido a la pandemia. Con las escuelas cerradas en muchos lugares del mundo, lo cual afecta a más de mil millones de niños, muchos de ellos pueden continuar su aprendizaje en línea o en casa. Sin embargo, cientos de millones provienen de las familias más pobres, sin acceso a computadoras, internet o tutores.

Las familias están desesperadas y los salarios están en descenso. Los padres reacios a que sus hijos trabajen afirman que la otra alternativa que tienen es que las familias padezcan hambre. Con cientos de millones de personas sin trabajo en todo el mundo, la ley de la oferta y la demanda causa que las matemáticas sean muy crueles. Los negocios en problemas se aprovechan de la abundancia de mano de obra, lo que genera que disminuyan los salarios para aquellos que todavía tienen trabajos. A medida que las familias se hacen más pobres, los niños ingresan a la fuerza laboral, lo que magnifica la abundancia de mano de obra. Además, los empleadores sin escrúpulos no cumplen con las leyes laborales, al contratar a menores de edad que a menudo trabajan por centavos.

Décadas de progreso están en peligro. Alrededor del mundo, la pobreza ha estado en declive por décadas, de manera particular en Asia, lo que ha permitido que más y más niños permanezcan en la escuela. La pandemia ha revertido esas tendencias. Muchos de los estudiantes que fueron obligados a dejar el salón de clases para comenzar a trabajar tenían buen desempeño académico, lo que impulsaba sueños de un futuro mejor. Esos sueños ahora están en peligro.

Richard Pérez Peña es periodista y columnista de The New York Times.