Para vencer el odio
Es un tiempo saboteado el que hemos vivido estos 11 meses, tiempo en el cual las energías ruines se dispararon por todo el territorio boliviano como aves de rapiña. Veníamos de haber caminado 14 años, construyendo y reconstruyendo un país saqueado por el neoliberalismo. Fue un caminar en medio de mucho asedio, obstáculos y trampas, regados a cada paso, cual campo minado. Espacio donde permanentemente la amenaza estaba tocando la puerta de las esperanzas que traía el proceso de cambio.
Las fuerzas destructivas de la vida, que son la derecha en política, instauraron el discurso de tener el monopolio de la crítica al gobierno del hermano Evo Morales y el MAS IPSP, no querían ver ni entender que el proceso de cambio estaba sostenido por muchas y muchos que, siendo muy diferentes, habíamos decidido cuidar la vida en Bolivia. Muchas y muchos que desde 2003 venimos haciendo propuestas, discusiones y críticas constructivas. También hemos discutido acaloradamente, nos hemos indignado y hasta nos hemos peleado, pero seguíamos manteniendo la unidad.
No por llunkus o lamebotas, sino porque construir es difícil, es un proceso que pide serenidad, ética, paciencia, unidad y creatividad, algunos elementos que hacen a la política de los pueblos. No se necesitaba hacer un golpe de Estado, matar 36 hermanos, encarcelar y perseguir a quien no pensaba igual. No se necesitaba regar dolor para decir las críticas y luchar por lo que se crea justo. No se necesitaba destruir el país, no se necesitaba tirar abajo lo construido en 14 años, por el solo interés de borrar de la memoria un proceso que nos permitió crecer en la valoración de nuestras identidades en este territorio. Lo que se hizo estos 11 meses no fue hacer caer una estatua, derrumbaron sueños de país que se hicieron realidad.
Las diferencias entre todas y todos, quienes apoyamos el proceso de cambio, son muy profundas pues Bolivia es así, el mundo es así, y hay que encontrar la metodología de establecer diálogos que conviertan esas diferencias en energías de revoluciones destinadas a garantizar la vida digna al pueblo boliviano, a los pueblos originarios, a las organizaciones y movimientos, revoluciones que den contenido al Summa Qhaman, el Vivir Bien. Por eso apoyamos el proceso de cambio, porque así tendremos tiempo para aprender a dialogar sin lastimarnos ni agredirnos, queremos acabar con el odio.
Lo digo claramente: fue muy irresponsable el estallido racista. Claro, me dirán cómo vas a pedir responsabilidad a quien tiene un odio racista. Yo digo ¿por qué no? Responsabilidad voy a pedir, porque éste es el país que tenemos, aquí vivimos y seguramente aquí moriremos, la mayoría de esa gente irresponsable, cómplice del Golpe, vive aquí, no se va a poder escapar a Miami como Goni Sánchez de Lozada y ser protegido por el Gobierno de Estados Unidos.
Estamos en un día donde se pueden corregir las equivocaciones, estamos en un momento donde podemos vencer el odio instalado en las calles y el Gobierno.
Estamos a tiempo de enmendar los apresuramientos y ese actuar con cabeza caliente. Ahora es el momento de pensar en garantizar un tiempo de paz, para reconstruir Bolivia. Ya no hay vuelta atrás, los pueblos originarios somos gente, el pueblo empobrecido somos gente, las mujeres somos gente. ¡¡Ni una muerte más!! Estamos a tiempo de vencer el odio.
Julieta Paredes es feminista comunitaria