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No hay alternativas al margen de la democracia

Si las encuestas sirven para algo, en la votación de este domingo 18 de octubre no se producirán grandes sorpresas. Solamente dos opciones concentrarán la mayoría de las preferencias.

El Movimiento Al Socialismo (MAS), aún obteniendo la mayoría relativa, no podrá alcanzar el poder omnímodo que alentó sus tentaciones autoritarias, no podrá  en ningún caso reducirse a una simple  regresión, a una  reproducción de las situaciones que se vivieron hasta octubre del año anterior, algunas lecciones habrán asimilado de la historia de casi 14 años de gestión y de la interrupción provocada en el proceso de cambios. Respeto a la institucionalidad democrática, coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, efectivo ejercicio del control social, cero tolerancia a la corrupción, austeridad en el manejo de los recursos, apertura sincera al diálogo con quienes piensan diferente. He ahí un mínimo exigible a quienes pretenden volver.

Comunidad Ciudadana (CC) tiene más posibilidades de acceder al gobierno en caso de irse a una segunda vuelta. Y eso de por sí es complicado pues no tendría una fácil mayoría en la Asamblea Legislativa. Si intentara un retroceso hacia las fracasadas pero latentes modalidades del neoliberalismo, si procurase torcer el rumbo de los procesos de liquidación de la discriminación, la  exclusión y la desigualdad, si se inclinase a favorecer los intereses de los grupos oligárquicos, tendría las mismas trabas parlamentarias, más una importante resistencia callejera del bloque popular en defensa de lo que considera sus conquistas, todo ello en un clima de malestar social generalizado que ya asoma en el horizonte.

Alguna fórmula de acuerdo tendrán que encontrar los adversarios dejando de lado las lindezas que mutuamente se dijeron durante la campaña electoral. Lo verdaderamente importante es que todos acaten el resultado de las urnas. Los unos y los otros no han sido muy explícitos y directos cuando se les preguntó al respecto. Peor aún, los recursos públicos que usaban para promover a la fracasada candidata los han volcado hacia una estridente campaña contra el MAS proclamando que no permitirán su retorno. ¿En qué quedamos? ¿Y si las urnas dicen otra cosa? ¿A quién culparán esta vez?

Similares interrogantes planteamos a los del otro lado. ¿Qué tal si los desencantados de las áreas urbanas son más de los previstos y les impiden alcanzar el 40% + 10 y peor todavía llegar al 50% + 1? ¿Sin tener las pruebas pertinentes dirán que el fraude ahora es al revés? ¿Serán capaces de admitir que perdieron apoyos por sus propios errores e inconsecuencias y que para recuperarse necesitan rectificaciones profundas y urgentes?

Así de ambiguas las cosas han motivado preocupación en varias misiones internacionales de observación, temen el estallido de acciones violentas al momento de conocerse los resultados. No minimizamos esos riesgos, pero confiamos en que, por encima de todo, prevalecerán los aprendizajes de 38 años de vivir en democracia.

Carlos Soria Galvarro es periodista.