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Diarios de octubre

Viernes, 16: ha llovido al mediodía y ha llovido en la tarde. La sensación térmica es de un “frío infernal”. Estamos en primavera y desde mi ventana saco una foto de Alto San Isidro con los cerros pintados de nieve. Es un buen presagio. La plana mayor del Banco Central de Bolivia abandona el barco. El penúltimo esperpento llegó hace dos días, el miércoles, cuando la canciller Longaric recibió las cartas credenciales de un “embajador” venezolano elegido por un presidente autoproclamado en una plaza. Carolina, la hija de la Presidenta, de golpe, lanza un mensaje en su Facebook a las cuatro de la tarde: “El MAS va a ganar en primera vuelta; la soberbia y la terquedad de muchos no solo nos está cegando sino que también nos está condenando”. Mario Vargas Llosa pide aglutinar el voto de la derecha en el candidato Mesa. Dos días antes, el periodista estrella(do) de CNN Fernando del Rincón, ídolo “pititero”, ha dado una orden desde el norte: Camacho, bajáte. Camacho es “acusado” de facilitar una hipotética victoria del MAS. Camacho no se rinde, no se cansa. Somos un gran manicomio al aire libre.

Sábado, 17: el día amanece con militares en las calles para resguardar la democracia. Las tapas de los periódicos llevan la foto de un diputado argentino retenido por la Policía en el aeropuerto de El Alto. Ha sido invitado para acompañar las elecciones y es acusado de “agitador” por el mismísimo ministro de Gobierno, conocido con el sobrenombre del Bolas. Algunos vecinos de la zona Sur tapian las puertas de sus casas. Cuando cae la noche y la población está guardada por un toque de queda de facto, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) anuncia la suspensión del mecanismo de conteo rápido. Es decir, no habrá datos oficiales definitivos el día del sufragio. Algo se está cocinando. Mañana vamos a votar para recuperar la democracia. Muchos temen los resultados electorales, como se teme una cirugía al corazón: pueden salir mal muchas cosas.

Domingo, 18: las colas en los colegios son largas por el necesario distanciamiento social. Pero hay muchas ganas de votar y las horas parecen minutos. Ha llovido, ha tronado, ha salido el sol, ha hecho frío, ha hecho calor. Es un día normal en Chuquiago Marka. Los militares han estado fuera y dentro de los colegios electorales: votos versus botas. Es la primera vez que voy a votar rodeado de uniformes color caqui, algunos de asalto. ¿Quién es el enemigo? Los resultados a boca de urna anunciados para las ocho de la noche no llegan. Pasadas las nueve, el presidente del TSE, don Salvador, comparece ante los medios. Si nos fijamos en su lenguaje verbal, es fácil llegar a una conclusión: las noticias no serían buenas para la(s) derecha(s). Los canales anuncian que “en instantes” habrá resultados. Es la última metafísica popular para el Papirri: el «instante» de las cuatro horas. A las once de la noche, el avance de conteo oficial solo llega al 1,71%. A todo esto, ¿dónde está el Inge Villegas? ¿”en instantes” saldrá la OEA a cantar fraude?

Lunes, 19: han pasado solo dos minutos del nuevo día y estallan los petardos en La Paz. También en Cochabamba, me cuenta mi cuate Ramiro. El conteo rápido de Ciesmori anuncia la victoria en primera vuelta del MAS con 52%. A las 00.23 aparecen los resultados de La Paz, tumba de tiranos: 65,3% para Arce; 31,7% para Mesa. A la media hora del lunes, habla Lucho presidente: “Vamos a reconducir el proceso de cambio sin odio”. Hay abrazos, hay lágrimas de alegría, hay lágrimas también de pena por los caídos. El odio nunca construyó nada. El racismo rimando con el fascismo nunca levantó un país. Tuvieron un año para ser mejores, se creyeron sus propias mentiras y fueron apenas un montón de humo asesino. El pueblo fue masacrado en Senkata y Sacaba ante el gran silencio mediático. La clase media progresista (la vieja y la emergente) fue estigmatizada hasta la saciedad. Fue el famoso voto oculto que volvió al MAS, como se vuelve a los viejos amores. Los “pititas” dicen en las redes sociales que quieren irse a vivir a Júpiter. Es raro, siempre me pareció que viven en Marte. Quedénse en la patria/matria, que es la de todos, salgan de sus burbujas sociales. Bolivia es el país más maravilloso y enigmático del mundo. Es y será un Ave Fénix de sangre caliente. Bolivia es Viloco: morir trágicamente y resucitar heroicamente, es la vida misma. Ya lo decía el comandante Chávez, amor con amor se paga.

Ricardo Bajo es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique. Twitter: @RicardoBajo.