Urgente
Un año después del fallido acto electoral de 2019, mujeres y hombres bolivianos del campo y las ciudades acudimos a votar con la boca tapada, el carnet y el bolígrafo en mano, realizando larguísimas filas, bajo el sol y la lluvia, dispuestos a entregar nuestra confianza a quien se vea con mejor aptitud para cumplir con lo más urgente, lo importante, lo necesario para sostener nuestras vidas con cierta dignidad y un toque de esperanza. Ya verá el candidato elegido que hay tareas impostergables, de esas que se dicen para ayer. La lista viene encabezada por salud y educación, todo un mundo por hacer, más todavía cuando le sigue trabajo, producción, generación de recursos y todo en tiempos de pandemia. Un enorme desafío que el nuevo gobierno tendrá que afrontar. Una tarea titánica que a los no elegidos les hará decir “de la que me libré” y al seleccionado le quitará el sueño y más de una vez le hará exclamar “en la que me metí”.
Sin embargo, para quien asuma el desafío con integridad, valentía, pleno conocimiento de la situación y suficiente apoyo de la ciudadanía, ésta puede ser una gran oportunidad de reconstruir el país y la vida de sus habitantes con grandeza, encarando lo verdaderamente importante y urgente. Durante este tiempo de crisis sanitaria hemos palpado que si bien hay infraestructura hospitalaria, falta implementarla con personal idóneo y equipos adecuados. Pero también ha quedado evidenciado que la población tiene muchas enfermedades de base como diabetes, obesidad, producto de una mala alimentación, por lo que se deben encarar políticas públicas de prevención, sin descuidar las políticas de atención.
En cuanto a la educación ya no se pueden hacer experimentos o reformas educativas inútiles que no han conducido a nada. Lo que está claro es que el derecho a la educación tiene que ser una realidad para todos, porque es la única forma de salir de la mediocridad y la pobreza en la que Bolivia todavía está sumergida. Se ha dicho que la educación tiene que actualizarse, innovarse, esas acciones necesitan que los maestros y maestras gocen de una buena capacitación basada en valores de ambición por el conocimiento, superación y actualización permanente.
Claro que son tareas enormes, muy fáciles de decir y con sello de imposibles a tiempo de hacerlas realidad. Pero ese es el desafío, es la encrucijada en la que estamos y no solo los bolivianos más pobres, menos asistidos en educación o salud. Es una necesidad de todos, porque esa situación de carencias es la que nos representa como país, como pueblo. ¿O quien tiene la posibilidad financiera y social de recibir buena educación y gozar de buena salud se libra automáticamente de la Bolivia con los menores índices de desarrollo humano?
Lucía Sauma es periodista.