Icono del sitio La Razón

Explicaciones y desafíos para el futuro

Los resultados de las recientes elecciones han sorprendido seguramente a la mayoría de los analistas y encuestadores que vaticinaban un triunfo del MAS, pero no de la magnitud que ha alcanzado. La tesis del fraude queda descartada en vista de la transparencia que ha ejercitado en general el Tribunal Supremo Electoral, y las varias misiones de observación que han acompañado los comicios.

La abrumadora victoria del MAS no se explica por un par de circunstancias simples, susceptibles de abordarse en el corto espacio de una columna periodística. Ello no obstante, algunos elementos analíticos ya están disponibles.

En primer lugar, es evidente que la pésima gestión del gobierno de transición de Jeanine Áñez, con su desafortunada candidatura, sus desatinos, abusos y corrupción desbordada han mostrado lo que sería el estilo de gobierno de una extrema derecha sin mayor experiencia en la conducción del país, pero con grandes intereses económicos que proteger.

Una segunda y evidente razón explicativa tiene que ver con la recesión económica y la crisis del empleo ocasionadas por la pandemia del COVID-19 y las medidas subsecuentes de confinamiento y suspensión de actividades, que afectaron en mayor medida a los sectores menos favorecidos de la población. Frente a la incertidumbre del futuro, la memoria colectiva de dichos sectores contrapuso el reparto pasado de diversos bonos y aumentos salariales por encima de la inflación, sin considerar los diferentes entornos internacionales de entonces y ahora.

Tercero, se deben tomar también en cuenta las mediocres campañas de las otras candidaturas y la falta de propuestas verosímiles, que no podían mostrar logros como los de Arce en el pasado, sin perjuicio de que en ese entonces se registró una situación excepcional de precios favorables de las exportaciones del país.

Basten por el momento estos tres argumentos a título de primera explicación del fenómeno mucho más complejo que representa la victoria del MAS sin que Evo Morales sea el candidato.

En cuanto a los desafíos que afrontará Luis Arce al instalarse en el Palacio de Gobierno, lo primero será dimensionar la crisis imperante. En efecto, el país se encuentra en una inédita situación de crisis múltiple, con alarmantes cifras en materia fiscal, caída de las exportaciones, recesión económica, una deplorable situación sanitaria y una grave anomia institucional. La primera tarea consiste por lo tanto en establecer el orden de prioridades con el que se enfrentará cada uno de los ámbitos críticos, lo cual tendrá que ser acompañado a la vez de la selección de un elenco de autoridades competentes en los principales resortes ministeriales. La tarea no será fácil puesto que una buena parte de los votos del MAS proviene de sectores que albergan altas exigencias en cuanto a la ocupación de cargos públicos con sus respectivas prebendas. Ocurre sin embargo que no se puede repetir el estilo de gobierno del pasado en razón de la estrechez de recursos fiscales. Las necesidades y demandas exceden con mucho la disponibilidad inmediata de ingresos tributarios, y tendrá que armarse una estrategia para resolver el problema. En este contexto, juega a favor de Arce la recomendación de organismos y expertos, en sentido de que la crisis sanitaria no puede administrarse bajo el lema de la austeridad.

La renegociación de la deuda externa y el acceso a nuevos recursos es el expediente que aplica la mayoría de los países latinoamericanos en estos momentos. El único inconveniente para Arce es que mantiene una oposición doctrinal a cualquier acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y por de pronto no se ven muchas alternativas diferentes en el ámbito internacional. Será la primera prueba para el presidente Arce.

Recomponer las relaciones internacionales será otra materia compleja, habida cuenta de que los países vecinos están enfrentados por razones ideológicas.

Horst Grebe es economista.