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Tuesday 16 Apr 2024 | Actualizado a 19:49 PM

Nacionalización de las minas

/ 30 de octubre de 2020 / 02:21

Este 31 de octubre recordamos los 68 años de uno de los hitos históricos más significativos de la historia nacional, la nacionalización de las minas del control que hasta entonces ostentaban los Barones del Estaño. El Decreto de nacionalización 3223 de 31 de octubre de 1952 transfería ese control a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), que había sido creada para tal efecto mediante el Decreto Supremo 3196 de 2 de octubre del mismo año. Más allá del hecho y sus consecuencias políticas, cabe destacar que el Estado heredaba una estructura grande y compleja, 34 centros nacionalizados entre empresas mineras, plantas metalúrgicas, hidroeléctricas, infraestructura ferroviaria y agencias; y una estructura de negocios donde en el circuito financiero Catavi estaba más cerca de Londres que de La Paz (detalles en mi artículo Comibol un sueño inconcluso, en ¿De vuelta al Estado minero? Fundación Vicente Pazos Kanki, 2013). Ese fue, en mi concepto y por mi vivencia de más de una década en la empresa minera estatal, el origen del todavía no resuelto entuerto de querer manejar una estructura de negocios corporativos de alcance internacional con lineamientos de una empresa social; no funcionó antes, no funciona ahora y no funcionará en el futuro si no se resuelve el entuerto.

Pese a los vaivenes entre posiciones políticas nacionalistas y liberales a través de su historia, Comibol no halló nunca la receta salvadora, se probaron reestructuraciones de todo tipo, hasta se llegó a probar nuevas estatizaciones en la década precedente; su situación hoy es en extremo delicada, todos pretenden acceder a su patrimonio con diferentes propuestas, éste es todavía muy grande y se incrementó substancialmente con los proyectos de exploración, las estatizaciones y la declaratoria de áreas exclusivas para la Comibol que manda el DS 1369 de 3 de octubre de 2012, que añadió a su patrimonio cerca de 40.000 cuadrículas mineras (1 cuadrícula=25 hectáreas) distribuidas en 26 zonas altamente prospectivas del territorio nacional y seleccionadas en base a los resultados del boom de exploraciones de los años 90 de varias empresas Junior de ultramar que llegaron al país en esa época de apertura al capital privado. Todo este patrimonio no se puede desarrollar por las limitaciones económicas, técnicas y tecnológicas de Comibol para hacerlo por cuenta propia, ni por empresas privadas nacionales y/o extranjeras por la camisa de fuerza que representan las regulaciones sectoriales contenidas en la Constitución Política y en la Ley Sectorial 535 de Minería y Metalurgia. Así las cosas volvemos a vivir aquella situación de principios del siglo anterior cuando se consideraba al país un mendigo sentado en una silla de oro.

Estrenando un nuevo gobierno que pretende no ser más de lo mismo, sería oportuno plantearse la necesidad de solucionar el entuerto que vive Comibol, atrapada entre un gran patrimonio y una adversa legislación; en la obra citada líneas arriba y en varias de mis columnas siempre defendí la tesis de que Comibol puede ser una corporación exitosa que fue el mandato de su creación; recetas hay muchas, algunas se describen en mis escritos, solo falta decisión política para definir el cambio que puede ser traumático en un país como el nuestro, pero que es el único camino posible en las circunstancias descritas. Sería el mejor regalo para honrar la gesta que creó la empresa minera estatal y para dar utilidad a sus recursos minerales que, soterrados en la corteza terrestre no tienen ningún valor; se viene una época de dura crisis pospandemia y no usar el potencial que se tiene suena a falta de compromiso con los intereses del país.

Dionisio J. Garzón M. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.

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De libertarios, populistas, progresistas y otros (II)

Las interrogantes van a todos los grupos políticos en disputa, se necesitan soluciones, propuestas racionales

Dionisio J. Garzón M

/ 12 de abril de 2024 / 07:10

En un clima político cada vez más enrarecido en el país, de reacciones inéditas y de silencios comprometedores, después de cinco meses vuelvo al tema de mi columna De populistas, libertarios, progresistas y otros (La Razón, 24 de noviembre de 2023). En el país se vive tempranamente en modo electoral, todo está ligado a lo que vendrá en 2025 y que se supone será una oportunidad para un cambio positivo. Las corrientes políticas tradicionales deberían afinar su artillería para vender una imagen de cambio positivo y también sus propuestas. Esto que es la receta tradicional no tiene vigencia en los inéditos tiempos políticos que vivimos; nadie habla de programas de gobierno, de soluciones concretas a los problemas estructurales del país, peor aún si de lineamientos de cambio se trata. Domina el quehacer diario del país la lucha interna de los que tienen el poder hoy, la estrategia para conservarlo y definir quién será el líder en 2025 parece ser la única meta que les preocupa. Los grupos opositores están casi invisibilizados, aparecen para comentar los yerros del régimen actual, lanzan tímidamente algún misil con posiciones específicas y operan en el submundo de las redes sociales, donde miden sus fuerzas y sueñan con apoyos etéreos que se miden por la cantidad de likes que obtienen sus posteos; mientras tanto en la calle se da la batalla real de las masas populares que viven las consecuencias y esperan un nuevo líder mesiánico que las guie en los obscuros senderos de la economía popular.

Consulte: Minerales críticos, geopolítica y oportunidades (III)

En este clima tan atípico se ven, por ejemplo, antiextractivistas reclamando el detalle de las reservas de gas a la estatal petrolera, progresistas luchando por la aprobación de proyectos estatales de inversión del más puro estilo neoliberal, o liberales de todo cuño, actuando como abanderados de las luchas por la conservación de los bosques y de los cursos de agua hoy descontrolados por la depredación y la errada gobernanza de los recursos naturales no renovables. No hay coordenadas que limiten el actuar en cada caso y aquellos que viven de aprovechar la coyuntura, están haciendo su agosto con el desorden y la falta de iniciativa que predomina. Ejemplos hay muchos, solo mencionar los bloqueos, los cisternas varados en las fronteras en espera de cargar diésel y gasolina para retornar, los límites departamentales que originan minidebates y minibatallas por el control de comunidades fronterizas creadas por la herencia colonial del control territorial, la falta de divisas para mantener fluidez en el comercio, la creciente informalidad a la que el pueblo apela para mantener su economía, y podemos seguir… ¿Algún grupo político ha delineado una estrategia para salir de este embrollo? La respuesta es obvia, están esperando que el pueblo en las calles haga el trabajo para el cambio y de esa manera cobrar vigencia en el momento oportuno. Así ha sido a lo largo de nuestra historia.

Finalmente, un apunte sobre Tarija, la tierra que me vio nacer: ¿Algún grupo político podrá enseñar a mis paisanos a vivir como pobres a causa de la brusca disminución de las regalías por el agotamiento de los megacampos gasíferos, después de ser por años el departamento con el mayor PIB per cápita del país? ¿Hay alternativas reales para reemplazar estos ingresos? Las interrogantes van a todos los grupos políticos en disputa, se necesitan soluciones, propuestas racionales, menos propaganda y menos discursos, compromiso, capacidad y apego a la patria que es una y debemos cuidarla. Felicidades tierra tan pródiga y generosa que es parte del país por voluntad propia, a los chapacos en todo el mundo y honor a los héroes de La Tablada.

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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Minerales críticos, geopolítica y oportunidades (III)

En el caso boliviano no debemos olvidar que ‘el metal más crítico es el oro’, aquel que estamos dilapidando

Dionisio J. Garzón M

/ 15 de marzo de 2024 / 09:52

El níquel es un metal más común, se asocia con cobre en yacimientos de sulfuros con pirrotina Fe (1-X) S, pentlandita (FeNi)9 S8, calcopirita (CuFe) S2 y en rocas metamórficas con los silicatos (minerales petrogénicos), garnierita, talco y antigorita. Por el bajo contenido del metal en los yacimientos primarios, se lo explota en suelos residuales, coluviales y lateríticos. Las mayores reservas están en Indonesia (21 millones de toneladas), Australia 20 millones, Brasil 16 millones y en cantidades menores en Rusia, Cuba y Filipinas (World Energy Trade, NS Media Group, 13/02/21). Se anuncia un importante aumento de la oferta del metal en Indonesia después de una fuerte inversión de capitales chinos en exploración y en mejoras tecnológicas que ha generado inquietud en otros productores como BHP en Australia. (From green hype to bailouts, the nickel industry has imploded. Bloomberg News, febrero 3, 2024. Mining.com). Esto elimina a productores menores y aumenta el oligopolio de los productores de Indonesia.

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Más del 70% del cobalto proviene de la RDC y es refinado en China, que tiene el monopolio de producción del metal para uso industrial. RDC produce anualmente 130.000 toneladas (ton), Indonesia 10.000 ton y Rusia 8.900 ton, entre los productores importantes; hay otros países que lo producen pero en escalas menores. Los minerales primarios de cobalto son: cobaltina (CoAs) S, skuterudita (Co Ni Fe) As3, heterogenita Co (OH)2, siegenita (Co Mg)2 S4, linneita Co3 As4 y Asbolana (óxido secundario de magnesio y cobalto). Generalmente ocurre en filones orogénicos (antes yacimientos mesotermales) con Co-Ni-Ag-Bi-U, asociados a intrusiones graníticas, rara vez a intrusiones básicas. Las minas más importantes de cobalto están en Katanga RDC, sus menas son de baja ley y tienen un límite de explotabilidad de 3% de cobalto. Se conocen antiguas minas en Europa, Bohemia y Sajonia relacionadas al batolito (intrusión mayor de rocas ígneas) de Carlsbad y en Noruega, en filones de rocas metamórficas de la edad Carbonífera Superior. Por estas características, se explotan zonas superiores de yacimientos con enriquecimiento supergénico de menas oxidadas. En RDC se explota la asociación níquel-cobalto-uranio y otros metales, y se acude al uso (indebido) de mano de obra infantil para armar esquemas adecuados que obtienen leyes más elevadas de las menas explotadas. Es muy difícil competir en estas condiciones. Canadá, por ejemplo, a través de Fortune Minerals, opera la mina Nico en los territorios nororientales, tiene una facilidad en Saskatchewan (Cobalt Chemicals) y se unió a Tesla como suministrador directo para no depender del monopolio chino (Infomine.com). Tesla construye una Giga Factory de baterías de litio en el sudoeste de EEUU con una inversión de $us 5 billones.

Esa es la dimensión de proyectos que se necesita para entrar en el negocio global de estos metales. Podemos seguir analizando particularidades de otros minerales críticos (v.g. bismuto, indio, selenio, columbita-tantalita, etc.) que escapan al alcance del presente análisis, cuyo fin es proponer una estrategia de selección de objetivos para aprovechar el boom actual del mercado. En ese contexto podemos concluir:

1) Es prioritaria la puesta en marcha de nuevas minas de cobre en el menor tiempo posible y establecer una estrategia de mercado a través de alianzas con empresas productoras de baterías y autos eléctricos.

2) Establecer parámetros de competitividad y elegir los objetivos de cada país, no caben consideraciones de políticas endógenas para un problema global.

3) Determinar objetivos de mediano y largo plazo para TTRR y políticas de apertura al capital privado y a convenios intergubernamentales, para fortalecer los Servicios Geológicos y los de investigación en cada caso, que son claves para desarrollar estos potenciales.

4) En el caso boliviano no debemos olvidar que el metal más crítico es el oro, aquel que estamos dilapidando salvajemente en las llanuras aluviales del norte, mirando de reojo la creciente informalidad e ilegalidad que vienen aparejadas a la depredación medioambiental del bosque y los ríos.

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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Minerales críticos, geopolítica y oportunidades (II)

Alrededor del 29% de la producción anual de platino viene de reciclaje, lo cual aumenta la presión del mercado de este metal

Dionisio J. Garzón M

/ 16 de febrero de 2024 / 10:49

El descuido de programas de exploración en la zona cuprífera en red beds del altiplano boliviano, es producto de la falta de planificación a largo plazo y de un entorno regulatorio hostil a la inversión privada. En el límite entre el altiplano norte y la Cordillera Occidental del departamento de La Paz, hay un distrito importante de este tipo de mineralización en vetas de alta ley en cobre y plata, explotadas en su zona de oxidación desde tiempos precoloniales. Estas vetas encajan en areniscas y siltitas rojas de Edad Eoterciaria, han sido muy poco investigadas pese a su potencial remanente que se amplifica en profundidad y en áreas donde este basamento es atravesado por diques y domos volcánicos, que generan nuevos sistemas hidrotermales con mineralización de cobre, plata, oro y metales base. El distrito minero de Berenguela (provincia Pacajes, departamento de La Paz, Bolivia) es un ejemplo típico de un sistema hidrotermal rico en cobre, cadmio (otro metal crítico) y plata en vetas, obliterado por una etapa posterior de mineralización hidrotermal rica en metales base, oro y plata en diseminaciones y vetilleo de grandes volúmenes de rocas volcánicas. Una característica del distrito definida en recientes investigaciones es que la mineralización primaria de cobre corresponde a un nuevo sulfuro del grupo de la tetraedrita, la tennantita rica en cadmio Cu6 (Cu4Cd2) As4S13, definida por una investigación reciente de la Universidad de Cambridge (Cristian Biagioni et al. 2022: Tennantite-(Cd), Cu6 (Cu4Cd2) As4S13, from the Berenguela mining district, Bolivia: the first Cd-member of the tetrahedrite group. Mineralogical Magazine (2022), 86, 834–840, doi: 10.1180/mgm.2022.61). Hacia el sur, en la zona de Carangas-Todos Santos, departamento de Oruro, cerca de la frontera con Chile, hay otra extensa zona con mineralización de cobre-oro-metales base en sistemas porfiríticos soterrados por vulcanismo reciente; algunos resultados de exploración de New Pacific Metals Corp. son muy alentadores.

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Argentina tiene una apertura más amplia a la inversión privada y desde los años 90 hubo actividad continua de empresas de exploración que lograron un portafolio importante de proyectos de exploración, cuya puesta en operación se prevé para el corto y mediano plazo. Aunque son proyectos con mineralización variada, los importantes de cobre son: El Pachón (Glencore) en la provincia San Juan, espera producir 350.000 ton/año de cobre; Los Azules (Mc Ewan Mines) en la misma provincia, 186.000 ton/año; José María (Lunding Mining) en San Juan, 125.000 ton/año; Filo del Sol (Filo Mining) en San Juan, cerca de la frontera con Atacama, Chile, 67.000 ton/año; Taca Taca (Yamana-Glencore) en Salta, 275.000 ton/año; y Mara, antes Agua Rica (Yamana-Glencore) en Catamarca, que espera la factibilidad final del proyecto y la transferencia de acciones de Yamana a Pan Américan y Agnico Eagle Mines. Estos seis proyectos son los mayores, hay otros menos desarrollados que no se consideran (información: Secretaría de Minas de la República Argentina y/o publicación digital de BNamericas). Interesante portafolio que totalizará una inversión de capital (CAPEX) de más de $us 17.000 millones en el país, con buenas perspectivas y en una unidad metalogénica óptima (Rob Mc Ewan decía que Los Andes tenían el 18% del cobre a nivel global).

Otros metales críticos como platino y níquel (Grupo de Platinoides PGM por sus siglas en inglés); hay minas importantes en producción, Sudáfrica y Rusia aportan el 89% del platino y 82% del paladio a nivel global (310.000 Kg/año y 277.000 Kg/año, respectivamente). Las reservas mayores están en Sudáfrica (63.000 ton de un estimado global de 70.000) en yacimientos profundos de mayor costo operativo, las zonas de explotación actual están en el Upper Group Reef y en el Complejo de Bushveld. Se consideran metales preciosos por su elevado precio, hay un monopolio de estos dos países en el mercado y perspectivas muy bajas para países con reservas menores (v.g. Zimbabue, EEUU y Canadá). Alrededor del 29% de la producción anual de platino viene de reciclaje, lo cual aumenta la presión del mercado de este metal (Datos: mineweb.com, es.statista.com y otros).

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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Minerales críticos, geopolítica y oportunidades

No se trata de abarcar todo el espectro de metales críticos para remediar el pasado, sino definir aquellos de mayor potencial

Dionisio J. Garzón M

/ 19 de enero de 2024 / 06:56

Todo comienzo de año presupone un análisis de gestiones precedentes, de su herencia y de lo que es posible mejorar en el futuro inmediato. El tema del cambio de matriz energética que ocupó por años la atención de gobiernos, economistas y filósofos que pronosticaban un futuro negro si no se daban condiciones para un cambio a fuentes de energía limpia, avanzó muy poco en términos pragmáticos y solo se dio una tormenta de propagandas en medios tradicionales de difusión, en eventos internacionales como el COP28 en Dubái 2023, y sobre todo en el mundo virtual del streaming y las RRSS tan de moda hoy. Para aterrizar sobre la causa de esta falta de resultados, hay que recordar que toda transición y adecuación tecnológica vienen de la mano del uso necesario y, en muchos casos insustituible, de metales tradicionales como cobre, plata, oro, estaño, etc.; algunos nuevos como litio, cobalto, grafito, níquel, molibdeno, wólfram; tierras raras como itrio y lantano, etc., que han venido a constituir lo que se llaman hoy minerales críticos, por la crisis de suministro que se avecina en el mediano y largo plazos, debido a la limitada y monopólica producción de algunos y por la falta de descubrimientos de nuevos yacimientos, en otros casos. Esto presupone un inusual crecimiento de la demanda de metales, aumento del extractivismo tan venido a menos por la acción de áulicos del antiextractivismo y del cuidado ambiental a ultranza. No pretendo entrar en este detalle en esta columna, el lector puede acceder a esto en mis anteriores escritos (v.g. Minerales críticos, agosto 2023). Lo que pretendo es aterrizar en la región y particularmente en Bolivia, para analizar lo poco que se avanza en este aspecto pese a que deberíamos aprovechar el potencial que tenemos en proyectos y áreas conocidas de antaño como resultado de aislados intentos de diversificación productiva minera. No se trata de abarcar todo el espectro de metales críticos para remediar el pasado, sino definir aquellos de mayor potencial y, sobre todo, aquellos que puedan entrar a la cadena de producción en el menor tiempo posible.

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Para la región es importante el cobre, metal que es hoy uno de los más críticos desde el punto de vista del suministro futuro para el cada vez mayor uso del metal en vehículos eléctricos, baterías, generadores, acumuladores y circuitos eléctricos de infinidad de gadgets de la tecnología actual. Se estima que la demanda adicional de cobre en el corto plazo será de 4,2 millones de toneladas y que solo en la presente gestión habría un déficit de 500.000 toneladas, según Goldman Sachs.

En Sudamérica tenemos la mayor provincia cuprífera a escala global; históricamente Chuquicamata fue la explotación mayor a cielo abierto y hoy todavía continúa su explotación subterránea de los remanentes en profundidad. La proyección de la producción de cobre para 2027 tiene como actores principales a Chile, con las minas Escondida (1,2 millones de ton/año), Collahuasi (720.000 ton/año), Las Pelambres, Chuquicamata y El Tenienta, que se acercarán a las 400.000 ton/año de concentrados; Perú, que tiene Cerro Verde y Antamina en esta categoría. Al grupo mayor se unen las minas Grasberg en Indonesia (720.000 ton/año) y Kamoa Kalula en la RDC en África (618.000 ton/año), según el ranking global proyectado por CRU (Commodities Research Unit) para el cobre. Hay todavía un predominio del hemisferio sur (Sudamérica, África e Indonesia) en el suministro de concentrados de cobre, este es un mensaje que Chile y Perú están canalizando adecuadamente para la exploración y puesta en marcha de nuevos proyectos en áreas tradicionales y nuevas. Argentina y Bolivia, que comparten estas perspectivas, están rezagadas en la puesta en marcha de nuevos proyectos por la escasa atracción de inversiones en el caso boliviano y por la resistencia cada vez más grande de grupos antiminería opuestos a megaproyectos mineros, en el caso argentino.

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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Oro, entre el mito y la crisis

Se analizó el caso boliviano caracterizado por la preeminencia de la producción aurífera informal

Dionisio J. Garzón M

/ 22 de diciembre de 2023 / 07:38

Tuve la oportunidad de exponer este tema en el congreso anual de la Asociación de Ingenieros Metalurgistas de Bolivia (Aimet) el pasado mes de octubre. Para los que no pudieron asistir al evento, podrán acceder a la exposición en las memorias del congreso. En la conferencia se detalló el contexto internacional de la producción de oro, los productores principales, su ubicación geográfica, la importancia menor de la región sudamericana donde solo Perú está entre los 10 productores mayores con 100 ton/año, frente a China, Rusia y Australia con producciones mayores a 300 ton/año. También la perspectiva global de la producción, del bajo nivel de descubrimientos de nuevos yacimientos de clase mundial y de los presupuestos de capitales de exploración que tuvieron una declinación desde 2012 ($us 10 billones en el sentido norteamericano de miles de millones) hasta un nivel de $us 6 billones en 2022. Este contexto pronostica un ambiente de mucha especulación del mercado del metal, sobrevaloración de los proyectos nuevos y subida de precios a niveles superiores a $us 2.000/oz troy en el mediano plazo.

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En la región, se analizó el caso boliviano caracterizado por la preeminencia de la producción aurífera informal y cuyo valor exportable en la gestión pasada sobrepasó los $us 3.000 millones, que ya representa el 46% del valor total de las exportaciones mineras del país. Esto ya debiera tener una reacción oficial sobre el grave deterioro de la industria a niveles de informalidad que ya generan graves consecuencias medioambientales, sociales y de seguridad en lo que el autor denomina “áreas críticas”, localizadas en el norte-noroeste del país. Sigue el análisis de las dos décadas precedentes con dominio de posiciones políticas nacionalistas y populistas, con un peculiar cambio a regulaciones antisistémicas en el marco definido por la nueva Constitución Política del Estado de 2009 y la Ley Minera 535 de 2014. Un peculiar grupo de normas que regulan la actividad del sector  han venido a constituir una especie de “camisa de fuerza” que limita el accionar de los operadores formales, eleva la carga impositiva, disminuye la competitividad del país, fomenta la minería informal de pequeña escala y aleja inversiones para desarrollar un privilegiado potencial minero, cautivo de la lucha de intereses que hacen de la actividad minera un péndulo entre posiciones liberales y nacionalistas que, a su turno, pretenden aplicar recetas antagónicas con el resultado previsible de siempre: empezar de cero y/o solo llegar a la mitad del camino. Se analizan los flujos financieros ilegales que la situación generó desde 2011-2012 y que produjeron una crisis de informalidad, que hace que los valores de exportación de oro superen el valor de la producción del metal, indicio inapelable de que la informalidad y la ilegalidad se campean en la zona.

Algunas de las conclusiones de la conferencia: falta total de inversión extranjera directa (IED) en el país, desinversión, informalidad, mínima participación del Estado de la captación de divisas (menos de 2,5% en regalías para un nivel de ventas de más de $us 3.000 millones), elevado costo social y ambiental por la depredación de cuencas aluviales y bosques, aumento de la informalidad e ilegalidad en toda la cadena de producción y comercialización, etc. En este contexto y como propongo desde hace mucho tiempo en esta columna, se ha demostrado que la ley sectorial 535 y su correlato constitucional no se adecuan a los tiempos que corren ni a las características actuales del país y de la industria, siendo de urgencia la revisión parcial o total de esta legislación. Toda actividad minera debiera ser formal por antonomasia y eso debiera ser la meta a conseguir en el corto y mediano plazo, si se quiere cambiar la crítica situación descrita. ¡Felices fiestas para todos!

(*) Dionisio J. Garzón es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia

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