Por si alguien sigue pensando que Bolivia no cambió
Basta con mirar el perfil de una persona para entender y dimensionar el cambio estructural que vivió Bolivia en los mentados “14 años”. Es suficiente con observar a una persona, por si el ejercicio de revisar los indicadores económicos resulta tedioso o ajeno. Si se observa el escenario con honestidad intelectual, alcanza con conocer a una sola persona para entender por qué el horizonte político de la plurinacionalidad está vigente, aún después de un año de Gobierno de Facto, el cual tuvo como objetivo enlodar la gestión, las personas y los símbolos de la era Evo. Andrónico Rodríguez es esa persona.
Ximena Soruco, reconocida investigadora e intelectual, publicó en 2014 un estudio sobre la composición social del Estado Plurinacional, en el que, básicamente, demostraba que el acceso a la burocracia boliviana se había democratizado, convirtiéndose esto en un elemento importante de la descolonización del Estado. Esto es más mujeres, más jóvenes y más indígenas en la administración pública, con mayores capacidades y niveles educativos que los funcionarios del pasado. De hecho, el estudio incluye una dimensión cuantitativa que demuestra que la mayoría de estos funcionarios son hijos de gente que nunca tuvo una relación contractual con el Estado.
Cabe apuntar las evidencias de dicha investigación para ir un poco más allá de las consignas políticas y, sobre todo, para dimensionar que la vida y trayectoria política del próximo presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, son una muestra del cambio trascendental en términos de movilidad social de los “14 años”. Por eso el país crujió cuando la Policía quemó la Wiphala durante la ejecución del golpe de Estado, pues ésa es la bandera del cambio social que representa el horizonte político plurinacional que incluye entre sus fundamentos dejar en la historia aquellos tiempos en los que valían más los apellidos que las personas.
Hace 14 años era poco probable encontrar un dirigente campesino que ostente un título universitario y posgrado, sencillamente porque primero los dirigentes tenían que pensar en sobrevivir para poder cumplir con sus bases y dar de comer a sus familias. Ojo que lo de sobrevivir no es una metáfora, pues las balas del Ejército —y no solo del boliviano— y la persecución política sistémica marcaron a la generación de líderes campesinos a la que pertenecen Evo Morales y Leonilda Zurita, por mencionar algunos. Esta dimensión de la realidad, negada por la retórica conservadora, es fundamental para entender el porqué del fracaso de las derechas en Bolivia, también en la esfera electoral.
Bolivia ha cambiado, guste o no guste, por eso hoy existe una figura política como la de Andrónico. Orgullosamente número dos de las seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, politólogo de la Universidad de San Simón —una de las más prestigiosas del país— y con el talante de quien puede debatir, proponer y conmover a las masas, sin distinción de la latitud en la que se encuentre. Además con ese don de dejar una leal sonrisa ante cualquier cámara que lo capture y con la capacidad de convertirse en un éxito en redes sociales.
Muchas cosas positivas se pueden decir en torno a la formación especializada en materia de género de Andrónico —posgrado en Ciencia Política con perspectiva de género, área en la que aún hoy es inusual encontrar hombres—, o a su trabajo político, a manera de replicar los desdeños que han pretendido algunos titulares deliberadamente enfocados en reducir su perfil. Pero es igual de importante reconocer en él esa dimensión de la vida que la cotidianidad política encubre las mayores de las veces: la calidad humana. A nadie vaya a ocurrírsele que una persona que no sepa escuchar, que no esté siempre abierta a aprender y que no sepa lo que es la lealtad y el agradecimiento a quienes coadyuvaron en su recorrido desde su hogar, sus aulas y su federación pueda haber llegado al presente con tanta fuerza y tanta legitimidad.
El tercero al mando del país, Andrónico, representa el cambio estructural de la Bolivia neoliberal a la Bolivia plurinacional. Además, representa el equilibrio intergeneracional que logra él con 31 años en complementariedad con el presidente Luis Arce y el vicepresidente David Choquehuanca. Seguramente el presidente del Senado será fuente de muchas noticias en el próximo tiempo y demostrará él mismo que este breve texto de humilde reconocimiento es insuficiente ante el porvenir.
Valeria Silva Guzmán es feminista. Twitter @ValeQinaya