Que nos perdonen, por este día, los muertos de la felicidad
Cuando estas líneas se publiquen, el pueblo estará volcado en las calles acompañando la posesión de un nuevo gobierno surgido en la legitimidad de las urnas. Vamos a celebrar, porque ninguna lluvia negacionista va a ahogar nuestra fiesta. Vamos a retomar festivamente esas calles de las que nos han ahuyentado con insultos y pititas. Vamos a elevar al cielo nuestros sahumerios y vamos a quemar nuestras waxtas, porque la Pachamama ha vuelto al Palacio de Gobierno y la wiphala flamea en la plaza donde nunca debió ser quemada. Se vienen tiempos difíciles, por eso con mayor razón nos vamos a alegrar, vamos a bailar y reír y encontrarnos (nos dejaremos debiendo los abrazos). Vamos a recargar nuestras fuerzas para que las nuevas luchas que se aproximan nos encuentren listos para resistir, renovar, reconducir y reconstruir nuestra Patria.
Desde el 18 de octubre vivimos una especie de amanecer, frío y lento pero lleno de esperanza. El sol va apareciendo luego de una noche larga, en la que sufrimos el racismo más descarado, vimos surgir los discursos más descabellados, vimos cómo se abrieron deliberadamente heridas viejas y nuevas, cómo se atizaron los odios y se destruyó todo lo creado en décadas de sacrificio.
La negra noche de la dictadura nos dejó rotos y cansados, pero a la vez nos permitió mirar la dimensión verdadera de nuestro proceso: encontrar sus errores y fallas, revelar sus hipocresías y sus limitaciones, criticar sus liderazgos y reconducir sus objetivos. Ante cada traición se forjaron nuevas alianzas. Ante cada compañero ausente —por persecución, cárcel, asesinato— se renovaron nuestros cuadros. Tenemos muchas injusticias y duelos que lamentar y reivindicar, pero también estamos encendidos de fuerza: hemos visto la conciencia en acción, en movimiento. Hemos visto a millones reafirmando a diario su disposición a seguir un camino que no tiene 14 años: tiene siglos. Antes de Evo estuvieron Domitila Chungara y Federico Escóbar, estuvo Luis Espinal, estuvo Marcelo Quiroga Santa Cruz. Antes estuvieron Leandro Nina Quispe, Avelino Siñani, Bernardino Racua, Santos Marka Tula, Zárate Willka y Apiaguaki Tumpa. Antes estuvieron Tupaj Katari, Gregoria Apaza, Bartolina Sisa, Tomás Katari.
Esta no es una victoria del MAS, es resultado de una lucha de siglos. La estrategia electoral es la versión contemporánea de un proceso que antes utilizó otros instrumentos: la sublevación anticolonial, el apoyo armado a uno de los bandos en la Guerra Federal, las demandas legales de los Caciques Apoderados, el establecimiento de proyectos de educación indigenal, las tomas de tierras durante la Revolución del 52, la resistencia ante las dictaduras. Solo a través de ese itinerario se puede comprender al sujeto social que se ha forjado desde la invasión hasta la independencia, desde la derrota hasta la victoria, desde la sublevación hasta la toma del poder en las urnas.
Vamos a celebrar esta victoria, aunque mañana nos toque empezar la lucha de nuevo. No nos cansamos. Nuestra lucha viene de siglos, nuestros muertos se cuentan por millones. Nuestra fuerza viene de la Pacha (que es el equilibrio del universo) y de los Achachilas (que son la fuerza encarnada de nuestros antepasados). Por eso sabemos que cada caída es el impulso para levantarnos con más fuerza, con nuevas estrategias, para dar nuevas batallas, para vencer, para ser vencidos otra vez y para levantarnos de nuevo. Así lo venimos haciendo hace quinientos años. Y lo vamos a seguir haciendo durante los próximos quinientos.
Verónica Córdova es cineasta.