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Renovar la vida

El achiku, abuelo Cumbay me mira desde su fanal, me acompaña varias décadas y mis hijos, desde niños, nunca le tuvieron miedo. Es mi ñatita o calavera que me ayudó en mi catarsis para recuperar mi qamasa o coraje e impidió que me apoltronara en la tibieza. Después de estar al borde de la muerte, a consecuencia de la masacre militar de Noviembre de 1979, (Masacre de Todos Santos), me topé con un cráneo y en sueños me dio su nombre: Cumbaé, como el lugarteniente guaraní de Juana Azurduy.

 Es la octava de noviembre, el momento en que debemos honrarle, así, después que un ser deja de existir, para que su alma se vaya, no vuelva y perturbe se lava su ropa el octavo día y se la quema o regala; pero las almas que no han recibido un trato amoroso antes de partir, ya sea porque murieron violentamente, como en las masacres de Senkata y Sacaba o en desastres naturales, vagan por el mundo, entonces hay que brindarles cobijo y cariño para que se reintegren al gran círculo del alma mundo o jacha ajayu para renovar la vida convertidos en semillas. Por eso la honramos compartiendo un abundante almuerzo, acompañado de chicha kulli y música sacra indígena. Es tiempo hembra, cuando los muertos son  semillas que deben dar frutos en pleno jallu pacha, o tiempo húmedo y alimentarnos para que nada  falte, para que todos comamos; y si los viejos nos estamos quedando, que los jóvenes regresen y nos impulsen y, si los jóvenes tienen dudas y temores, los viejos debemos ir adelante para contagiarles nuestro coraje. Para que todos vayamos juntos y nadie se quede atrás.

¿De dónde viene todo este ciclo de rituales que empieza el 1 de noviembre y se prolonga durante cuatro meses hasta el Anata Carnaval?

El sistema religioso de las naciones originarias tiene una vinculación estrecha con los ciclos agrícolas y la fusión íntima naturaleza-ser humano, cosmovisión ajena a la tradición occidental judeocristiana que más bien promueve la separación del ser humano de la naturaleza y, para quienes su teleología se resume en irse al paraíso o infierno, según como haya sido su comportamiento moral en la tierra, por lo tanto el cielo es contrario a la tierra. En la filosofía indígena, el cielo es un reflejo de la tierra, así los espíritus se van a Wiñay Marka, la ciudad eterna donde no existe el infierno y se los espera a todos por igual para que bajen a este mundo, por eso en la distribución de los niveles que se arman el 1 de noviembre para recibirlos, están los tres de la cosmovisión originaria: la alaxpacha, o el mundo de arriba, para la tradición judeocristiana es el cielo; la akapacha o el mundo donde moramos, comemos, gozamos y sufrimos, para la tradición occidental es el lugar del pecado punible en el más allá y, finalmente, la mankha pacha o mundo de abajo: para la tradición judeocristiana es el infierno, para el mundo indígena es el lugar donde mora la pareja del chacha (Hombre) y warmi (Mujer) Supay, que guardan las riquezas minerales, las semillas, donde residen el sapo, la víbora y las hormigas que emergerán en el Anata Carnaval para celebrar la vida y la abundancia que nos brinda la Pachamama, después de un arduo trabajo.

 El 21 de diciembre, equinoccio de verano, fecha probable de la celebración de las illas e ispallas llamada Alasita, trasladada al 24 de enero, después de la negociación durante la tregua de la rebelión de 1781,  encabezada por la pareja de Túpac Katari y Bartolina Sisa, es el preludio a la gran celebración de la vida y la fecundidad en el Anata. Las treguas cíclicas entre estos imaginarios son transversales a la vida social, económica y política, y generan un espacio de estabilidad corta. El mundo indígena y su influencia en los comportamientos subjetivos son un muro para la mayoría de los políticos bolivianos que, desde la invención republicana, intentaron eliminar el logos indígena que se devela en los sincretismos y la yuxtaposición, como resistencia política y cultural. No habrá pacificación mientras no entiendan y aprendan que en Bolivia existen otras realidades profundas.

Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo.