Icono del sitio La Razón

El ‘lugar’ de la mujer

La entrada de las mujeres en escenarios tradicionalmente masculinizados siempre ha sido dificultosa y polémica. El mundo científico, el deportivo o la política, por citar algunos ejemplos, son escenarios tradicionalmente masculinizados, lo cual, valga la aclaración, no significa que sean espacios histórica o naturalmente masculinos. El modo de producción capitalista, atravesado por el modus vivendi patriarcal ha organizado la sociedad de manera tal que hoy en día sigan prevaleciendo creencias en torno al género de los espacios, de los oficios, de las profesiones y hasta de las actitudes. Los pisos pegajosos, entonces, invisibles aún para las grandes mayorías operan cuando las mujeres pretenden despegar o atravesar el portal que conduce a uno de estos espacios. El famoso “lugar de la mujer” es una forma de mantener masculinizados los espacios.

El pasado 7 de noviembre se recordó el aniversario 153 del natalicio de Marya Sklodowska, llamada cariñosamente Manya por su familia, pero conocida popularmente como Madame Marie Curie. La científica polaca adoptó el nombre afrancesado luego de casarse con quien fuera hasta su muerte su compañero de investigación científica y, claro está, de vida: Pierre Curie. Manya, reconocida hoy como un ícono de la liberación femenina y considerada la madre de la radiactividad, fue la primera persona en obtener dos premios Nobel por su trabajo científico: el primero en física y en equipo junto a Pierre a Henri Becquerel, el segundo sola en química y con éste se convirtió en la primera persona en acumular dos distinciones de este calibre. No está demás decir que los chascarrillos no se dejaron esperar en tiempos del primer y del segundo galardón, pues hasta entonces ninguna mujer había sido “merecedora” de alguno.

El físico Walter Lewin, reconocido profesor e investigador del MIT, en su libro Por amor a la física dice que minimizar el talento, la inteligencia y la contribución de las mujeres científicas es algo que ha pasado tan a menudo en la historia de la ciencia que debería considerarse un error sistémico. De errores sistémicos de este tipo están llenos los cambios sociales. Pero, a pesar de que hoy en día Marie Curie sea considerada, como ya se dijo anteriormente, una figura de la liberación femenina, los estudiosos de su biografía y vida que ya llevan decenas de libros publicados al respecto, coinciden casi en manifestar que ella estaba plenamente alejada de las posiciones que desde el lente de hoy podrían ser calificadas como reivindicativas del feminismo, al menos del feminismo militante. En su época, por ejemplo, los movimientos sufragistas en Europa ya eran muy populares y claro está que una mujer de tan alto nivel intelectual estaba al tanto pero lejos de estos aconteceres, aunque, por supuesto que era una idealista y una revolucionaria de su tiempo.

El asunto es que la dificultad para ingresar en los lugares masculinizados no solo se les presenta a las mujeres que tienen consciencia de las condiciones de desigualdad en las que se vive respecto de los hombres. Y tampoco se trata de un invento novedoso de las feministas de hoy en día. A Marie Curie le ha costado desde el cambio de su nombre hasta la asignación de tiempos a su laboratorio, combinado con los cuidados de su hogar y su familia, asuntos por los que seguramente nunca tuvo que preocuparse Pierre. Y si a ese tipo de fórmulas se le agrega las variables del hambre, del racismo y en general de la lucha de clases, claramente ya no se puede considerar solo a los pisos pegajosos, sino que se debe pensar también en los gigantes e impenetrables muros de segregación que aprisionan a las mujeres.

Si la entrada a estos espacios masculinizados es tan complicada para las mujeres, resulta lógico que la estancia no sea agradable o que deje en los anales de la historia menos frutos que los que verdaderamente dieron. Y también que la salida sea rápida y cargada de culpas por haberse atrevido a dejar el “lugar de la mujer”. Ahora bien, es cierto que la representatividad política de las mujeres en el mundo hoy se presenta en una fase de progreso, pero también es cierto que las coyunturas progresistas encuentran fluctuaciones conservadoras muy fuertes.

Bolivia ha tenido un año de fuertes retrocesos sociales. Ese tiempo es una prueba de que con las olas conservadoras los derechos se ven severamente afectados, particularmente los derechos de las mujeres. Felizmente ha retornado el tiempo de la plebe que es el tiempo del progresismo. Y aunque hay dos buenas noticias en materia de género como son la mayoría de mujeres en el Senado y la primera Ministra de Presidencia de la historia del país, claramente hay otros varios escenarios donde toca recomponer el proceso de despatriarcalización del Estado y de la sociedad. Vale la pena recordar que Bolivia en otrora tuvo dos presidentas de cámara simultáneamente y tuvo Gabinete paritario.

Valeria Silva Guzmán es feminista. Twitter @ValeQinaya