El MAS hacia las elecciones subnacionales
Ha transcurrido un mes desde el retorno de Evo Morales a Bolivia, luego de un año de exilio que lo mantuvo presidiendo el partido más influyente del país desde fuera de las fronteras. Dicho retorno coincide con el periodo preparatorio para las elecciones subnacionales del próximo marzo. Este escenario presenta una serie de elementos que merecen ser analizados, por ejemplo, lo referido a la reconfiguración interna del MAS, el liderazgo de Morales, la relación del Gobierno con el partido y las candidaturas que se definirán prontamente.
Es posible afirmar que el MAS es la única estructura partidaria con alcance nacional, con presencia en los nueve departamentos y en la totalidad de los municipios; esto es, en el campo y en la ciudad. Quizás ésta sea una de las causas que determina con mayor fuerza su éxito electoral sostenido en los últimos 15 años. Lo anterior está estrechamente relacionado con la conformación orgánica de tipo corporativa, sindical-gremial que delinea la estructura azul. Si bien la historia propiamente dicha del MAS se remonta a la década de los 90, su composición tiene un origen añejo (alrededor de medio siglo) y responde a una acumulación histórica antiinstitucional, lo cual puede explicar en mucho la fidelidad del voto hoy, en tiempos en los que el MAS apuesta por el camino institucional para la toma del poder. La peculiaridad de esta época para el MAS, sin embargo, está dada por el momento de inflexión a causa del golpe de Estado y la anulación sin precedentes de las elecciones generales del 2019.
Luego de casi 14 años en la conducción del Gobierno evidentemente cualquier partido muestra al menos parcialmente horadada su estructura por la urgencia de la administración pública, entre otras cosas. A esto hay que sumar el descontento de distintas porciones de la sociedad, sea ésta justificada o no, sea ésta por errores del Gobierno o por el permanente deseo de jaque al Gobierno por parte de los poderes de facto. De todos modos, cabe destacar el éxito electoral sostenido de la sigla, aunque no haya sido idéntico en todos los comicios y que, de hecho, ha registrado una tendencia hacia abajo en sus últimos puntos. Estos y otros elementos estuvieron casi siempre en los conjuntos que operaron para el análisis político vinculado al MAS, no así la inesperada crisis posinstalación Gobierno de facto, misma que trajo consigo anulación de derechos, persecución política y law fare.
Probablemente es temprano para afirmar que el MAS ha logrado superar su propio éxito, a pesar de que el resultado electoral del pasado octubre ya otorga una fuerte señal en ese sentido; sin embargo, las venideras elecciones subnacionales terminarán por dar un veredicto en este sentido.
La gama de partidos opositores al MAS posee casi sin matices direcciones débiles, estrictamente regionales y/o caducas. En cambio, la presidencia del MAS por parte de Evo Morales está siendo literalmente ejercida con una intensidad no vista anteriormente. Las reuniones de Morales con los sectores sociales son constantes, los ampliados y congresos con su presencia se han incrementado notablemente y los ejercicios de democracia interna hoy son mucho más visibles e intensos que en otrora. Además, el MAS tiene hoy —después de 14 años— un presidente de partido que no es simultáneamente la primera autoridad del país, elemento que a criterio de muchos otorga mayor fortaleza y legitimidad a la estructura orgánica del Instrumento. El Gobierno hoy es del MAS, sin embargo, se percibe una importante diferenciación entre los roles de las autoridades de Gobierno de los comandos del partido, lo cual es ideal para casi todas las teorías al respecto planteadas desde la ciencia política. De continuar así esto, probablemente, también se refleje positivamente en la preferencia del electorado en marzo.
Lo mencionado dibuja el esquema de un sistema de partidos con una hegemonía clara, es decir, un partido que posee todos los elementos para llevar adelante una campaña exitosa que le otorgue el triunfo generalizado en la contienda subnacional. Ahora bien, el MAS está haciendo su tarea, empero, la concreción de una campaña electoral exitosa pone en las candidaturas un peso específico insustituible. En este sentido, será importante que el MAS fortalezca la identidad progresista que ha logrado, tanto a nivel nacional como internacional, esto incluye, por ejemplo, reforzar la presencia protagónica de mujeres y la lucha por la ampliación de derechos. Será importante también sostener el tejido social urbano-rural que ha caracterizado al MAS.
Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter @ValeQinaya