Rebrote del COVID-19
La memoria sobre los primeros seis meses de la pandemia por COVID-19 en el país es terrible
Nueve meses después del primer caso importado de coronavirus en Bolivia, y tras un trimestre en el que se redujo de manera significativa el número de casos, parece inminente que más temprano que tarde se producirá la temida “segunda ola” de contagios. Así, surgen alertas sanitarias, otra vez, para tratar de mitigar los efectos de la pandemia. Y se apela a la responsabilidad de la población.
“Técnicamente ya estamos en un rebrote”, advirtió el gobernador Rubén Costas en referencia a la situación en Santa Cruz. Y expuso cifras como evidencia. Seguramente lo propio empezará a decirse en otros departamentos, hasta completar un escenario nacional de rebrote. En tanto, nos acercamos a los 150.000 casos, con más de 9.000 decesos. Por razones económicas, parece inviable volver a un estado de cuarentena rígida, pero es imprescindible cuidar la “nueva normalidad” y asumir la emergencia.
La memoria sobre los primeros seis meses de la pandemia por COVID-19 en el país es terrible. En medio del régimen provisorio de Áñez y la disputa por la fecha de realización de las elecciones generales (tres veces postergadas), pudimos constatar la precariedad del sistema de salud, ahondada por la pésima gestión estatal, en todos los niveles. Sin duda la referencia más emblemática de descomposición fue la fallida compra de respiradores con sobreprecio, que no se pudieron usar mientras la gente moría.
La intensa segunda ola en varios países de Europa muestra que, lejos de haberse mitigado, los estragos provocados por el coronavirus llegaron para quedarse. En un año se han registrado casi 70 millones de casos en el mundo, con más de millón y medio de personas fallecidas. Son cifras conservadoras, dado el inocultable subregistro en la mayoría de países, entre ellos Bolivia. Si bien ahora se conoce mejor al virus, hay algunos tratamientos eficaces y empieza el lento ciclo de la esperada vacuna, el escenario es de endemia.
¿Qué se espera en Bolivia? Seguimos andando a tientas: insuficientes pruebas, ausencia de mecanismos de rastreo, elevado costo de medicamentos, médicos con contratos temporales, en fin, el siempre posible colapso del sistema de salud. Es cierto que la población ha asumido la necesidad del autocuidado con medidas ahora elementales como el uso de barbijo, distanciamiento social y aseo personal, pero hay la sensación de que se está bajando la guardia. El costo es tan alto que no podemos permitirlo.
Así pues, ante la inminencia del rebrote de COVID-19 en el país (como ya muestran los datos oficiales), es fundamental la adopción de medidas rápidas para estar mejor preparados en el nuevo ciclo de emergencia sanitaria. Es bastante probable que ello incluya confinamientos cortos y algunas restricciones. El Gobierno central y los gobiernos de las entidades territoriales autónomas deben planificar, decidir y coordinar. Pero la responsabilidad del cuidado, al final del día, es nuestra, de las personas y de la comunidad.