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La fábula del Helecho y el Bambú

Cuenta una fábula, de autor anónimo, que un carpintero, quien afligido por dificultades en su vida económica, decide recurrir ante un sabio para que este le ayude a través de algún consejo. Este sabio, le invita pasar a su hogar y le relata la historia del helecho y del bambú que estaban en medio de su jardín. Le dice que ambas plantas fueron sembradas el mismo día, pero que al poco tiempo los helechos cobraron fuerza y crecieron más rápidamente, mientras no se veía ni rastros del bambú. Tuvieron que pasar cinco años para que la planta de bambú comenzara a crecer más fuerte y más alta que los helechos.

Así, el sabio le dijo al carpintero que las personas prefieren ser como los helechos antes que como los bambúes, que quieren alcanzar el éxito lo antes posible y no ser pacientes, mientras se fortalecen y echan buenas raíces. De esta fábula podemos aprender algunas lecciones, para entender nuestra economía nacional.

En los días previos ha salido una serie de expertos/gurús económicos que aseguran que la crisis económica se gestó en el anterior gobierno del MAS, que la economía boliviana viene desacelerándose desde 2014 y que el gobierno de transición de Áñez hizo un cuarto intermedio a la crisis y que a la postre ésta continuará deteriorándose. Sin embargo, es necesario aclarar a estos expertos algunos aspectos relevantes de los últimos años.

Evidentemente desde 2014 comenzaron a registrarse en las cuentas fiscales déficits globales, ese año se llegó a -3,4%; en 2019 alcanzó a -7,2% y este año se espera cerrar con un -12,3% del PIB. Sin embargo, se olvidan que en esos años se tuvo superávits corrientes: en 2014 fue de 15,7%, en 2017 registró un 7,5% e incluso en 2019, a pesar del cambio de gobierno desde noviembre de ese año y la consiguiente pésima administración de las finanzas públicas, esto alcanzó el 3,9% del PIB, lo que demuestra un manejo prudente de las finanzas públicas, desmintiendo así el falso discurso del despilfarro económico.

La explicación de los déficits globales registrados desde 2014 tiene una fundamentada en el dinamismo de la Demanda Agregada: en el consumo interno y en los niveles de inversión pública previstos en el Plan de Desarrollo Económico y Social 2016–2020. Fue la gestión 2020 (bajo la presidenta Áñez) que no se enmarcó en lo planificado y ante el intento por reducir el déficit fiscal se paralizaron los proyectos de inversión pública, afectando al aparato productivo de nuestro país en más de $us 2.000 millones, que sumados al mal manejo de la pandemia del coronavirus mermó los ingresos de las familias bolivianas, aumentando el desempleo (8,7% a octubre), y con la subida de los niveles de pobreza.

Es esto de lo que se olvidan los “expertos” que quieren ver la economía como los helechos y no esperan a que las raíces se fortalezcan como los bambúes. Por eso se impacientan y desean una continuidad de la crisis, porque no comprenden que las inversiones darán los frutos a su debido momento. Más bien, el actual Gobierno tiene claro el rumbo que debe afrontar la economía, con una inversión pública programada de $us 4.011 millones para la gestión 2021, con el correspondiente efecto multiplicador, el cual llegará a la postre, nuevamente, al bolsillo de las personas más necesitadas.

Charls Ticona Rojas es economista.