Rebrote del COVID-19 y políticas insuficientes
Quedarnos con la política colonial de apostar por una sola medicina, siempre nos llevará al fracaso.
El mundo de la medicina occidental vive nuevamente horas de miedo y terror ante el fracaso de no poder enfrentar airosamente al COVID-19. Además, hoy se hace propaganda de la existencia de una nueva cepa aparecida en Inglaterra que sería muy contagiosa, aunque no muy letal. Hasta ahora no existe una vacuna exitosa, aunque hay muchas que dicen ser buenas, llámese de los rusos, los chinos, etc., pero que están en calidad de prueba o con efectos defectuosos.
Ratificamos nuestra hipótesis de que la medicina occidental capitalista de los hospitales y las clínicas ha fracasado frente al COVID- 19, porque no encuentran el antídoto o la vacuna para enfrentar efectivamente. ¿Qué pasó con los científicos de la medicina a un año de la proliferación del COVID-19 en el mundo? Perdieron la batalla en dar la respuesta inmediata a una pandemia más veloz que las mentes de los médicos científicos. Aunque hay algunos países que enfrentaron de una mejor manera al COVID-19, caso de Cuba, pero no sabemos más que ese dato, por falta de información y prejuicio.
La medicina colonialista ha generado mayor dependencia porque seguimos esperando que nos lleguen las vacunas salvadoras de Europa o Estados Unidos, pese a su defectuosidad. Nuestros médicos, a excepción de algunos, repiten lo que se dice en el Primer Mundo, incluso en las equivocaciones. Frente a esta estrepitosa derrota, algunos pseudocientíficos coparon los espacios serios. Por ejemplo, Mohamed Mostajo, el exasesor del gobierno de facto de Jeanine Áñez, hoy fugitivo en “gringolandia” de la Justicia boliviana, pero aún se autoalaba que fue “un buen asesor”. ¿De qué? ¿De formas de hacer mejor corrupción?
En medio, los lamentos de los galenos, sobre todo de la dirigencia que siempre repite “que no tienen nada y no hay cómo enfrentar al COVID-19”, porque supuestamente les falta la ropa adecuada, ítems para el personal, etc., etc.
Hace pocos días el presidente del Estado Plurinacional, Luis Arce, resaltó las bondades de la otra medicina, la tradicional o ancestral que permitió enfrentar al COVID-19; pero lamentablemente el Viceministerio de Medicina Tradicional no hace ninguna política en esta línea trazada. Sencillamente está opacada por el Ministerio de Salud, dependiente de la mentalidad occidental. En esta coyuntura, urge que la sociedad no solo reconozca la otra medicina paritaria y exitosa en la lucha contra el COVID-19, sino que reciba el apoyo e incentivo en las comunidades de los pueblos indígenas del país. Sin la intervención de la medicina ancestral hoy hubiésemos tenido miles de muertos. ¿Cómo hacemos política para la medicina ancestral? Esa es la tarea del viceministerio citado, que hoy está sumido en la inercia.
Es lamentable que las universidades, sobre todo las estatales y las carreras de medicina y salud no hayan propuesto líneas generales a la sociedad, al Estado y mucho menos se hayan sumergido en investigaciones de largo alcance sobre el COVID-19. Al primer contagio pareciera que huyeran de la misma, ¿acaso no son soldados que están en guerra contra el mal que causa al ser humano? La medicina es un espacio de guerra y el médico es un soldado de la vida, entonces ¿por qué no se enfrentan en esta etapa difícil con armas nuestras y ancestrales? Hoy ante el inminente rebrote, urge no solo dar respuestas inmediatas, sino tener claro que los hospitales no están hechos para toda la población del país y por lo tanto siempre será un fracaso dar solución en torno a estas entidades. Aquí urge hacer políticas de una mejor alimentación con productos naturales y el uso de la medicina ancestral, que serán elementos vitales para enfrentar mejor al COVID-19. Quedarnos solo con la política colonial de apostar por una sola medicina, siempre nos llevará al fracaso.
Uka Covid19 ñanqha usuxa, wasitampiwa mirtañ muni. Wakisiwa jiwasanakan qullanakasampi tukkhañasa. Uka Hospital utanakak uñch’ukiskañan ukkhaxa janiwa jank’as qullaskañaniti.
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.