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Ciudad virtualizada

Toda ciudad tiene la gran cualidad de convertir la coacción actual en sincronización con el nuevo tiempo. De esa manera el espacio y el tiempo logran abrir nuevos medios de interacción, los cuales inspiran a realizar propuestas digitalizadas que en futuro no muy lejano denoten el haber aprovechado la significación y pertenencia del lugar.

Nos referimos a aquellos barrios cuyo universo de cualidades y significados no solo radica en lo cultural sino en el tipo de habitante que allí reside, y que forman parte irrefutable de la nueva imagen de la ciudad.

Para ello se requiere traspasar toda variabilidad de espacios y detectar a través de la tecnología digital ciertos momentos de la vida urbana, para luego proponer nuevos sitios. Esa realidad puede entenderse como el movimiento que transcribe lo actual o real en lo digital y nuevo.

Lo importante es comprender que la digitalización no es una desrealización o transformación de una realidad en un conjunto de posibles, sino que es una mutación. En este caso, un cambio escénico de las imágenes del presente complementadas con las del futuro.

La Paz en general, independientemente del valor de sus espacios, es una urbe que, por una parte, si algo tiene de singular son ciertos barrios llenos de significados y, por otra, una población que incluso en época de pandemia consigue acelerar la vida de la ciudad, pues pese al contagio transita las calles por diferentes quehaceres. Ambas características logran crear una especie de escenografía en movimiento que podría inspirar y apoyar la virtualización de los barrios centrales. Asimismo, hoy con mayor razón la velocidad del andar ciudadano no deja de ser análoga a la de la urbe, porque pareciera haber convertido a esos personajes citadinos en seres que incentivan la creación de nuevas imágenes virtualizadas.

Así, esa especie de máquina social invita a las redes digitales a demostrar el valor de las velocidades y tiempos de la ciudad.

Esto también porque su cartografía es tan entreverada —especialmente en el centro urbano— que permite detectar que ese espacio laberíntico donde se entrecruzan sus calles, se convierte en un “enredo elástico espacial” por demás interesante para observar y mucho más para digitalizar con imágenes en movimiento.

Una cualidad visual poco descubierta hasta hoy, que alienta a que la propuesta digital detecte valores y lugares para ser explotados en su reestructuración espacial.

En esa línea, la digitalización —esencialmente en el centro urbano paceño— si bien hoy se inscribe en ciertas tomas digitales de imágenes fijas, debiera considerar aquellas bifurcaciones (callejuelas) que aún no fueron explotadas y que nos llevan a recordar a Josef Reichholf, quien afirmaba: los espacios entreverados abren a los seres vivos a tener posibilidades de existencia de miradas singulares que debieran ser traducidas y explotadas a través de la digitalización y con ello ser revaloradas.

Una especie de invitación a la invención de un primer grado de digitalización inspirada en las velocidades corpóreas que allí existen, ya que si algo atractivo tienen es que se confunden con aquellos espacios y entornos tradicionales, que ofrecen importantes contrastes.

De ahí que el digitalizar ciertos barrios de La Paz consiste en descubrir la ciudad y redefinirla para el futuro dentro de las coordenadas espaciotemporales que planteen e inspiren propuestas útiles para revalorarla. Algo vital porque llegará el momento en que este territorio se convierta en urbe en movimiento.

También algo que no se debiera descuidar es la elaboración de registros que ayuden en el futuro a establecer distintas posibilidades de transformación. De ese modo se crearían imágenes metamorfoseadas que evitarían destruir sus cualidades o, por el contrario, transformarían sus debilidades en grandes propuestas de cambio que tanto requieren ciertos lugares.

Recordemos que lo virtual puede remarcar las velocidades, transformándolas en cualidades en el nuevo diseño de la ciudad, siempre en el afán de aprovechar esos espacios tempo-mutantes. Y lo más interesante: esos barrios serían capaces de traducir aquellos enredos elásticos tempo-espaciales en propuestas dinámicas, que ya digitalizadas ofrecerían nuevas soluciones a La Paz gracias a la reestructuración de sus valores.

     Patricia Vargas es arquitecta.