Minería 2021, ¿mirándonos el ombligo?
Empieza un nuevo año, dejamos atrás otro que fue para el olvido; siempre hay buenos deseos pero es vital el análisis frío para tener un panorama real de lo que puede ser el sector minero en este 2021 y a futuro. Estamos hablando del sector que fue el generador del 47,4% del valor de las exportaciones en 2019 y del 39,89% a noviembre de 2020, pese a la pandemia y considerando solo exportaciones de zinc, plata, oro y estaño (INE, Comex enero-diciembre 2018 y 2019 y Boletín Sectorial No. 1/21). El sector está actualmente, y casi siempre estuvo, en una crisis estructural que no augura buenas noticias en el corto y mediano plazo si no se toman medidas a la altura de la emergencia.
Es interesante analizar el comportamiento del Índice General de la Actividad Económica (IGAE) del sector durante el año de pandemia; en los primeros meses y hasta mayo bajó a un mínimo de contracción de -41,57%, de junio a octubre con reactivación parcial y paulatina de labores, el IGAE se recuperó a -33,25%, cifra que tendría muy poca variación al cierre de 2020. Esto muestra la poca capacidad de reacción del sector a la crisis, reacción apalancada por el comportamiento del sector aurífero, controlado por la minería artesanal y cooperativa, cuya actividad tuvo muy poca variación a lo largo de la gestión por sus características de informalidad. El valor de las exportaciones de oro de este sector, que fue de $us 174 millones en enero, cerró en octubre en $us 141 millones, cifras que concuerdan con el promedio mensual de 2019, que fue de $us 144,5 millones. ¿Qué se puede concluir de estas cifras? 1) Con la reducida reacción del IGAE en periodos de crisis, cualquier variación del mercado y/o de factores colaterales no previstos, desencadenara caídas muy altas en productividad, valor de la producción, exportaciones y en el excedente minero en general. 2) El alto grado de informalidad del sector, si bien resuelve parcialmente el problema de desempleo y disfraza la crisis, acentúa la caída de recaudaciones para el Estado. 3) La falta de un portafolio de proyectos nuevos, que se acentúa con el paso del tiempo, permite avizorar que la crisis sectorial nos acompañará por muchos años. Se promete reactivar viejos proyectos (elefantes blancos en algunos casos) como el Mutún, Karachipampa, el litio, etc., pero no se sabe si son proyectos rentables que generarán riqueza o si son fanfarrias políticas para disfrazar una realidad lacerante.
Hace más de un año y en esta columna apuntaba sobre el tema: “casi no tenemos petróleo, el gas parece que se acaba, la minería también, las minas importantes ya están en periodos de cierre o de pre-cierre, sobrevive la minería informal y en muchos casos ilegal, nuestros proyectos industriales están parados, son elefantes blancos o se mueven a paso de tortuga, el contrabando y el blanqueo de capitales es cada vez más frecuente, el empleo es informal o del aparato estatal, la iniciativa privada está muy restringida por la inseguridad jurídica y … un largo etc.” (Tiempo de definiciones, 20.12.2019). Así las cosas, nada cambió hasta hoy, seguimos mirándonos el ombligo como decimos en estos casos, ufanándonos de tener el salar más grande, uno de los mayores depósitos de hierro o la provincia estannífera más grande, del planeta; soñando grandezas y concretando casi nada. Si no generamos un importante portafolio de proyectos en el menor tiempo posible, el futuro del sector se ve muy negro. Sin cambiar la Ley sectorial 535, la CPE en los capítulos pertinentes y otras normas menores específicas, esto no sucederá, la apertura a capitales privados para exploración es vital; el Estado no puede hacerlo todo, ya se demostró en los años precedentes.
Dionisio j. Garzón m. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.