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Medios feminicidas

Es pan de cada día que la televisión local despierte a la teleaudiencia con producciones nacionales que antes que cualquier otra cosa, aparentan ser una subasta de cuerpos femeninos. Y lamentablemente también es pan de cada día que esos mismos medios cuenten cual crónica roja que ocurrió “otro crimen pasional”. Claro está que a la mayoría aún les cuesta mucho usar la palabra “feminicidio”. De buena fe puede decirse que lo anterior se debe al desconocimiento del tipo penal, sin embargo, la buena fe parece ser demasiado dadivosa en este caso.

Los medios de comunicación son poderes fácticos, con capacidad performativa en la sociedad en general. No es ninguna novedad que los medios instalen versiones hegemónicas sobre diferentes temas, incluso cuando éstas están muy lejos de la realidad. Por ejemplo, si un medio de comunicación masiva no repara en cosificar a las mujeres, entonces la sociedad que lo consume reproducirá dicho comportamiento. El problema es aún más agudo y deplorable cuando dicha cosificación bordea la pedofilia, sexualizando la imagen de una colegiala. El lunes pasado, primer día del año escolar, ha sido para un canal de televisión la oportunidad de demostrar que no tiene ningún tipo de compromiso con la lucha contra las violencias hacia las mujeres.

El sociólogo francés Pierre Bourdieu dijo que el habitus es la sociedad inscrita en el cuerpo, en el individuo biológico. El concepto refiere a un conjunto de disposiciones interiorizadas que forman percepciones, sentimientos y acciones en las personas. Se construye a partir de la cultura de grupo, la interacción de los individuos y las instituciones sociales. El habitus se reproduce y evoluciona en función del refuerzo a las disposiciones interiorizadas.

La pregunta es ¿cuánto puede avanzar una sociedad en lo que respecta a la erradicación de las violencias hacia las mujeres si sus medios de comunicación hegemónicos reproducen disposiciones sexistas y, por tanto, violentas? Poco, es una probable respuesta. El freno que significa la línea “noticiosa” para el avance progresista seguirá reforzando el habitus machista y patriarcal en tanto y en cuanto su accionar siga sin modificarse y, de hecho, campee impunemente.

El debate de la impunidad en el mensaje de los medios es, sin embargo, espinoso. En Bolivia, casi nadie ha salido limpio luego de sugerir el combate a la impunidad de la que, a nombre de la libertad de expresión, gozan los medios. A pesar de que la normativa vigente tipifica y castiga la denominada “violencia mediática”, no se conoce hasta ahora ningún tipo de sanción a los múltiples patriarcas de los medios de comunicación. Una vez más se presenta la ya vieja tensión entre la nueva normativa y la añeja Ley de Imprenta. Una vez más se presenta la necesidad de repensar las responsabilidades que debieran tener los medios en la sociedad, más allá de la retórica.

La polémica en redes sociales respecto al vergonzoso mensaje enviado el lunes pasado por el canal de televisión hasta ahora se ha quedado solo ahí, en las redes sociales. A pesar de que diversos líderes de opinión han manifestado su rechazo al mencionado performance e incluso hubo quienes sugirieron acciones específicas al respecto, no se ha mandado ninguna señal desde el poder que indique a la sociedad que así no se debe comunicar.

Debe llegar, más temprano que tarde, el tiempo en el que sintonizar la televisión nacional en busca de información, no signifique el consumo de basura. Debe llegar, igualmente, el tiempo en el que se repiense la normativa que rige a los medios de comunicación. El mundo está cambiando, el país también. En Bolivia, el Estado ha avanzado montones en la discusión sobre la erradicación de las violencias, corresponde, por tanto, que también los medios de comunicación den una señal de avance progresista. El objetivo debe ser no tener más mujeres que sean víctimas de violencia y que ésta no sea naturalizada.

   Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter @ValeQinaya