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Lo sordo de las palabras

Hemos elegido un título algo aleatorio, pero con un significado profundo en estos momentos. Una etapa en la que somos espectadores de una realidad desconocida a raíz de la abrupta llegada del coronavirus. Lo peor: nos desorientó hasta el punto en que no se sabe cuál dirección tomar para vencerlo. Su impacto nos hace reaccionar como autómatas y no hay duda de que su presencia cambió definitivamente nuestras vidas.

Con ello, la apariencia de las personas adquirió una vital importancia en cuanto a su protección personal, pues cada vez la refuerzan más con el uso de elementos que cubren prácticamente el rostro en general, lo que transmite una infinidad de señales, al igual que lo hace su acelerado andar por la ciudad. Todo para evitar el contagio, pese a las ansias de vivir la ciudad con toda normalidad.

Lo contradictorio es que se ha elegido esta época para la elección de alcalde y gobernador de cada departamento, y resulta complicado que se haga campaña política en estos momentos y en estas condiciones. Hay que recordar que son comicios en los que el ciudadano está interesado en lo que pasará con su región y hacia dónde se pretende dirigirla. Por tanto, precisa conocer las ofertas de los candidatos.

Si bien es una tarea que busca conquistar el voto con propuestas específicas, pareciera que los partidos decidieron presentar sus planes de forma global, lo que no es suficiente para el electorado, pues este necesita conocer lo que sucederá con su ciudad y departamento en el futuro mediato. Sobre esto último, es evidente que son tiempos que exigen que las urbes estén mejor planificadas y equipadas, por ejemplo, con hospitales, ya que los existentes no pueden cubrir la emergencia que vivimos hoy.

Si bien hemos escrito bastante sobre la creación de lugares singulares capaces de elevar los bajos niveles emocionales de la población, las señales que vemos son propuestas conservadoras, lo que es lamentable pues este es el momento de presentar grandes ideas contemporáneas.

Tampoco debiera restarse atención a otros temas vitales como la educación y el caso concreto de las universidades, cuyo método de enseñanza digital precisa ser reforzado. Lo interesante de esta situación es que nos lleva al mañana, ya que se logró establecer ese sistema virtual de extensión del conocimiento, a pesar de que por falta de práctica o acceso muchos lo rechacen. Es obvio que al inicio cuesta implementar todo cambio, pero no cabe duda de que una vez hecho puede traer buenos resultados si se lo desarrolla en grupos pequeños. Al respecto, no hay que olvidar que en ciertas universidades hoy egresan magísteres a través del sistema digital, lo que no deja de ser encomiable.

En esa misma línea, luego de dejar atrás este drama mundial del COVID-19, es fundamental solucionar el problema de la extensión del conocimiento en el área rural y dar la oportunidad a su juventud de proyectar su futuro digitalmente o a través de la TV, con estudios superiores prácticos. Recordemos que hace más de 40 años el visionario McLuhan ya afirmaba que la educación con el tiempo estaría extendida por televisión para la población latinoamericana, esencialmente la rural. Así, esperemos que lo sordo ya no de palabras sino de hechos inspire a caminar a un futuro con nuevas propuestas, útiles por ejemplo para una formación tecnológica.

Resulta preocupante que en estas elecciones subnacionales pareciera que la atención se centra en los ideales de los partidos políticos y no en los postulantes y sus programas. Lo sordo de las palabras reafirma que estos tiempos nos obligaron a dar pasos hacia el futuro, aunque con mucho sufrimiento y pérdida de vidas —entre ellas—, las de grandes personalidades. Sin embargo, hay que seguir avanzando y recuperar nuevamente la fuerza de La Paz.

   Patricia Vargas es arquitecta.