100 días de reconstrucción económica

Aun día de que el profesor Thomas Piketty publicara Time for social justice exigiendo mayor igualdad en tiempos de crisis en el mundo, el anacronismo provinciano de los neoliberales y anarcocapitalistas no tardó en relucir en Bolivia. Por ejemplo, el señor Mauricio Ríos García, pupilo de la escuela austríaca y de la ideología libertaria, con argumentos desordenados, descalificó la gestión gubernamental de los 100 primeros días del gobierno democrático y popular de Luis Arce. Saquemos a Bolivia de este denigrante provincianismo y con el chronos del sistema-mundo discutamos este cúmulo de argumentos.
En principio, no existe crisis estructural en Bolivia como Ríos quiere hacer creer. El modelo made in Bolivia fue exitoso porque procuró crecimiento económico con redistribución del ingreso. Ahora bien, como todo modelo no está exento del ciclo económico, actualmente estamos en crisis que responde a dos determinantes exógenos: i) la política económica recesiva durante el gobierno de facto y ii) la pandemia COVID-19. Por esto no es una crisis estructural, porque no responde a factores endógenos que impliquen la destrucción creativa de capital y patrimonio social; al contrario, se trata de encender la máquina no de jubilarla.
Entonces, para relanzar el ciclo hacia una nueva fase de expansión se requiere un plan. Ríos, junto con un cúmulo de opinadores, sostiene intransigentemente que no hay un plan en el actual Gobierno. Falso. Se tiene un plan de reconstrucción económica y profundización del modelo boliviano. El éxito del modelo boliviano radica en que emerge de la realidad local, de la forma primordial diría Zavaleta Mercado, para responder a la necesidad de coherencia política, económica e histórica de Bolivia en el mundo. Así, la reinstauración del modelo ya es un buen plan, aún más cuando se pretende relanzar una fase de recuperación del ciclo con la nueva industrialización por sustitución de importaciones.
No obstante, la ceguera de Ríos hacia el modelo económico responde a su migraña ideológica porque, desde su perspectiva, no existe otro plan que no sea el de las reformas estructurales hacia la propiedad privada, el mercado y el achicamiento o extinción del Estado; reformas fallidas. Esta ignorancia de la historia económica boliviana explica el porqué en la fase crítica del ciclo, cuando se requieren políticas expansivas de demanda efectiva, Ríos se pone de cabeza y propugna por políticas económicas contractivas ignorando que la crisis es exógena y no endógena.
Además, existe un plan de corto plazo en sintonía con los debates mundiales, no solo se ha focalizado la atención médica y la inmunización de la población, sino se ha devuelto el rol centrípeto de lo público y lo común para la justicia social. Entre otras medidas, la Ley de Emergencia Sanitaria garantizará el acceso equitativo a los servicios médicos de la población más necesitada, y las leyes de impuesto a las grandes fortunas y de reintegro del IVA refuerzan el carácter progresivo y solidario del modelo económico.
Ríos dice que el pedido del presidente Arce de “aguantar” es no tener un plan. En verdad, este señor no comprende la realidad de nuestro país, las familias necesitan trabajar. Aún existe una gran cantidad de población que vive del día a día, para ellos las medidas de política económica recesiva —que solo beneficiaban a los agroindustriales y banqueros—, y una cuarentena improvisada del gobierno de facto no fueron ni serán solución; ese no es un plan. El mejor plan es otorgar a la población más necesitada las mejores condiciones de acceso a la atención médica, y fomentar la demanda efectiva con medidas de redistribución e incremento de la inversión pública para la recuperación de la producción y el empleo en el corto plazo.
Por tanto, el reclamo de Ríos por nuevos proyectos e ideas no es sino la muestra de la inexistencia de proyectos alternativos al proceso de cambio nacional-popular. La derecha boliviana, llámese neoliberal o su vertiente anarcocapitalista, no ha podido reinventarse y ante la carencia de novedad cae en la demagogia.
Por último, cabe preguntar: ¿Por qué el señor Ríos no apareció en los primeros 100 días del gobierno de facto? ¿Por qué, siendo libertario, no se opuso y luchó contra la vulneración de los derechos individuales ante el terrorismo de Estado y los hechos de corrupción en la primera ola del COVID-19? ¡Qué mal plan!
Ariel Ibáñez Choque es economista.